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viernes, 29 de mayo de 2020

En la inmortal promesa del amor


En la inmortal promesa del amor
Los días se deshacen en primaveras roídas
Sacudidos por arpegios
Reviviendo las ideas
Mitad amor, mitad dolor
Bajo el llameante néctar de mi esencia
Todo vuelve y se restituye
Como el inicio que se abre el corazón
Cruzándose a la vida en un rayo de luz
Las noches vuelven en sus primaveras y
Nuestros labios se buscaron
En su crítica andariega,
Las pasiones y las ilusiones
Sobre los piélagos dormidos del alba 
Se aferran satisfechos
Ivette Mendoza



jueves, 28 de mayo de 2020

Expiación en su máxima agitación del momento


Expiación en su máxima agitación del momento
Pecado que pasea su bendición del agua al fuego
Cara triste que puede llegar a cualquier cielo
Cruzamos las noches oscuras en un solo temblor
Liberamos espíritus con mácula, dolor y hambre
Como se llena el karma en su vasija de hiedra
Responder al desencanto de una amarga sonrisa
Todo transcurre entre las dos y las cuatro de madrugada
Aprendemos a filosofar con el arpa eléctrica
Alguien se roba el alma que no arde entre vocales
Hay amor y pan dentro de la vasija del canto
Porque han sido capaz de destejer este melodrama
La luz nos sigue aun sin ser devoto de algún dogma
Recobrarse del sueño juntando partículas cargadas
De toda palabra armoniosa que envuelva la vida
Ivette Mendoza


miércoles, 27 de mayo de 2020

En bosque de oro


En bosque de oro y rosado cuarzo
Hadas de luz, elfos de diamantes exudan
Néctares milagrosos, perfume de geranio
Y sobre las pesadas piedras del disecado rio,
Lejos de su nido, canta y alegra un ruiseñor mi alma
Sus melodías están ensangrentadas y sus alas rotas.
Ivette Mendoza


Transformación de éxtasis paradisíaco


Transformación de éxtasis paradisíaco
Nieve índigo, nirvana en su carmesí clemencia
Mis ojos parpadean como aves de topacio
Transpiran al pensamiento en su decorado abstracto
Como vestirse con la luz. Unidos por una casta sombra
El alma se pierde en un horizonte, hasta su matriz celestial
En su eterna convivencia. Aun en su áurica aridez
Cuerpo en las penumbras; ha llegado el fuego a sofocarte
Y contamos con la prisa de la memoria
Eterna, extasiada en los azahares del presente
El sol, el mar, el aire y fuego en su cima y sus mullidas alturas
La mustia soledad que en su dolor escarnece
Todo sueño tiene flor y fruto, un sueño que revivir
Ivette Mendoza


Vence la palabra en ubérrima eclosión


Vence la palabra en ubérrima eclosión
Vuelco en letras chasquido diligente
Emancipó pegajosa en el cúmulo
De la nada reconociéndose trotamundos
Al dulce fuego de tercetos estrepitosos
Pasó por mi calle entre el arnés y el mar
Que la golpea, muge su destino surtida
Del gozo de lo oscuro. Es la onerosa
Obra de un niño en sus entrañas
Que siguen andando por aquí
Tiene un juguete hecho en primavera
Hecho de palabras, hecho de letras,
Hecho de emoción y sentimiento
De una lagrima contenida y un
Espíritu animoso.
Ivette Mendoza

lunes, 25 de mayo de 2020

Un tatuaje en terciopelo


Un tatuaje en terciopelo
Cortejo de maquillaje
Paisajes sobre mi piel
Desviado y necesario
Usando tinta invisible
Lo retoca la aguja zancuda
Vida prendida en trazos
Pincha aguijón siniestro
Sólo así subsiste inmortal
Línea a línea, pincho a pincho
Abre mis puertas de sangre
¿Quién elevaba mi alma
A una obra maestra 
De tatuada ficción? 
Ivette Mendoza


