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jueves, 31 de marzo de 2022

Fragmentos de luz perpleja

 

Fragmentos de luz perpleja debajo del trigo vejado.
Colochos nostálgicos en charca de olvido,
extraviados en las turbinas de la tarde.
Escarba la eternidad el epitafio de piedra sosa.
Apenas una rabia que quema,
cual arácnido dormido revelando estrellas
pitonisas.
Contabilidad de un astro moroso,
ya en bancarrota hereda el sufrimiento,
engañado por la máscara del consumismo
preso ayer crujiendo tras el colmo conyugal,
como la zurcida suerte del parásito rapaz,
en la deuda que lo atrapa y lo ahoga.
Chisporroteo de gestos en derrota pecaminosa,
contra el décimo sentido atacado de risa fúnebre.
Glotona ansiedad que se enturbia alrededor
del vaso agónico.
Hastío coloquial del inusitado acontecimiento
se alborota de los pies a la cabeza,
de la prehistoria escarnecida a la decrepitud
de su escápula fantoche.
Ivette Mendoza



miércoles, 30 de marzo de 2022

Clemencia blanqueada

 

Clemencia blanqueada…de perfil luciente,
cuelgan de ti murmullos y melodías,
saben a festines de golondrinas funerarias,
anotan indiscretos recelos de aventuras
en mañanas ejemplares sobre alas con voces
irrecusables.
Paciencia que encalla en tumultos minerales,por
reverberos inocentes escabulléndose de las esquinas
truculentas del mundo.
La clemencia es una purgada comedia de laureles
sanguinolentos que yacen en un calvario de ilusión,
es un tenue lloriqueo embrollado en el frío imperio
de la niebla prisionera.
La clemencia es un espejismo de peces nerviosos
saltando la cuerda cuántica de la muerte.
La clemencia repasa la historia abanicándose
en las faldas de la tarde tropical
mientras andamos por las asperezas ignotas del tiempo.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 29 de marzo de 2022

Hilando va esta diferencial

 

Hilando va esta diferencial que une la soga infantil
al desaprisionar estos umbrales analíticos desvalidos de carmín.
Al final, me cercan unos encumbrados letargos
contra la obcecada constante del poniente, con elemental
arbitrio de colmada tenacidad como un objeto abucheado
martirizado para habitar tus adioses en natura sacrosanta,
estas malhumoradas olas en vaivén de lo apresurado
y cierta astronomía de hipotecada sabiduría es
la plétora que me enhebra ligada hacia tu entorno subersivo.
Ivette Mendoza Fajardo



Reversible a lo caótico


Reversible a lo caótico, el perfil vicioso imperturbable
de la trasparencia sin pares,
privilegia la esperma del cascabeleo en los asombros
a como su inflexión siempre devasta las cizañas esquivas.
Alza mundo al desafío -éxito por exordio-, altera desatino,
espirales sospechosas sobre fiebre feudal subordinada,
por la salación cirrótica del oropel
y la proximidad de los nubarrones curalotodos
con el vellón de su onceava ginecología milenaria.
Los bálsamos exacerban tras la rinitis vegetal,
talegada ,en el engaño comatoso del rebote idealista.

Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 28 de marzo de 2022

De noche retorna el vacío en los espejos

 De noche retorna el vacío en los espejos
para animar las velas escarchadas de eternidad
que son como tsunamis de penumbras,
se derrumba cierta agonía en lo idealizado
cuando apenas transforma el despiadado
subterráneo de lujuria.
Y recibimos la aurora mimosa
como jugo evaporado en pdf por vez primera.
Se escarmienta tu sonrisa,
dejando por mucho tiempo nacarada bruma:
entre dos asíntotas trotando que la luna escupe
pueden verse aún jirones de sollozos
dilatados que aun cargamos.
Ivette Mendoza Fajardo



Fortaleza intacta de la noche

 

Fortaleza intacta de la noche, idolatrándose,
promete en este galería
la dinámica ojerosa de los sentidos.
¿Cómo una decodificación tras el lacre?
Inercias muertas esponjean el catafalco rotatorio.
¿De esa sorda espuma tajeas
una distancia maléfica con bocas de dragones?
Entrampan los oblicuos gestos en sus meandros
por las escaleras extrasensoriales cachazudas:
De este pan me salvas,
de esta ribera me bendices.
Dilapido la duda en el derredor amargo de la nada
viciando en dolorosas cartografías y en acrobática
holgura.
Las imposturas del tiempo, captan la vejez del diablo.
¿Qué moneda dentro de la moneda hela estos huesos,
sueltan viejos tigres plateados en la mente?
¿Adónde la asustada tos de la muerte
engendradora de zafiros?
Porque la cicatriz es de yeso
y ablandece milenio tras milenio su gripe de bilis airada.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 27 de marzo de 2022

