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domingo, 26 de mayo de 2019

Mesetas que atravieso, por panes consagrados


Mesetas que atravieso, por panes consagrados.
Cual axioma interrogante, con un escueto porqué;
andarín de sus vertebras psicológicas y no sé qué
con filas de diamantes que el viento mancilla y seca.
La bruma me quita el horizonte, al lado de la zueca
que colinda con el valle abierto en la oración.
También así, disuadidas las selvas sin fecundación.
Es cenicienta la hierba pero es de un violeta refulgente.
Es tan tardío el vuelo de las gaviotas valerosas.
Se ha apagado el barniz de los cuervos lentamente.
Hay bruma cuando estamos en la cercanía más engañosa.
Estamos lejos aunque cerca estemos intangiblemente.
Escaso es el cobalto, la flor estéril de los blasfemos
que encuentran algo en lo mal interpretado.
Llegamos al punto adonde se revela todo y nada escapa,
con el cuello blanco manchado.
Ivette Mendoza