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jueves, 16 de diciembre de 2021

Con qué ordenó el pelambre de la luz

 

Con qué ordenó el pelambre de la luz
quiere sangrar, agorgojada, la silueta de la noche
de ajustado mar y necedades del resentimiento
y de ese modo acrecentar el trono erudito
que te doblega y enjoya cual torpe inercia
cuando, al fin, legible y enmarañado,
pasas escrutinio a la cautela del tiempo
y la encuentras ñoña a tu monotonía entera
en panales del esternón tan tibio, tan pervivido
en circulación de tropeles subterráneos
que promulgan, erotizando la victoria
y el talón mareado de mis cabellos
cargados de luto y beldad tras prueba
volátil y cosechadora, en el negror de su 
pompa majestuosa por donde salta el mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 14 de diciembre de 2021

En la noche lanuda y cementada del ostracismo

 

En la noche lanuda y cementada del ostracismo,
emancipada ahora de la argumentación y del luto,
un receptáculo de esperanza negra me enmohece.
Oprime mi hueso jovial dibujando un elipsoide
y el peso de sus pecados al tacto lo atraganta.
Melena ilustre de la suerte: donde atraca el sufrimiento,
la idea acecha. Mordaz es la tonada herbácea del signo.
Triza, porque toda risa extraña temor.
Más un carro huracanado, mecate, y capa no morirán
por esta desesperación. Mejor, esperanzar a solas
y no pecar en vano, ese vano rebanado de ligerezas viudas.
¿Cómo el ciempiés? Oh patrón del triángulo bocarriba
y de su hipocondría tras estrellas y divulgaciones.
Escribir por escribir. A tienta. Apéndice del corazón,
urbaniza soberbia empapelada de escalofríos.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 12 de diciembre de 2021

Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia

 

Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia
y emerge mi alma.
Sobre lo distante un caucho nuclear hostigoso
flota en la magnetización luminiscente del ojo
de un bisonte.
Conmuto al colisionar la noche con un beso
repetido al neutralizar tinieblas,
y se hace movilizar más allá de su dolor amargo
dando alas fónicas ensalzando las ideas,
en las betas exóticas de la tarde abatida
viajan sus rayos gamma donde
culmina un grito elogiando la blancura del olvido
y hoy, justamente,
tintineando da señales un astro oscuro y dice:
-que un bruñido amor se ha recobrado-
surcando en los ramales más vulnerables de tu cuerpo
se enciende la cuarta dimensión de la resonancia
y emergen nuestros sueños desde su enclaustro
transfigurado.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 11 de diciembre de 2021

Elaboración cruz de tu alma dictadora

 

Elaboración cruz de tu alma dictadora
Haz el amor como en pretérito pluscuamperfecto
Desoja la muerte en pétalos de mi soledad
Pedaleando en el aire al incendio de mis dedos
como en luz rasgada de bisturíes y sándwiches
en turbia invención de aguas
Abrázame con la psiquiátrica melcocha de tu barba
Eternidad abeja que romance de cupido ya vivido
Rasguño del averno después del marco venturoso
Aclimatación pequeña llorada hacia mi pararrayo
del no acabar vencido
Vértebras acaloradas estridentes sobre mi cabeza
Fusil que atraviesa mi esternón mortuorio me cae
pesado por rueda del ruego de asunción
Convertibilidad de muerte cortó mis manos de
caderas flageladas, despertó mi desnudez
Viento en el dormir y dominar temblor del útero
oceánico decanta la lectura de mi voz germinal
Me amó tanto por el naufragio de los colores,
besó tanto por las adivinanzas del cocodrilo
Delirio pélvico persiste rodeándome azul vellón
Diálogos de la ingravidez encrucijada, relámpagos
de malaquitas celando mi adiós
Música de los muertos desperezados en mí
Etcétera, etcétera pierde tus ojos ultramarinos
lloviendo de regreso corte de cacho quemado verbal
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 10 de diciembre de 2021

Gramática

 

Gramática, retórica o dialéctica son la invención de lo vivido en
el deseo del verbo castrado de consuelo. Mi voz se hunde al cerrar
la gran mansión de sus sombras. La escayola va herida de incertidumbre
y busca su desesperación de abeja excavando en la miseria del viento.
Mi silueta sufrida y lastimada se confiesa desde su desnudez
centrípeta rezumando su pudor de topo bajo el orfanato del agua con
su batiente espolón. Mientras que allí se suaviza el lomo de la noche
enlutada de higueras entre los hechizos del ocaso y el destierro
de la poesía; se ataca en llanto de su muerte voluptuosa; tu voz
con voz paga, se sofoca cuando pierde los estribos musculosos.
-Déjame amor resucitarlo- Lapidación de nombres en la
montaña masculina digiere tanto a la vanidosa humanidad
con horizontes derrotados. Subsisto desde la nostalgia
corporal de las leyendas, con sus huellas digitales
va marcando la clandestinidad, parte de mí, parte de ti,
parte de atajo el concepto de las tesis con sus manos heladas…
¡Oh Chano! Tú que prohíbes la piedad desde sus alocuciones
con su precisión mecánica de muerte retorcida, me resucitas
en tu despecho… cabriolas, majadería, animal blasfemo,
déjame morir en tus garras…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 9 de diciembre de 2021

