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viernes, 31 de mayo de 2019

Llamaradas, esencias y melodías


Llamaradas, esencias y melodías mantienes
en pretérito embeleso y en influjo disparejo,
y enciendes y perfumas, en suaves movimientos,
como pareciera extraño, la victoria en el claustro
de luz y  del calculado silencio se estresan y mienten
en las hora dilectas o en su caudal de plumas.
El guerrero me llama en la noche transitoria,
oscuridad del juramento perdido, alma de la
cabalística estrella. Amor de gloria y de blanco
ropaje que amasó tantas veces el espíritu
del ciprés y se redujo en el vórtice cero del alba.
Sábana nupcial del satírico bordado se une
al fatuo beso ardiente y a la mano de hierro
donde florece la muerte y cruzamos torcidos
por los confines del universo.
Ivette Mendoza


jueves, 30 de mayo de 2019

Un verso para soñar


¿Un verso para soñar?
para ser quizás destello en mi camino
o el último adiós en su larga travesía,
mientras la palabra es el altar rimado,
la tinta en su pretérito pluscuamperfecto,
ve algún trazo en el amor.
Un verso para soñar
mientras prolonga sus metáforas en la altura
yo busco en ese cielo poder imaginar la melodía perdida
y lloro y rio y canto y sufro porque me tiñe de gris el alma.
Ivette Mendoza

Un pedazo de cielo


Un pedazo de cielo. Un vaso repleto de
de alas y espinas se derraman hacia afuera.
El delirio del día se desliza entre los muertos
con las mismas sonrisa frías y torcidas.
Le siguen la imagen de la estatua. No la representa,
se refiere a la curva alcanzada. Salgo de esta
condición donde elige la elocuencia su gangrena,
y quedando ya en la sombra, solo un ángel
blanco supo que pasó contigo.
Ivette Mendoza

Una noche con mi cuello hecho de helechos


Una noche
con mi cuello hecho de helechos
sin secretos ni infidelidad
con la forma de mi forma
cuando la marea era azul en el espacio blanco
la mancha vegetal se extendía
en el cataclismo de la tiniebla
o por el contorno de mis caderas.
Y mi sabiduría era fiel a la de otra época:
y mi sentimiento era un musgo medieval
que provenía del fondo del mar.
Ivette Mendoza


miércoles, 29 de mayo de 2019

Entrecruzados elixires del vitriolo


Entrecruzados elixires del vitriolo
dejando fichas y nervios sin valor
se aglomeran y un segundo después
lloran agua de siega, surco y de cristal,
se encrispan, caen y vuelven a caer
a la empinada del árbol inmaterial.
Marioneta en la cima del desplome,
saboreando lo ardiente de la caricia
con su ruda indiferencia derramada
y sin raíz. Veneración de mi cuerpo
desnudo que se transfigura en un óleo
terminado.
Ivette Mendoza

Saludo demiurgo dentro del receptáculo


Saludo demiurgo dentro del receptáculo como
la clausura escalofriante del mármol adjetivado,
luna del desvarío y del sueño nunca hablado,
un lenguaje herido pronunciado en la piedra.
No te entiendo, nunca te entendí
lo del caballo desbocado en el estanque
ni lo del granizo de la vida,
o del corazón de la lluvia desdeñosa
y de todo lo que es agosto es de la corneja del estaño claro,
y la almohada que besa el impecable recuerdo
y el falo humeante de la insólita eternidad.
No te entiendo, nunca te entendí
tan pronto me acogieron los siglos
y fue el temblor de la efímera visión enjabonada
y fue el impulso que tuve con un pie,
y fue mi imagen
que se apaciguaba entre risas, en la espuma.
Y hoy es el mismo fin con distintos sueños
junto a aquellas pasiones más devoradoras.
Ivette Mendoza


