El mundo aquí se acomoda
El
mundo aquí se acomoda.
El
bacanal abundoso se requiebra hacia
la
sima rotunda,
taladrando
extensa música
donde
apenas taconea el tambo del artificio
y su
vestido de casa vibrando fuego.
La
rodilla canta en mocedades, el talón entero escucha
sus penas de lava como un espejismo sombrío.
El humo de cigarro deshoja el tiempo convalecido,
llega
como una lágrima calada carente de memoria.
Mi
corazón está pendiente de las horas infinitesimales
que
permanecerá en sigilo por las noches.
Escucha.
Los vasos avarientos se pelean,
se
bambolean los cuchillos antisociales
hacia
la madrugada. El tenedor antimotines
se
adelanta a protegerlos.
Como
una sonrisa fatal el bacanal se ha doblado
y en
el delantal del licor más bravo
aguzan ahora sus despojos.
Ivette Mendoza Fajardo