Debajo de las voluntades se esconde la humareda

 

Debajo de las voluntades se esconde la humareda.
Al revés de las brújulas se niegan los navíos
de unas paradojas que graznan por verdades.
La blanca armadura de la arboleda pasa por aquí:
¿A qué suplicar lo recato inminentemente, sacudido?
Los caramelos turbulentos rozarían la pupila indómita
donde converge tu terrible salto, tu festín, tu queja.
¿A qué amenazar a los tumores de la obediencia?
La vara mágica es la espada desenvainada de proverbios.
El degollamiento primigenio, una entornada latitud
de campanas latosas sobre un corazón bermejo.
Acaso el molusco endulza la orilla aterrada sobre el orbe.
Esta tracción victimizada desfigura las tumbas,
aceita el mármol de arder hasta su dentífrico miedo .
¿Es que descubres un levitado candelabro bajo tropeles,
la resonancia despavorida de esta sociedad ahumada?
Hambreada la teocracia del pelambre en este rugiente
cascabel.
Entonces la manta esotérica –la camaleónica- dice
el frondoso bramido y su generosidad.
Ivette Mendoza Fajardo



El mundo aquí se acomoda


El mundo aquí se acomoda.
El bacanal abundoso se requiebra hacia
la sima rotunda,
taladrando extensa música
donde apenas taconea el tambo del artificio
y su vestido de casa vibrando fuego.
La rodilla canta en mocedades, el talón entero escucha
sus penas de lava como un espejismo sombrío.
El humo de cigarro deshoja el tiempo convalecido,
llega como una lágrima calada carente de memoria.
Mi corazón está pendiente de las horas infinitesimales
que permanecerá en sigilo por las noches.
Escucha. Los vasos avarientos se pelean,
se bambolean los cuchillos antisociales
hacia la madrugada. El tenedor antimotines
se adelanta a protegerlos.
Como una sonrisa fatal el bacanal se ha doblado
y en el delantal del licor más bravo
aguzan ahora sus despojos.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 26 de marzo de 2022

La blasfemia retocada remece el círculo

 

La blasfemia retocada remece el círculo
fantasma que surge lentamente
con una poesía perniciosa infinita,
obscurecida como los latigazos en
neutros gemidos de sus recreos.
Un miedo escuálido cruza los poros
desdentados sin tiempo ni relieve,
vigas del temblor en culebras absolutas
que anochecidas en las tristezas atmosféricas
se buscan entre frutos sociales del mileno,
péndulo satánico de una sangre macabra retorcida
por edredones se aprieta filosóficamente la cintura,
grúas enamorándose científicamente,
incubadora metafísica inculpa la historia anfibia
en tres dedos de sopor.
Ivette Mendoza Fajardo



Una ciencia se entrega

 

Una ciencia se entrega
abierta a la vida dramaturga
y se yergan los interludios
de palabras reconciliatorias.
 
Su racimo de zafiros
riman
algo llagado de principios
o las huellas de un lento texto
que aquieta el sueño auricular.
 
Una ciencia, un libreto
se entregan abiertos a la vida
y la perfección de sus memorias
es la marca de felicidad dramática.
Ivette Mendoza Fajardo



En el instante en que la abundancia de la rectitud se emboza

 

En el instante en que la abundancia de la rectitud se emboza
como un sendero del bien y el mal derramado
por sensibilidades quijotescas.
Los puntos cardinales juegan en aguas ociosas
mientras se agrandan en la oscuridad,
de la oscura era que nos ejemplifica.
En el instante en que Sócrates declama sus lunas
y la primera ilusión de ruido encenizado
se franquea desde su pecadora suerte,
el gusano doloroso toca un céfiro acongojado.
El confesor de la promiscuidad de cartera
pendenciera se rodea en la noche de tanta galantería
entre colas de cometas.
¿Qué oloroso tormento lo agolpa?
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 25 de marzo de 2022

Alunada idea

 

Alunada idea, tu idea
es un navío diestro
hacia la esperanza.
Pedernal tan auditivo,
besos tan elocuentes,
frecuentan el pasado.
Simiente lenta, aleteos arcaicos
de las castas sombras que amurallo.
¡Quién presintiera morosa afinidad!
Su recurrente placidez
al centro de su leves sinuosidades.
Encerrada en las prisiones del recelo
la plegaria polaroid en sueño de albaricoque.
Ivette Mendoza Fajardo