No eres más que la córnea obsesiva


No eres más que la córnea obsesiva
del cántaro del alivio y la muerte.
La verdad ridícula de la párvula idea
Los alones fingidos del adagio y el hueso
El dibujo pueril de la mística palmera
El desierto locuaz de los corzos heridos
El manantial que bala el turbio embrujo
La fiera hecha hoy la palabra de antaño
La fortuna es la escasez en el hombre virtual
Los astros rollizos y siempre hambrientos
y el resto de este poema meditando
dónde pongo la coma, la palabra
incomprendida, buscando el qué dirán
en las letras, entre pixel y pixel mis
ojos empiezan a desfallecer.
Ivette Mendoza



martes, 28 de mayo de 2019

Vida o más vida en la memoria


Vida o más vida en la memoria de su voz
sobre el alma del intelecto inédito
está el resurrecto verso alucinado
con dulces sorbos de cicuta o de ocaso.
El verso lozano que no es de otra manera,
su corazón metafórico en hierro maleable
fueron filos del dadivoso amor
de una musa sintáctica que amaba sus días,
del movimiento de las hojas,
de la miel en sus labios,
del pájaro en sus ramas verdes,
de la luz entre las penumbras,
de las pasiones eternas en llamas,
del candente beso de uvas exprimidas
de la melodía y su vibración sonora
que mueve los labios para poder besar.
Ivette Mendoza

lunes, 27 de mayo de 2019

Melancolía en desaliento de aire y carne viva


Melancolía en desaliento de aire y carne viva,
que deja como un ancla atravesada al corazón.
Vestuario gris apenas con la esperanza negra,
con el placer de siete llaves, del barco encantado.
Alba esencial del ritmo de una veleta ponzoñosa.
¡Oh destino ciego y cataléptico del párpado humedecido!
Yo del ámbito huía por velas y por ojos hacia al más allá;
en el mismo día en que, al fin, deje de llorar.
He de barajear un requiebro del mar por un
candado de oro que ha venido de una estrella polar.
Lanzamiento de baúles pesados por extraña coincidencia
embarcan y desembarcan lo desterrado y vacíos los vencían.
Agonía en el alma de agua salada con el peso
de palabras y de alas, su fuente original.
Ivette Mendoza


Sueño salvaje que dispusimos soñar

Sueño salvaje que dispusimos soñar,
negación devota de pupilas y satén de su rubor mágico,
combate repentino ante la muerte de tranvías
y dormir en cada máquina de su mueca fresca
que adorna el traje papal del búho y  la tristeza.
Fenece la tiranía del Tristán y del enclave cíclope del alado buitre,
música de la lluvia torturada sobre lágrimas de luz,
fue ese día que lo hizo temeroso en las garras del Titán
con su coraza nuclear.
Y llegamos a la abyecta angustia del carbón
sobre su sexo esencial hasta deslizar la nube en el espacio del salitre
sin querellas, sin brazos dolientes,
sin acuarelas, sin glándulas, ni cerebros.
Y llegamos a vivir con la evidencia sin fortaleza
Y llegamos a dormir bajo el lascivo hálito de lo oscuro.
Ivette Mendoza

Pájaro de la muerte de alto vuelo


Pájaro de la muerte de alto vuelo e inmaduro
hermosas manos donde va ardiendo
pequeño dios, nariz de lata llamado Epicuro.
Héroe hipocóndrico, sabor de tribulación,
Agudos párpados, filosos dedos de traición.
Pico de oro, de signos y de constelación,
rompí su voz, quedo sin alas
me arrebató el corazón, lo maldijo un dios.
Madona, la reina astrónoma, reina para dominar
se fue a quejar a un lagar, quedó dormilona.
Y el vino que disolvió la vida, dejó la ira
dejó de convulsionar la niña lira, la niña mira.
Madona, Madona la más quejona, la más llorona.
¡Dale muerte al pájaro, fuego a la rama!
El alma más cerca, y Epicuro que te ama
Suerte del mal, lagrimas a caudal
Epicuro inseguro, Epicuro inmortal.
Ivette Mendoza