Despertar con los pies canguros y maltrechos


Despertar con los pies canguros y maltrechos
Sosteniendo mi rostro marsupial y segmentado
Un pie una mano arregostados a la punta del cuchillo
La carpeta es carruaje y carrusel categórico y casual
Sólo así traigo el tiempo con la célula vegetal
Le he devuelto su grito australiano agudo y oceánico
No ha sido en vano
El agua acaba por estrangularme los pies
Y vale el oro que se conmemora en mis uñas
Y veo, y pienso, y digo
Que de todo esto
Hay un sentido de estar vivo dentro del nexo explicativo
De despertar con los pies canguros y maltrechos
Ivette Mendoza

Hay humos de escaleras que acortan la zaina grieta


Hay humos de escaleras que acortan la zaina grieta
Nuestras grietas crujen en su libada juventud
Las zurcimos con martillos aligerados
Y martillamos nuevas grietas entre sus grietas
La grieta está hecha de la chanfaina del chisguete que
Nos permitirá beber hasta desfogar conservatismo
Y se escuchen apenas un espiche espirituoso
Hay grietas donde hundimos nuestros pasos en el
Idóneo hontanar donde sacamos la lágrima orate
Se parten en tres veces tres palabras entrecortadas         
Increpando caer en la zaina grieta abierta en mis manos
Son hoyos, alabanzas que se refugian en sus artimañas
A la que hemos intentando morder el sobrado intento o
Para derrumbar el insulso lecho de la piedra tóxica
Y probar que nunca subió a su eyectado entorno
Porque no había un fomento dentro del tormento
Ivette Mendoza

domingo, 24 de mayo de 2020

Y nos dispusimos a divagar en el dédalo del sueño


Y nos dispusimos a divagar en el dédalo del sueño,
Denegrir la falacia de los párpados y la gula híbrida de mi piel,
Batallar tus hordas lacónicas de monolitos neófitos
Dormir y saber soñar, ser matutina y estar perdida
Sobre ósculos de música onerosa
Basta aborregarse sin sevicia al vacuo vestido de
Lentejuelas arzobispales
El venático purpúreo y la melancolía,
Oréganos con zalamerías de un incienso barroco,
Mi música flemática: deprecación y egida de su pícaro entorno
Tu armadura de titán de infiernillo nuclear
Se acerca al comulgante trueno sonrosado a
Divagar y solo divagar en el dédalo del sueño
Ivette Mendoza



sábado, 23 de mayo de 2020

Mohín de metales fríos


Mohín de metales fríos, mueca de guillotina
Cuando con los días calculados en abundante pirotecnia
Pretendes, creces, piensas cosas quebradas
Leve abecedario de los mares fofos y virginales
Y cierto grado de noticias o violas rotas de la negra leche
En verdad yo me bebo la vejez del té chino
Chivato del recuerdo garabateado al reverso
De decadencias y bendiciones a cosechar olvidos
Bajo el sacrificio del Irlandés, y su estéril huida
El tiempo vuelve a la estampida del jaque mate
Sobre el coronavirus de tu mascarilla, mientras
El ulular madera entona la nota muerta.
Ivette Mendoza

Tu mirada se pierde en la cima metafísica


Tu mirada se pierde en la cima metafísica
El leve parpadeo de la hiedra verde
Conecta a la magnolia del silencio
Veo correr tu corazón hiperactivo
Por los poros eléctricos de mi piel
Urgentemente, bien diré tu nombre
Al abrir los ojos en tu ausencia
Susurra el alma a como silba el viento
Revolviéndonos entre penumbras
En la volcánica superficie que nos
Junta.
Ivette Mendoza