Los himeneos de las rosas

 

Los himeneos de las rosas se mueven sobre el vértigo.
El pistilo se anuncia al comenzar la madrugada
y en un solo instante la conciencia se libra
y entonces se expande.
Cuando el manto de la eternidad nos suple
la esencia de la vida, la noche es su acompañante
eterna que nos atraviesa como un río fuliginoso
dentro del corazón,
mudable en sus cadencias, desigual en sus glosas
y cuya marea ya va sacudido por vientos preñados
de rayos centellantes.
Clemencia resonante de arpas neolíticas,
suena sobre tu espalda ante la,
hosquedad ascendente desde el plenilunio,
chiste agrio de luna entre las escápulas,
siglo rutilante de autopista abajo por
aquella suerte venturosa que tragó la
pesadilla de los mares dominando la
melancolía humana que crecía
y ese mal era un gran bisonte oscuro.
Las almas gemían la testarudez del cielo.
Y unos ángeles como soledad deshilachada
se fecundaban.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 24 de marzo de 2022

Aquí desfila el vértice errante

 

Aquí desfila el vértice errante.
Aquí abaten sus ojos madrugadores,
y abre las compuertas del cielo.
Su luz, las almas benditas que saludan.
Y eres tú mi soledad abrumadora.
En tus caricias de avatares
me rindo al martirio despestañado
de tu armadura de hielo.
Reconoce las muecas retorcidas
que ríen de mi cara sin paciencia.
Esencia de vida desgajada por la penitencia
que dobla sin orgullo por los muelles
de la aurora.
Ivette Mendoza Fajardo




Mi intuición busca constantemente mi dolor

 

Mi intuición busca constantemente mi dolor y no se
que substancia derrama en mi soledad.
El rumor de un clavel se balancea aferrado
a una aurora tricolor que sueña en paraísos
virginales.
De tu voz cuelgan lustrosas mañanas, azotando
el aire en mis manos.
 Las campanas descienden a sus propios suicidios
de cartón con sus velludos pechos de amor prudente.
Curvatura del pecado original confabula absorbiendo
tu nombre ultramarino de ilusión.
Materia pronunciada en placa de metal eleva al
silencio a su llegada de envoltura descartable.
Reloj ladrador de oceánicos vericuetos quita y pone
su dentadura de papel para el abalorio del ahorcado.
Confusión de brumas y penumbras atan de luz sus
diéresis penitentes como un reflejo descorazonado.
Sabiduría del alma presintiendo un clamor de rosas
que se aglomera al orbe para pedir su libertad.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 23 de marzo de 2022

Manto de la floresta salpicado

 

Manto de la floresta salpicado
por la fosforescencia
junto a corales y telarañas
tu alma como un heliotropo
se angustiará en el
lamido de palancas brutas,
sin el manotazo mortal del
crepúsculo,
dejaremos el estandarte
memorable de nuestro júbilo
para los futuros ánsares
apesadumbrados
que traman contra la
angustia insistente.
Ivette Mendoza Fajardo



Enyugados están los martes

 

Enyugados están los martes
con sus cabellos de maíz encanecidos
con sus frustraciones y contentamientos
con el talismán malhadado de tiempo
con sus ganglios dinámicos
asombrándonos las simientes
en días de fiestas
es el día elegido de los gatos y los cuervos
propicio para ellos conjurar repuestas divinas
para alegrar tristeza equivocada
y recalcar sus errores caprichosos.
El destino es un sempiterno martes rancio
que vive para azotar la carne y demuestra
ser amonestado ,atolondrado ,malsano.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 22 de marzo de 2022

Una canción


Una canción-un automóvil verde-una mano del cielo
haciendo repiquetear vientre de albas vientre de luceros,
luceros de los siglos en la invidencia del dorso pajareado  
tantos sonidos que de las paredes inscriben con      
melodías de migrañas abismadas que trepan en hueso
ardiendo,  
mofando los vasos capilares de los mares
mofando el vacío dilecto de la esperanza. 
Ivette Mendoza Fajardo



El momento entumecido


El momento entumecido
de pensamientos expatriados,
el sigilo angustiado que cargamos,
el sonido que nos delira.
La madrugada arropa
donde sentimos el sueño fúnebre
combatiendo la niebla estelar
envejecida por los años luz,
el alma abarcará su carne amistosa.
Ivette Mendoza Fajardo



Las sílfides gritonas

 Las sílfides gritonas revientan en la noche
la espuma del sepulcro intransigente.
El delirio del reloj escapa tras el azogue
voluntarioso.      
La silueta incorruptible agranda el golpe
deleitoso de los números predicadores.
Espectáculos de crepúsculos conquistan 
entre filosofías abarcadoras.
Mañas mojadas quiebran la cordura veloz
en guantazo quieto como caleta
preñada en el vacío.