domingo, 26 de mayo de 2019

Mesetas que atravieso, por panes consagrados


Mesetas que atravieso, por panes consagrados.
Cual axioma interrogante, con un escueto porqué;
andarín de sus vertebras psicológicas y no sé qué
con filas de diamantes que el viento mancilla y seca.
La bruma me quita el horizonte, al lado de la zueca
que colinda con el valle abierto en la oración.
También así, disuadidas las selvas sin fecundación.
Es cenicienta la hierba pero es de un violeta refulgente.
Es tan tardío el vuelo de las gaviotas valerosas.
Se ha apagado el barniz de los cuervos lentamente.
Hay bruma cuando estamos en la cercanía más engañosa.
Estamos lejos aunque cerca estemos intangiblemente.
Escaso es el cobalto, la flor estéril de los blasfemos
que encuentran algo en lo mal interpretado.
Llegamos al punto adonde se revela todo y nada escapa,
con el cuello blanco manchado.
Ivette Mendoza

Llovizna de gloria


Llovizna de gloria
en la niebla de mi memoria,
tachonada de fantasmas.
Diseño rostros de papeles
para amoldar insomnios
o evocar resurrección.
Ivette Mendoza


sábado, 25 de mayo de 2019

Lira en silencios nocturnos


Lira en silencios nocturnos.
Ausencia sin llanto alguno;
las soledades terrenales
son rosas de mi jardín ante las
auroras boreales.
Pistilo soplando bajo mi sombra,
corazón lloroso, alma cantando,
rocío primoroso,
mieles en labios trémulos
que al besarlos relámpagos encienden.
Cadencias suaves para aferrarse luego
en un rítmico verano azul luminoso 
hasta convencernos que un astro gira
porque el hombre solitario toca la lira.
Ivette Mendoza
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Tu recurrente rebeldía


Tu recurrente rebeldía sobre el pudor
combate las falsas esperanzas del amor
cuando erigimos umbrales en el templo soberano.
Los primeros rayos desborda la copa de idolatría.
La pena ahoga en océanos sin melodías
pero tiene el don de la fruición ¡oh alma mía!
Cantamos más allá de lo humano con un solo ritmo,
olvidando al ave como floración silente.
Las alas tenaces, las garras potentes,
lo sabedor de mucho, la soledad temprana
un cenzontle solitario posando en tu ventana,
la ciencia incierta, la tierra muerta,
todos aferrados a la vida, sin conocer
su propia angustia, cargando ese león dormido.
Ivette Mendoza

viernes, 24 de mayo de 2019

La melancolía rompe su trayectoria


La melancolía rompe su trayectoria
El cansancio rompe su trayectoria. 
Pero el cenzontle continúa con su vuelo.

El fuego embriagado de fantasmas 
firmemente se agita. 
Y nuestras imágenes se exponen
en su desvanecimiento grácil. 

Empezamos a girar como el girasol 
en su fuerza inquietante del milagro. 

Somos como un portal entreabierto
donde lo único que llevamos en común
es un rayo de luz. 
Y nada más infinito que este paraíso
terrenal.

La luna se refleja sobre el agua
y abre un valle de misterios con
nuestras voces del pasado.
Ivette Mendoza
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Sueño estremecido


Sueño estremecido:
de amor,
sobre mis hombros
pende tu inspiración
que despilfarra ilusiones
dentro de mi ser.
Tengo cuatro letras,
grabadas en mi corazón
donde muestra
nuestro tiempo de fragor,
la historia de tu sonrisa
y una ventana hacia al alba
para dejar cantar al ruiseñor.
Ivette Mendoza
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Filial en tus huellas


Filial en tus huellas,
soy capullo de estrellas
de la mar y las nereidas.
Rojo fosforescencia.
Oculta en tu regazo,
en el umbral concreto
de la idea y el beso,
cordón de tu suspiro,
soñando en las sílfides.
Ivette Mendoza


jueves, 23 de mayo de 2019

Florece el tiempo


Florece el tiempo, las mullidas sombras
giran entre esferas de diamantes
hacia el ocaso. Frente a la primavera
canto como un jilguero, escucho el susurro
de las rosas frescas, percibo grandes mares
y oleajes fríos de olvidados recuerdos.
Todo es efímero en mí memoria.
! Oh Corazón mío! tranquilidad azul y constante,
Cómo era sombría tu sonrisa y cómo se incita.
Tú corona de geranios en la niebla, 

alma bruñida que emociona y va
por los estallidos lavanda de la primavera.
Mírame aquí, ansiosa ante la llama estelar,
mirando cómo enciende mi cuerpo su
Índigo eternal.
Ivette Mendoza