Se abre el día en diéresis

 

Se abre el día en diéresis
en un armónium laborioso,
de gruñir palúdico concitando a su ardor oblicuo.
Desmadejo la armadura muerta del ensueño
y chapoteo en tu yermo de tan dulce furia,
como la dilatación más pecaminosa de tus susurros,
donde el infinito sacude la verdad dolosa
con sus alas corpulentas de hipnosis disipada.
En nuestras pupilas calculadoras se rehíla
la inefable mueca modulada del sigilo.
El etílico Diciembre es un camino bubónico
que le falta el augurio musgoso del ocaso.
Y nuestras caricias acordadas rezumando
en la prosa fascinante de la mañana
sobre el presuroso anhelo cuneiforme.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 6 de diciembre de 2021

La brisa, negra herida y parca

 

La brisa, negra herida y parca. Pienso y lloro.
Aspiro extravagancia en diluvio lisonjero.
Me condenso lívidamente; Manso reloj en altamar.
Sobrevuelo, impasible ardor de una soledad ciega.
Depuro, mitad tigre mitad piraña en rumoreo
con floreos que amenguan frutas en los siglos.
Flotante en aire, amortajada de sonrojos,
desacoplo tristes turgencias. ¿Me arrulla el mar?
Si, mis peces inmaculados con verde amargor
me mira la tozuda simplicidad; descuelga ceguera,
apesta su desahogo; suministra, ríspida lontananza
descomunal de vez en cuando, mi dulce antorcha,
hay más semejanzas en estas líneas antojadizas,
con tus presentimientos, que lamentan vientos,
malvado humo, tranco coqueteo; el ensanche,
con blanqueado cortejo, en la genitalidad de la noche.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 5 de diciembre de 2021

Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo

 

Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo.
Encadenamiento de laberintos demenciales en tiempo atómico.
Brumas en solidificación esférica para inventarte
un mundo de melancolía como una noche peregrina,
en un instante refractario de dolor hasta su rayo incidente,
¿Del por qué el amor bulle en su punto de fusión termodinámica?
¡Un ser luminiscente!
Vamos zumbando como abejas hasta los  positrones de nuestras
colmenas, para renovar el eje exacto del espíritu, de un sueño olvidado.
Yo lo sé tú lo sabes:
Pragmatismos contra las rocas de la humanidad, socaban,
la ternura, asustarán en su estancia alfa el respiro de sus
ojos geométricos.
Apertura nuclear de las visiones muerde la sonrisa
de un acelerador lineal lleno de ansias y tristezas,
siempre tendremos piel mojada por el agua pesada,
para corroer el pasado de los muertos, amorfos de
lágrimas orgásmicas, persistentes en el toque de sus
infinitudes.
Recorremos paraísos cabalgando en caballos de vapor,
entre su magnitud y valor de sus ardores, el sexo es una
miel que se disfruta sin caída de tensión, su campo
eléctrico nos cuela, nos estruja, pulveriza nuestros huesos
hasta hacernos, ¡Oh luminiscencia de alma entera y unitaria!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 4 de diciembre de 2021

El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los párpados

 

El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los párpados,
la vellosidad de un rocío que deja saber la veracidad de la existencia,
la majadería pueril de un ángelus encorajinado.
Un vagido más llena la distancia anónima de esta substancia
apesadumbrada.
Hay lejanía visceral en todas las cosas que transitan por el
colmo retractable,
una alteración tangible con dichos y decires de uñas vertiginosas,
un inédito muslo de integridad marsupial lleno de encomios,
una raya dadivosa en un círculo de cuencas amanecidas,
a la resequedad taumatúrgica de un abismo que precisa agrio-azul
a cada momento su más pronto ocaso.
Rondo en el acróstico blindado ante la jaqueca impensada,
el cefalópodo nupcial barre ya consumada estrella de sí mismo
nada se puede arengar a tanto exceso de gloria.
Las letras me avientan indecisas al tormento con donaire,
me codifican la amistad de serosidades en la esclavitud del alma.
Mis ojos se arrastran como tórtolas en lágrimas desechas de
aprendizajes desempleados.
El mundo del capricho pliega su fluorescencia ambigua,
amengua aún más lo indescriptible de la vida.
Ivette Mendoza Fajardo



Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma


Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma
de flácido bostezo. Endienta -solacea.
Hoy he sido la estatura casual del olvido
que busca tus ojos en el reflejo de
farsa milagrosa y
en la desceñida estancia pulula
como los miriápodos de los pernos.
Quizás un instante que busca una grafía
en su última estela de órbita inquieta,
la grafía del pánico resguardando su
torpe elegía que se acuerpa al
silencio como ese fuego redentor.
Ahora eres vigorizante ante el
húmero vibrátil cariado de la noche,
bien, siendo lo que eres:
-Yo teñida de soles rarefactos 
en el orden de piscis- un tanto así
que el alma abotagada descienda
a una esquirla del mar
entera e indisoluble.
Ivette Mendoza Fajardo