Ivette Mendoza Fajardo



 

lunes, 21 de marzo de 2022

Probábamos la soledad

 

Probábamos la soledad,
elixir amargo
que el destino importuno derramaba
por aquellos confines seductores.
El descanso leve como un ángel entristecido.
Cuchicheaba el sol en una floresta de olvido.
En un huerto del infinito
¡Ah la manzana, tan perspicaz latía!
de un astro turbado con hábil denuedo.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 20 de marzo de 2022

Entre máscaras y vestidos expulsados

Entre máscaras y vestidos expulsados
de tendones, los dioses del escote
fecundan brizas de sudor cuentista,
durmientes y alcohólicas
como un solfeo de feminidad
intoxicadas de pasión,
aquí me aletarga la sombra
con ferocidad ponderativa
bajando al esófago
de abismos y atracaderos
donde caletas empalizadas
embisten al dolor
y la nostalgia preguntante
con cada marcha del tictac.
Blusas rasgadas
por la bronca risa y el instante
electrografiando poros sedientos,
fanatizando grafemas y ligamentos
en trazos al viento desmerecedor
donde no dejó de existir en
la anatomía de la soledad. 
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 19 de marzo de 2022

La mente se hace música después de una lágrima

 

La mente se hace música después de una lágrima,
subrepticia en el festín de los pensamientos.
Acaricia en la doncellez de almas,
dibuja círculos de fuego como interpelando dudas
en la noche encadenada de Ulises.
Inventa en los andamios de la añoranza,
entre los olvidos de la epidermis
acalorada por esos gestos cabriolados.
Busca en el aplauso 
la solemnidad lluviosa de la pasión.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 18 de marzo de 2022

Desgarrando el poema bezudo

 

Desgarrando el poema bezudo,
exactitud neumónica
entre impulsos catárticos
y desvelos denostados
que se ajustician para
el rito nupcial de la tristeza, entre
ríos de nobleza que estornudan
por no encontrar arquetipos
benévolos;
aun imaginando
en el piélago espiritista
del mundo deleznable
deslizándose sobre
relámpagos enfebrecidos
como oquedad de amor inmolado;
que retuerce absolutamente
el tiempo inviolado
sin trazar la trayectoria
de un triunfo feroz
que mira lejanamente
ese rudo esfuerzo
fulgurado en el alma;
olvidando la imparcialidad
del viento, del poema
de un corazón malacostumbrado…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 17 de marzo de 2022

Tramas sobre la mar

 

Tramas sobre la mar...
ahuesadas trasparencias
se extienden a lo largo de los atardeceres juguetones,
definen con sacratísima razón las formadas memorias,
de los átomos,
fantasmagóricos locuaces que petrifican la aligeradas
cortinas de la reminiscencia.
Se decapitaron los huesos y el castigo lechoso,
bajo la esperma de ceniza que los resguardan,
la demencia glandular resiste al bubónico final,
parapetos de mil leyendas en ilusiones ingenuas.
Cada pixel expande un horizonte sobre la piel del alma,
y en él se multiplican las horas y los cielos,
realizándose como una sonante oratoria mitocondrial,
furias exclamatorias del viento que dejó la
solitaria actitud del error despabildo.
El calendario está cabizbajo a la deriva…,
de virtualizar misericordias oxidadas...
¡Las renuncias masculinas y las estancias de su vida!,
educando valores automáticos en su lúcida visión .
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 16 de marzo de 2022

Bebo el apio de la sinrazón

 

Bebo el apio de la sinrazón del instinto
cuando me amase la fuerza ebria de tu fe
y nos remplace la roña de inventar adioses
bajo el embozo desvirgado del recuerdo.
He de encerrar aquí las bagualas del tiempo,
perezosas babas de mil dioses
examinando el último ruido de tu huella.
Tuvimos el clavicémbalo inaugural del diluvio
que conjugaba la potencia descaminada de estancias
sobresaltadas.
Traducían las ventanas del vaticinio apenado
de cérvix regocijada
en la ginecología insurrecta del pecíolo,
mientras encadenaban mis labios el
casquillo retozón del viento
tras la maldición trillada de un guijarro desconcertado.
IvetteMendoza Fajardo



martes, 15 de marzo de 2022

Osa Mayor de daga rabiosa es cosmogónica

 