Aquí hay menester


Aquí hay menester
de ver y comprender;
aquí el amor
muere sin dolor.
Dame amor, esos besos
de encuentro como
en un cuento ceniciento.
Estamos a solas
contemplando las olas
que enloquecen
cuando todo envejece.
Para aliviar la dolencia
mantén la positiva creencia.
Que mirada más enojosa y pesada,
lenguaje que se entiende por
alma de poca cosa y tronchada.
Lastima la congoja
¿Qué mal enoja su estima?
Cuanto enfado le ha dado
que a su energía hería y
peor ha quedado.
Enfrenté al león con
mi propio corazón.
El alma llena de juventud,
vida plena de salud.
Mujer de buena vida,
corazón de buen agrado,
qué tesoro más preciado.
Ivette Mendoza

Entre trópicos tropicales se deleita el mundo


Entre trópicos tropicales se deleita el mundo
como el chocolate en sus labios.
La vida, entre muchas cosas:
es miel y flor.
Se silencia el mundo, se escucha el arpa.
Para cosas pequeñas, corazón grande.
Perdedor o ganador salen del mismo inicio.
¿Qué distancia hay del corazón al alma?
una moneda, dos caras diferentes,
en el sangriento redil de la historia: miel y flor.
La campana vuelve a repicar dos veces,
soplando con ímpetu su llama no claudica al final.
Sobre los claros clarines y el tambor de guerra,
para este amor, la soledad y la carne doliente
van por caminos extraños.
Ivette Mendoza

miércoles, 22 de mayo de 2019

Apagó la voz


Alma de alcaparra
Gula y golosina
Lucha de la tierra
Pecado para confesar
Mano del zurdo
Lagartija antediluviana
Limosna pequeña
Sin razón de hermana
Va sin arrepentimiento
Nada de sentimiento
A la tierra sin uso
Su consciencia se impuso
En su arenga de enero
Tarima con florero
Bolsa adinerada
Arcas saqueadas
Ganado para ganar
Corazón para manipular
Cabros para pelear
Con cecina cocina
La dama asesina
Trenzas en el sobaco
Aprobó el atraco
Pinto maravillas
Con gente sencilla
No afloja silla
Robó con Dos
Apagó la voz
Ivette Mendoza


martes, 21 de mayo de 2019

Margen original de la luz


Margen original de la luz,
geranio abierto que a la mañana
vuelves llamarada
y que al espíritu cambias con cíclico sentido:
llego a buscar palabra y fundamento
más en el firmamento:
texto del amor que me soporta,
visión de claridad en constante movimiento.
El hundimiento de mi cuerpo dentro de la paz social,
su lucha incansable en batallas de tortillas, su obsesión
coloquial y su velamen sollozante.
El triángulo acuoso de un petate afligido que en seguida
derrama hacia al  ocaso.
Tragaluces a mí alrededor y gritos de su luz intransigente.
Nunca hay nada a la diestra del sueño roto
Nunca falta el reinvento de mi risa transitoria
Nunca llega el orgasmo de mi voz desnuda
Nunca falla mi cuerpo invocando oír el murmullo de la brisa
Es efímera la transparencia del aire en la música rancia de
mi alma.
Nunca, nunca jamás se unen los besos asimétricos ni su
fragancia infeliz.
Ivette Mendoza

Tierra bronceada


jueves, 7 de agosto de 2014
Ivette Mendoza Fajardo
 Tierra bronceada
Luna dorada, tierra bronceada
Mañana pura, piel frescura.
Beldad cierta, vida despierta
Fragor,  sabor, dolor y amor.
Tierra de alma abierta
Canta de una forma secreta
Al aire que respira y admira
Y vive y sobrevive viviendo
Y canta y sigue cantando.