Rompiendo el espíritu de seda


Rompiendo el espíritu de seda
El himen entre corola y pistilo
Que se esfuerza por ser amor
Pétalos de placeres fluyen
Para encontrar el gozo
Del alma inocente
En los campos celestiales
Del mundo frágil                    
Que escucha la voz ardiente
Aunque la sombra torne triste
Inmortaliza la ley del creador
Absolutamente
Los labios anhelantes
La lumbre sobre la frialdad
Que mira inequívocamente         
El divino jardín y sus retoños
El cuerpo todavía apasionado
Sin consumir dudas
Para transformarse y vivir intenso
Dentro de un antropófago corazón.
Ivette Mendoza


viernes, 22 de mayo de 2020

El enebro irresoluto del débil martillo


El enebro irresoluto del débil martillo y su mollera cruda
Blando y blanco desenfundando su sable pendenciero
Sócrates lo arremete en juego de tablillas en un taco a taco
Agregándose Gueguense deslenguado en una bolsita de milagros
Como vienes y te posas en medio de mi insomnio cruel e ilícito jugador
¡Síndrome de mis ayes! Patín de la abadía de su danza encabritada
Luego te faltara un premio de mi vida en la ducha cuarentena
Con mi falta de temor el muslo resiste su valentía en gota de papel
Derramo mis lágrimas en un casco de arena del canelón incivilizado
Estrellándose sobre sí mismo y decayó contigo y conmigo al nacer
Veinte fuertes espigas yertas, doble sobre sencillo desabrochando el tacto
Aparecen para darnos una apuesta luminosa, cien sufijos agotados
¿Cómo viene mi alma en medio de la oscuridad? Se extingue cabal
El problema es que he besado los labios de Píndaro y su hueso roto
Su estado de aflicción marca los días en su bingo dudoso de espuma
Recordatorio en la pared de universo mulato de inviernos y solsticios
Me hace deambular en el cielo impío, recuperando la simplicidad del día.
Ivette Mendoza

Recoge el silencio


Recoge el silencio, intercede cuando brille luz con cifras de latas oxidadas
Con la postiza sugestión y su alamar catatónico,
Con la montura del iceberg marrón y su cabeza vendada
Recoge y reclama la liquidez de la sombra gris, recoge el vidrio y su filo y su casta envoltura
Como de estampa antigua
Recoge tu dogal de mieles por cada mañana que nos arremete
Parabién del más alto grado en un pez disuelto en su propia hambruna.
Más aún mi alma que colgada como un péndulo entre la lápida y un palito de fósforo
Cabalga en un cielo de febrero giratorio
¡Recógela errante y achicharrada por su voz chillona!
Ella que despierta la cólera de las cenizas,
El destello sobre la pompa del manuscrito verde,
El vino que asoma por la ventana y brinda la noticia fantasmagórica.
Ivette Mendoza


jueves, 21 de mayo de 2020

¡Abre las puertas!


¡Abre las puertas!, simiente incontenida
A cada instante el fruto muestra
Deshacerme y derramarme sobre
El mar de la era luz y la hierba azul
Que incendió sus pupilas en su
Vasta elocuencia                           
¡Abre las puertas amor mío!
Tú que conoces la palabra exacta
Algo nos queda en la firme fe     
Desterrar el mal desencasillado
Ya que soy infeliz con la suerte en vano
¡Abre las puertas!, con la luz de amor
¡El cielo desciende, dime! desciende
Con su plenitud de la manzana prohibida
Donde fuimos dos almas con sonrisa torcida
Quítate las máscaras con actitud de
Estrella aunque tengas ganas de abrir
Tu sueño terrenal en cuya nada
Se fabrican las penas emplumadas,
El magnético reloj que nos impulsa a
Recordar el lado más humano de la vida
¡Abre las puertas!, ganzúa áspera e instintiva
Colócame en un punto en la mente
Imaginaria, abre la cerradura y
Disfracémonos del tiempo.
Ivette Mendoza