Osa Mayor de daga rabiosa es cosmogónica, no televidentes
paraxiales en conspiraciones ni sangre en terquedad.
Lo entiendes, Chopin; predices la fe perdida, me conjeturas.
El trastorno espacial puede alojarse en la mocedad de una
pupila cercena ante la incoherencia de su turbación.
Detrás del violín del fauno se ahorcan la pendiente consoladora
de tu espacio vital, el otoño aficionado sobre tu frente,
la maquinaria enferma en tu destello de subconsciente.
Coplas emocionales de licores y algunas desventuras esqueléticas
dirimen por tus cartílagos, los peces anarquistas se preguntan
la media luna rayada, engañadora. Bach apuntalando su pauta delatora.
Un muerto no comparece contra los agravios ¿Mozart lo entiende?
Averno de clemencia del cielo en el averno en casorio del apéndice.
Al fin has llegado: la sombra se levanta ciega desde tu pecho.
¿Qué harías con la nomenclatura de tu memoria en su sexo de agua?
¡Piénsalo bien desde tu escenario distraído!
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 14 de marzo de 2022

Dormita el silencio

 

Dormita el silencio conmigo, a mi lado, se acercan los corazones
sangrantes que nunca besaremos, suda el resplandor de tus costados.
Se asfixia el metal manso, incalculable. Lo mutila el apetito, el resquicio
enmudecido de un objetivo claro, el dintel que encierra misterios, o
aborto de muchas auroras. Una muchedumbre de noches inefables
corroyendo mis entrañas, una pantera anhelante, algún camino ciego.
Las horas soberbias substraen signos vagos en las imágenes, restituyen
a la tristeza su libertad sonora. Grazna la mecánica constante de miradas.
Se desvía la racionalización humosa en esta recta. Parece que el afán peregrino
se guardó de sombras. Es temprano en las celdas explícitas que no comparan
al suave vicio pantomímico de la congoja. Es un violín sobrehumano
si lo tocas de cerca o de lejos, que en medio de la tarde va abriendo una
melodía fervorosa, como torneando solo el rumor de mi luz germinal.

Ivette Mendoza Fajardo



Un alma de carbono acongojado

 

Un alma de carbono acongojado
aprieta tu cabeza con encono y de sorpresa.
Suplicando al vidrio, las hojas se entretienen
y se menoscaban entre el asfalto y
los entresijos liberados.
En las autopistas se pierden las cosas
que juramos con carburador de amor canonizado.
El provocativo ajetreo del latón,
flameando su calentura cotidiana,
me acorrala con pulmón ajeno
y me domina con su voz amenazante.
Empantanada calavera derrumba mi ventana
y la odisea de un prisma se desnuda
regurgitada por macilentas nebulosidades
y un réquiem de miedo oscurecido hasta el
castigo.
Por extender el génisis de un ensayo
conmocionado que atestigua el testimonio
del viento entre códigos y vaticinios,
develando el insufrible instante de la
eternidad.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 13 de marzo de 2022

La garras se resbalan como toboganes

 

La garras se resbalan como toboganes en invierno,
la piedra mental asfaltada de calle que en un resguardo
es la custodia reintegrada en el cielo.
Ahí quedaron los perfiles quemados
que crean un abstracto transitorio de caprichos.
La inercia bulímica que me coloca a pensar,
mientras el viento de todos canturrea la negación de su yo
y en la anchura un agujero de emociones con miedo
eterno.
Guinda del sombrero flemático de una dama
que la gravitación libera a una madreselva invidente.
Los cachos llorosos de armadura desperdiciando el
cansancio de corazones deshonrados.
Las callosidades de leyendas averiadas
como el sonido importuno del párpado dramático,
como si fuera suficiente el beso autosugestionado
que mi piernas invocan para deletrear lo que se presenta.
La catalepsia arrodillada en la ensambladura de metal
que un maquinal cretino deshace en el torbellino hostil
de patines estresantes.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 12 de marzo de 2022

Desengranado en los frondas del tiempo

 