 El astro rosado
El astro rosado mudaba en sueños en
El cielo despierto de un tiempo de seda y
Cabalgaba por la dulce cordillera:
De vidas sorpresas
De purezas floridas
De tierras a colores
De ríos de frutas
De líquida luz
De la sustancia insostenible
De hechos helechos
De insectos arcoíris
De caracoles luminarios,
Se abría de día y de noche
A perseguir las almas
En penas y las transformaba
En perlas criaturas.



A Rubén Darío

Dio su gloria y alma en letras.
Su pluma delineó sus sueños
En poesías, pintándolas de
Fluidas rimas asonantes y
Consonantes con matices multicolores.
¡Se oyen, se escuchan
Sus claros clarines de
Simétricas melodías!
¡Oh!,
Príncipe de las letras castellanas
Alumbras los castillos estelares
Y desde arriba con tu frente
Y puño en alto sostienes
La mullida luz de la victoria.
La historia recita tu lírico triunfo
Saludando la bandera azul y
Blanco.
Y ahora tu memoria
Arde y abre paso
Entre lagos y volcanes hacia la
Literaria inmortalidad.
Mi enigma

Habré de saber a qué he venido
A la vida,
Me pregunto reflejada a mis imágenes
A las que no puedo reconstruir.
Todo empezó cuando el barranco
De mi memoria hacía preguntas.
Esa sombra me perseguirá hasta en
El interrogante ocaso aun cuando
Se oculten los sonidos de mi carne.
He esperado tanto la antigua historia
Del espinoso camino y no fluye nada
En su reflejo.
Quizás fui sazonada de antemano.
Quizás yo no era nadie.
Quizás sea un enigma.
China Sea
Después de haber visto vasta inmensidad,
No solo mis ojos quedaron extasiados
Sino llenos de aprensión.
Batallones de aguas que de lejos
Miran con locura.
Inocente y perversa arcana que en
Su garganta se traga la vida humana.
Ilusorio azul, tersa bruma que venciste
La espada mandarín, algo que sucedió
Ayer y sucede ahora.
Contaba mis horas volando sobre tus
Tenebrosas aguas y valoraba mi preciosa vida.
Pero un monje me confesó que no
Era ni tan amorosa ni tan vengativa,
El conocía todas sus pericias.
Algo, algo me movía a seguirla
Contemplando, como qué con
Mis ojos al hundir en ella
Querían descifrar su húmedo universo.
Luego elegí darme por vencida
No podía guerrear con ella ante
Sus desmedidos secretos y misterios,
Yo era no más una aguja en un pajar.
Inmigrante Nica

Inmigrante sin terruño
Inerme sobre el nuevo suelo,
Detrás quedó la vieja puerta
Empapada en llanto y sudor,
Se apagó el aroma
De sacuanjoches silvestres
En el silencio azur de lagos y
Volcanes.
Inmigrante sin terruño
Inerme sobre el nuevo suelo,
De añoranzas extraviadas
Cargadas van las maletas
Que esperan promesas
O tristes fríos vacíos.
Recurre


En el hueco de mi mano posa
Un recuerdo adormecido
Sin alas ni suspiro que no vuela,
Ni deja de inquietar.
Jamás podrá ser borrón y
Cuenta nueva  porque aunque
Dormido, en mi alma quema
De encantos y de penas.
Fue un tiempo que alumbraba
La pasión abriéndose a la vida
Y las palabras llegaban al beso
Y  al asombro donde acarreaban
Fortaleza en nuestro amor.
En el hueco de mi mano posa,
La soledad de esta memoria que
Recurre como un fantasma
Buscando su  crepúsculo
Que no pudo en este
Mundo avanzar.