miércoles, 20 de mayo de 2020

Aves rojas alientan mis heridas


Aves rojas alientan mis heridas
Amargo arañazo desdeñosa mocedad
Licor simétrico en llama viva
Bestialidad del mundo, melopea derribada
Concreto del espectáculo triste altivo
Cicatriz rentando consuelo de escaparates
Yo te vi dentro del cubo mágico de tu muerte
Como nerviosidad secreta que mitiga el oxigeno
De mis pestañas, a veces uno arranca una
Y lo resucita con su capacidad de almendro
Ciempiés que raya peine con sus nervios alterados
Raya la falla del poeta cruz, raya su llorada amargura
Raya la sensación de nacer, amar y morir en la
Dimensión de su deseo
Catálogo yugular de mi llavero comprimido
Que orbita como planeta entre medio de mis ojos
Y yo galopo en los perfiles de tus cabellos
Ganzúa del diente de leche en equinoccios
Moños universales de la muñeca del delirio
Ven a preparar mi mundo de crujiente astilla
Clavos del decoro en último concepto
Debo de girar alrededor del, debo de limpiar
Su casa del dolor, aceptando la ley de la herida
Un ay en realidad.
Ivette Mendoza



Una golondrina picoteaba mi recelo


Una golondrina picoteaba mi recelo
Y ronronea fecunda en la vanidad
Mostrándome su espíritu de fuego
Lo mismo es por dentro que por fuera
Como caminata de penumbra agonizante
Como en un rojo atardecer escalofriante
¡Mírame con recelo! Sigamos hacia adelante
Un fruto de tu amor se hizo mi nombre
En un caso de sensacionalidad y pasado
Donde queda mi alma en un surco amado
Hay rumores en fases de confianzas
Con sensualidad de ángeles impostores
Pliega mi horizonte en la acústica medida
A sus ojos fagocitos, su lengua en pedacitos
A la rústica prohibición de vestirme ensangrentada
Esperando ser llevada por el viento de la equidad
Llovida y vencida con mi sensación de árbol
Me quedo circulando por las venas de tu mente
Si no me transforma tu mágica mirada
Pregúntale al sueño que ha perdido la ruta de sus pasos
Pero nunca el arcoíris en mi regazo
Ni el poema cercano a mi juventud
La purificación de la luz en la intuición
Que promete estar en la diestra del dios felicidad
A veces descolorido por los años
Ivette Mendoza

martes, 19 de mayo de 2020

Sirve a tu imaginación encarnada rosa


Sirve a tu imaginación encarnada rosa
Que rindes pleitesía a mi ardiente corazón
Como suena mi alma en su jardín de entretención
O en su tallo verde y oloroso.
Un llanto de aflicción en una luna hermosa,
En pos de conquistar un beso de la aurora
En un día caloroso pero ciego          
¡Oh asombro y olvido de sombra triste!
Avatar que reposa en la eterna vanidad
Lágrima tenaz de tu ojo arqueado, va buscando
La rosa del aire, la rosa del agua inquieta y
Obstinada en lavanda de amor serenado
De la fuente de mi ensueño trasformado y fiel,
Como el almendro esperanzado, la tierra
Del creador
Porque
Crece en su ramaje el espíritu guerrero
Crece a conquistar gota a gota un aguaje
Dando su alma en una palma y si ilumina
Es verde rama, luz del alba o ironía y       
Melancolía en espinas reencarnadas
Soles desgastados en sus sueños inmortales
Cobijados de matorrales y poesías y filantropías
El mensaje es el mismo, la golondrina que
Lloriquea o tiembla en la ira y mira rosa alejandrina
Y topacio tan despacio como el dolor
Y rompe mi espacio sosegado y vuelve a
La rosa del candor.
Ivette Mendoza



jueves, 14 de mayo de 2020

Nace la madrugada en el campo verde


Nace la madrugada en el campo verde
Aclama lluvia en la onda oriflama
Savia ardiente del alma
Sol durmiente y sonriente
Del ojo callado Tropical
Lanzaba sus quejas         
A un río de ciruelas romas
Que endulzaba el tiempo de cada penumbra
Y arrullaba en fatuos dulcísimos cantares
Piececitos de papel, alba que se rompe
En besos de seda
Y tras cada encuentro intermitente
La mañana oscurecía los sueños
De unicornios y elfos
De zapatos de charol,
De estómagos vacíos
De hoyos en los pantalones
Y mentiras en caras frescas.
El niño que busca un pedazo de pan,
En una mirada indiferente
Sus manos que tocan
El agua eterna de su inocencia.
Ivette Mendoza