Desengranado en los frondas del tiempo, el mundo
es su acuarelada voz. Se pierde 
con garganta enyugada de lirón furibundo,
escarabajos y escarabajos desilusionados
enmarañándose. Son los lamidos de regreso por el costado
del infinito, el sitio trasnochador en donde el olor
a magnolia suele ser una olla de apatía equivocada,
como vellos del instante bajo las abejas que
hacen su colmenas suplicantes de cuervos astrales,
hacen sus íntimas perspectivas, su desenrollo
de pedernal; nevadas espeluznantes deprimiéndose
y rebuznando en sus cetros. Así nos ven dentro de
la amargura muerta del fruto pestañado del siglo, y de luna
que baila con pasos de ballet en la cuerda vital,
con su pureza de caracolas; allí van degollándonos
con su fogosa luminosidad, que es tonada de agua roñosa,
y que es génesis con el fuego, y es el siempre, el
siempre  azotando su glotona lucidez.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 11 de marzo de 2022

Desde su ausencia inicua a tientas

 

Desde su ausencia inicua a tientas,
desde su ramaje calenturiento, repiquetea
vertiginosa en su ebullición la desventurada
figura del conjuro que te aclama a la argumentación.
Tu nube de celuloide vetusta, bajo la risa azogada
de la intuición de la noche que saben lo que yo fui,
lo que no soy desde la comparsa de la eminente lejanía.
Océanos de osamentas como vértigos de olores siderales;
como continentes de alas cerebrales que percuden
triunfos fatigados,
como marzos adivinatorios saciados por inviernos en
sus análisis psicológicos.
Un mañana social entre hogueras caducas emocionalmente
matrimoniales; catafalco aeróbico con conocimiento de estímulos
del amor viral en compulsión recreada bajo el sorbo psicópata
de laberintos desengranados;
biberones de llamas frías de cada instante poco antes de su
infeliz verdad, sujeta de la cintura al beso debilitado del siempre.
De la esquina triangulada del tiempo emerjo con sináptico apego;
el urbano egoísmo junta sus vértices trizados y su empatía bruna
alimenta errabundamente su fetichista corazón…
Ivette Mendoza Fajardo



Intempestiva permanencia del río

 

Intempestiva permanencia del río
relampagueante de enojos pétreos
que súbito nace en las elasticidades
ignífugas de sus borrascas peregrinas
sobre un millar de estepas pasionales.
Lo es o no lo es plenilunio de diluida
imaginación nublándome con su
infecunda recordación que abunda
sofocando el acantilado llorado
de sus ritos infanticidas.
¡Ah inmortalidad aureolada al pensar
en la orilla de la tempestad figurativa!
Zumo de volcanes encajonados en
paisajes del entendimiento
como si las tinajas de los truenos
rememoraran el crepuscular torrente
en ultramar;  ante la maroma evolutiva de la
derrota que pasa por el ojo de una aguja
para sondear los agujeros negros de la
consciencia funicular como un vacío
que mitiga caminos cacareados en el
periscopio de sus lunas terapéuticas.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 10 de marzo de 2022

Jugamos a destierro

 

Jugamos a destierro irradiación de frutas,
a sequito de espigas quisquillosas,
a potentados de espejos dementes
y ranciedad desaforada de crepúsculos.
Jugamos a singladura vaporosa de
bisonte manso y su ilógica matemática,
a floresta de zafiros geniales.
Jugamos a niebla asombrosa
es decir por la esquina clamorosa,  
pudor de mansedumbre,
en la tierra chata de lazadas desvalidas
entre aguardientes impotentes de rencor.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 9 de marzo de 2022

Atropellada garganta de las negaciones

 

Atropellada garganta de las negaciones
filosóficas del reto agriodulce dentro de las
incertidumbres desveladas.
Clavos apolillados de iglesias revolucionarias
horrorizadas sobre el esqueleto tonto,
semejante al pájaro milagroso de la horrenda
soledad, que retuerce el eje circular de mis
caderas nubladas amorosamente de inviernos.
En mis sienes, la danza caprichosa arando
huesos de un canto milenario del Siena en el
velamen inmóvil de la jactancia otoñal como
un racimo de uvas colgado a la vida del vacío alado.
Higuera melancólica sobre mis humeros
exitosos como un nido mundial de garrapatas
enamoradas de mi entorno subterráneo.
Humildad del surco idolatrado jalando el
mechón de bambalinas acusadoras de lenguas
iletradas.
Metabolismo de la escritura estupefacta de
ansiedades de ferrocarriles saludando lo
lo horripilante de un desierto tragado por los
mares del alfiler inexplorado y retóricas felices.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 8 de marzo de 2022

El manotazo sabio

 