Como Mariposa
El hombre busca
La libertad del alma
Como vuelo de mariposa
En el viento cadencioso
Que esculpe el transcurso
De la vida.
Alma con alas de mariposa
Que de prisa se ilumina
Contemplando su belleza
Reflejada en la pausa de su prisión.
Liberación de fuego liberado
Buscando paz, buscando gozo iluminado,
Diáfana de ausencia estacionaria
Hacia la luz, hacia la calma
Con sus alas extendidas.
Alma mariposa afanosa espera
Salir o entrar al bosque existencial.
Alma, vida y corazón
Érase una vez el alma
Que prendía de fuego
Hasta quemar el corazón frío
Y rompía el lazo de su sombra
Y le daba cada día más brillo.
Y voló el corazón al viento,
Voló y voló estremecido
Y se convirtió alma en sentimiento,
Voló el corazón enaltecido.
Ahora los dos se anuncian a
La aurora, en un momento
Misterioso de terráquea ilusión,
Alma, vida y corazón.

Corazón Estripitoso
Tu corazón estrepitoso
Calma mis dudas,
Que selvático en mi cuerpo
Lo estremece y lo desnuda.
Juegas al amor salvaje,
Juegas al amor profundo
Y en el indomable tiempo
Has tocado mi amargo mundo.
Tocará su primera vuelta
Tocará muchas más
Porque al rebrote de su luz
No apagará jamás.
Tu corazón estrepitoso
Calma mis dudas,
Amor y amor, oleaje de una
Noche que canta y suda.
La Soledad del Neutrón
Hay tanta soledad en un neutrón
Que en su bamboleo queda
Descargado al aullido de la noche.
Hay tanta soledad en un neutrón
Que al buscar su libertad se sonroja
Ante su vaporosa congoja.
Neutro explotador leal a las tristezas
Dentro de su ilustre señorío,
Soledad que agita a la humanidad,
Sin piedad.
Ardiente naciente nacido elocuente
Soles que fusionan encadenadamente,
Soledad que deslumbra el presente,
Y se arroja.
Fusionados
Entre el lejano pasado y el futuro
El puente itinerario de mi vida,
La viscosa memoria de mi historia
El silencio de la nada en su gloria.
El pasado lloraba impaciente
Pensando a donde él iría y un
Miedo lo embargaba en su mente,
En su rutinario andar día a día.
El futuro fusionado en esperanza
Lo consolaba tiernamente
Atravesando ese sombreado puente
Que lo hizo madurar en el presente.
Y el ahora es un adiós y una ardiente
Bienvenida, el rayo que ilumina
El cielo y la tierra de esta aventura
Hermosa trabajosa y algo dura.


Desdobladamente
El pasado moribundo e inservible
Como mugriento y sarroso eco
Disfuncional quedaba
Al mar abierto
Estrechando su locura.
Envejeció dentro de un velero
De avarientas y febriles criaturas
Que negaban su pretérito
Al terminar su travesía.
Y arrojado al sepulcral oceánico el
Pasado inútil se hundía sin ninguna vela
En las tormentosas aguas
Y sin ancla.
Luego todo se ajustaba al momento
Hasta el hundimiento permanente
Y las marinas espumas
Alejaron la maleza  y reverenciaron
Al presente que desde lejos lo vieron
Venir desdobladamente.

Florecilla de Jazmín

Eclipsante florecilla de jazmín
Brota su aroma encendida
Mientras los soplos del alba
Esparcen su canto blanco.
Terso sueño inconfundible
Que plantó Dios en el jardín
Adorna dulcemente enamorada
Hasta pulir amor y gratitud.
Atractiva espontaneidad del sol 
Que a su cuerpo hace renacer
Con hermosura y sin presunción
Donde hoy es flor, mañana luz.
Ama al aire, ama al amanecer
Y a la tierra que la ve nacer,
Ojos de nácar blanquecinos
Sembrados en pureza derretida.
La voz del grito
Sobre el enorme sigilo de la
Inverosímil noche estrellada
Un grito profundo desde mis entrañas
Pide sin penas ni reproches:
De la palabra el libre pensar
De la vida la felicidad
Del corazón el amor sincero
Del pensamiento su sabiduría
De cada verso su rima existencial
De la historia una leyenda mitológica
De la conciencia la libertad
Del lastimoso viento el olvido
Del verde follaje la esperanza
Del poder su humildad
De la oscuridad la luz
Del mar su quietud
De la agonía la dicha
Un grito que de gozo llora,
Y su voz presente está.
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