Desde la eternidad, doble rotación,
seguimiento circular, helio
centro
del espacio térmico, razón gravitatoria
entre el alfa y el omega, estación
de la
tarde, que emerge por el
margen de
los cielos.
¿Pero acaso sabes que siempre
tus labios se agrandan a la
luz
de una hoja incendiada,
y la tierra llora con los ojos
de la luna?
Somos hijos del sol y discípulos
de Pitágoras, carne que se
vuelve alma,
alma que al morir reencarna éxtasis,
alma que al morir reencarna éxtasis,
éxtasis o llanto por allí,
lirio de la muerte.
Ivette Mendoza