El manotazo sabio que da mi actitud a un vals
lleno de problemas, lleno de problemas, problemático.
La botica del capullo donde se vende dolores y
enfermedades majestuosas con asombros femeninos.
Filosóficas arañas de actitudes contundentes tocando
el violín inmaterial de las botas enloquecedoras.
La sombra desencantada de la novela ortodoxa 
se hace sublime en el panteón del estornudo
industrioso con ratones diagonales.
Mi instinto vagabundo lleno de frío y su manía de
panza abierta que se orinó en el ataúd unánime
de la amargura como el moho hospitalario con
ritmos dialogantes. El capitán del orbe que no
capitanea nada más que en el piececito goloso
de la podredumbre. ¡Escucha, escucha! vamos
cabalgando en la nueva generación de las gaviotas
histéricas de neutralidad dentro del embudo plebeyo
de interrogaciones trágicas. El hedor del alma
en su catafalco pierde el sabor
de la faz de la tierra y ejerce su poderío magistral
boqueando. El traje del espanto con figura de trompeta y
dentadura de tristeza ebrio dentro sus errores.
Un sol humilde con cara de hojas mustias camina
por los ríos de alquitrán y se embaraza de juventud
y mi cuerpo es una ola gigante de hospicios radiadores
disolviendo pulpos bromistas asesinos inocentes.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 6 de marzo de 2022

En la cuadratura de la mirada sufriente

 

En la cuadratura de la mirada sufriente,
la hojarasca es su pasiva indiferencia
que piensa entre la intrépida proclamación de la
ilusión estelar y su llama clarinada de preceptos.
Apocalipsis popular vociferando nubes negras
del ensueño roto en platas corpulentas de las vides.
Décima confusión en las ruinas del pensamiento
como la blanda muerte que no tuvo un destino feliz.
La música del frío deja, sus canciones de cuna a la oscuridad.
¡Oh satisfacción liberada del frágil lamento! Tributo que
despide la adolescencia del bisonte con su puño cerrado
como la sierpe que muestra su debilitado diente de oro.
Contrabandos de nieblas tratando de revivir,
la cicatriz del mundo, con sus ojos de metal bajo la
soberbia del zaguán malhadado en su trocada razón.
Refocilándose dentro del vientre de la democracia
con zapatos de humo, los océanos de acero escudriñan
su pasado quebrando montañas bajo el relincho del infinito.
Ivette Mendoza Fajardo



Y los labios cuelgan del motor térmico del beso

 

Y los labios cuelgan del motor térmico del beso,
atascado a las sienes que como un instrumento
sutil utiliza las oscilaciones del sueño acongojado
y la entalpía elemental de la ficticia sensatez.
¡Ay y ya dispuestos siempre a palpitar en el lecho
del átomo exaltado!
En cualquier molaridad la angustia dramatiza
su entorno y el corazón de la humanidad
se torna erguido junto al
agachado olvido que atrapa al aire su liberación.
Su prédica de sombras y enigmas,
suave predica para su energía latente que suplica
por esas manos diestras,
que levantan desde los sepulcros hacia el
poniente ansioso por donde la alborada
comienza a germinar y el sol espigado de elocuencia,
sale y termina hasta reclamar su sediento mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 5 de marzo de 2022

Entre dos transistores asustados y sin tregua

 

Entre dos transistores asustados y sin tregua, va la
intensidad esperanzada del tiempo que con ferocidad mueve
la lámpara incandescente de los muertos
que no descansan en el eje del infinito,
que asustan y cargan al generador y al electrodo
de emociones; que nos llevan al cataclismo
de su alegría antisocial ; que engendran y nacen
en los efectos fotoeléctricos del instinto oscuro.
Entre los diodos de la suposición por donde
sobrepasa cualquier cordura o entorpecimiento,
el digital espíritu desenvainando sus nervios queda,
para adorar materia bajo el potencial eléctrico del alba,
para buscar en su destino la individualidad dinámica
de la realidad.
Exploraciones en la psicosis del atardecer.
Derivaciones despavoridas del espacio libre
que nos anima y responde despierto; y
su capacitancia preguntante del dolor agitado de la carne
maniobran las mandíbulas polarizadas que sienten sed de
poder en el amplificador giratorio de los halagos.
Ivette Mendoza Fajardo



Recamando al siervo del subconsciente

 

Recamando al siervo del subconsciente
ladrado del murciélago eclesiástico,
regularmente sociohablando
por las avizoradas horas teocráticas,
deliradas en la agridulce
cicuta de la pulpa machohembra trasechada.
Escamosamente filosófico se descuelga
el sollozo tridimensional,
langostino glandular
que tiende el pez auscultar
la acuosidad de los sentidos.
Lo catatónico endereza el silbido
neófito del esternón
desollando la costilla trascendental,
pataletas del terror amaestrado.
Ivette Mendoza Fajardo



El eco lagrimoso

 

El eco lagrimoso que enchufa nuestras verdades crucificadas
es nada; en el círculo cuántico navegando a lo inmortal,
chispean las orbitas bondadosas de la lunar enajenación.
Ataviada chispa aventurera que jamás se doblegó,
ni en las pupilas extraterrestres
ni en la catedral de las caras ultravioletas,
que siempre fue un Lázaro en la cama de la
bienaventuranza,
en el fuego resonante de su soledad de agua florecida.
Poder repetido vividor acorralado de enfurecimiento
y comido por aterrado y adolorido de inocencia nuclear.
En la hermandad del concepto sideral
de los métodos moribundos entre las bocas de la eternidad,
guillotinas emblandecidas para amar estrellas colosales.
¡Un eco de voluntad aristotélica!
que se materializó a media
que se adormeció en el Big Bang...
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 4 de marzo de 2022

Hay un sol mamífero que se amamanta

 

Hay un sol mamífero que se amamanta
en la copa de la vida y retorna con un
tsunami de geometrías gordas caprichosas
muy semejantes a soles del hachazo agónicos
que reposan en el callejón de la metafísica
con actitudes de manzanas sarcásticas sin fin.
Asesinato de astros chacales revolcándose en
la lengua de un niño huérfano de cintura
estelar con su mirada de agua enferma.
Con grandes togas rojas, maldiciendo y
golpeando las auroras, las salamandras
iban, a veces parecían caballos escandalizados.
Extrañas pesadillas salían de sus tumbas
acuchillando sus dolores panzudos con una
radiografía de un reino temeroso de estufas
prepotentes hacia al calor añejo solapado.
Y era yo la voz funesta del entonces cargando
la tenebrosidad azul de la tierra porque había
que soplar su cara delatora, encanallada
de espíritus carteristas. Se arriesgaron a
dialogar y solo dialogar con pájaros doctores
de la ley como ungidos en un playa enlutada.
¡Oh odontólogos de la tragedia del instinto!
con sus bocas confundían la última alternativa
que les daba el sol en su panel de articulaciones.
IvetteMendoza Fajardo



jueves, 3 de marzo de 2022

?Qué es esto que cruje?

 

? Qué es esto que cruje cuando desparramo
este azotamiento de bocanada infinita,
estrellándose ante las bisagras cósmicas?:
Tal vez es el gusto retorcido de la memoria
impertérrita en mí cintura municipal,
en la rabia morosa despotricándose de lluvia
en este desenfado siniestro tan solo a su orilla
cuya melancolía cabalística no soy yo ni eres tú,
sino la dinamita abotonada del miedo naranja,
la elocuencia de la noche incontestable,
al acecho de mi olor a muerte en su infancia mental,
el teorema llorando agusanado de auroras
adheridas ¡en mis pestañas estrelladas de angustias!
Ivette Mendoza Fajardo



Pronto el adiós periodístico será contra -sonado

 

Pronto el adiós periodístico será contra -sonado
y su capilla consuetudinaria arañándose en tranvías.
Otra vez rajarán mañanas los colores del alarido,
acongojarán los sepulcros y el jarro vagabundo
coqueteará banderas automáticas y agrestes
sobre la telegrafía fragante del universo.
Nadie sabe cómo rebasará la espalda del límite
de este suspiro de la espina entre semillas
furiosas que estuvieron concluyendo a quién retrató
o que domingo alucinado destechó de argumentos
del otro lado de la bandana migajada de nervios.
Hay revólver en el molar de las trasmutaciones
y empequeñecen los gusanos al ir fumando
gravitaciones discordantes alcanforadas.
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 1 de marzo de 2022

Entre tanta ternura

 

Entre tanta ternura delincuencial de las palabras
el huero mundo virginal para cargar a acuestas,
amarrado por un borracho recuerdo,
seducido por chicharras amedrentadas
no hay parábola pirata ni raya expresiva idolatrada
ni piedras de locura despellejada
que lo manoseen más que el regreso quemado
del despavorido olvido.
¿Por dónde ametrallan y desgajan estas convicciones?
¿Quién intimida y porqué a esta anca roedora de vida
arterial que se torna puerilmente violenta?
Victrola argumentativa no encuentra música en acordeón
diluido de blancura o algo que lo resista en su muerte
telegráfica que huye como una vieja quijada tuberculosa.
La cuchilla madrugadora la desnuda en la noche del martirio.
Ivette Mendoza Fajardo