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jueves, 16 de diciembre de 2021

Con qué ordenó el pelambre de la luz

 

Con qué ordenó el pelambre de la luz
quiere sangrar, agorgojada, la silueta de la noche
de ajustado mar y necedades del resentimiento
y de ese modo acrecentar el trono erudito
que te doblega y enjoya cual torpe inercia
cuando, al fin, legible y enmarañado,
pasas escrutinio a la cautela del tiempo
y la encuentras ñoña a tu monotonía entera
en panales del esternón tan tibio, tan pervivido
en circulación de tropeles subterráneos
que promulgan, erotizando la victoria
y el talón mareado de mis cabellos
cargados de luto y beldad tras prueba
volátil y cosechadora, en el negror de su 
pompa majestuosa por donde salta el mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 14 de diciembre de 2021

En la noche lanuda y cementada del ostracismo

 

En la noche lanuda y cementada del ostracismo,
emancipada ahora de la argumentación y del luto,
un receptáculo de esperanza negra me enmohece.
Oprime mi hueso jovial dibujando un elipsoide
y el peso de sus pecados al tacto lo atraganta.
Melena ilustre de la suerte: donde atraca el sufrimiento,
la idea acecha. Mordaz es la tonada herbácea del signo.
Triza, porque toda risa extraña temor.
Más un carro huracanado, mecate, y capa no morirán
por esta desesperación. Mejor, esperanzar a solas
y no pecar en vano, ese vano rebanado de ligerezas viudas.
¿Cómo el ciempiés? Oh patrón del triángulo bocarriba
y de su hipocondría tras estrellas y divulgaciones.
Escribir por escribir. A tienta. Apéndice del corazón,
urbaniza soberbia empapelada de escalofríos.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 12 de diciembre de 2021

Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia

 

Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia
y emerge mi alma.
Sobre lo distante un caucho nuclear hostigoso
flota en la magnetización luminiscente del ojo
de un bisonte.
Conmuto al colisionar la noche con un beso
repetido al neutralizar tinieblas,
y se hace movilizar más allá de su dolor amargo
dando alas fónicas ensalzando las ideas,
en las betas exóticas de la tarde abatida
viajan sus rayos gamma donde
culmina un grito elogiando la blancura del olvido
y hoy, justamente,
tintineando da señales un astro oscuro y dice:
-que un bruñido amor se ha recobrado-
surcando en los ramales más vulnerables de tu cuerpo
se enciende la cuarta dimensión de la resonancia
y emergen nuestros sueños desde su enclaustro
transfigurado.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 11 de diciembre de 2021

Elaboración cruz de tu alma dictadora

 

Elaboración cruz de tu alma dictadora
Haz el amor como en pretérito pluscuamperfecto
Desoja la muerte en pétalos de mi soledad
Pedaleando en el aire al incendio de mis dedos
como en luz rasgada de bisturíes y sándwiches
en turbia invención de aguas
Abrázame con la psiquiátrica melcocha de tu barba
Eternidad abeja que romance de cupido ya vivido
Rasguño del averno después del marco venturoso
Aclimatación pequeña llorada hacia mi pararrayo
del no acabar vencido
Vértebras acaloradas estridentes sobre mi cabeza
Fusil que atraviesa mi esternón mortuorio me cae
pesado por rueda del ruego de asunción
Convertibilidad de muerte cortó mis manos de
caderas flageladas, despertó mi desnudez
Viento en el dormir y dominar temblor del útero
oceánico decanta la lectura de mi voz germinal
Me amó tanto por el naufragio de los colores,
besó tanto por las adivinanzas del cocodrilo
Delirio pélvico persiste rodeándome azul vellón
Diálogos de la ingravidez encrucijada, relámpagos
de malaquitas celando mi adiós
Música de los muertos desperezados en mí
Etcétera, etcétera pierde tus ojos ultramarinos
lloviendo de regreso corte de cacho quemado verbal
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 10 de diciembre de 2021

Gramática

 

Gramática, retórica o dialéctica son la invención de lo vivido en
el deseo del verbo castrado de consuelo. Mi voz se hunde al cerrar
la gran mansión de sus sombras. La escayola va herida de incertidumbre
y busca su desesperación de abeja excavando en la miseria del viento.
Mi silueta sufrida y lastimada se confiesa desde su desnudez
centrípeta rezumando su pudor de topo bajo el orfanato del agua con
su batiente espolón. Mientras que allí se suaviza el lomo de la noche
enlutada de higueras entre los hechizos del ocaso y el destierro
de la poesía; se ataca en llanto de su muerte voluptuosa; tu voz
con voz paga, se sofoca cuando pierde los estribos musculosos.
-Déjame amor resucitarlo- Lapidación de nombres en la
montaña masculina digiere tanto a la vanidosa humanidad
con horizontes derrotados. Subsisto desde la nostalgia
corporal de las leyendas, con sus huellas digitales
va marcando la clandestinidad, parte de mí, parte de ti,
parte de atajo el concepto de las tesis con sus manos heladas…
¡Oh Chano! Tú que prohíbes la piedad desde sus alocuciones
con su precisión mecánica de muerte retorcida, me resucitas
en tu despecho… cabriolas, majadería, animal blasfemo,
déjame morir en tus garras…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 9 de diciembre de 2021

Se abre el día en diéresis

 

Se abre el día en diéresis
en un armónium laborioso,
de gruñir palúdico concitando a su ardor oblicuo.
Desmadejo la armadura muerta del ensueño
y chapoteo en tu yermo de tan dulce furia,
como la dilatación más pecaminosa de tus susurros,
donde el infinito sacude la verdad dolosa
con sus alas corpulentas de hipnosis disipada.
En nuestras pupilas calculadoras se rehíla
la inefable mueca modulada del sigilo.
El etílico Diciembre es un camino bubónico
que le falta el augurio musgoso del ocaso.
Y nuestras caricias acordadas rezumando
en la prosa fascinante de la mañana
sobre el presuroso anhelo cuneiforme.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 6 de diciembre de 2021

La brisa, negra herida y parca

 

La brisa, negra herida y parca. Pienso y lloro.
Aspiro extravagancia en diluvio lisonjero.
Me condenso lívidamente; Manso reloj en altamar.
Sobrevuelo, impasible ardor de una soledad ciega.
Depuro, mitad tigre mitad piraña en rumoreo
con floreos que amenguan frutas en los siglos.
Flotante en aire, amortajada de sonrojos,
desacoplo tristes turgencias. ¿Me arrulla el mar?
Si, mis peces inmaculados con verde amargor
me mira la tozuda simplicidad; descuelga ceguera,
apesta su desahogo; suministra, ríspida lontananza
descomunal de vez en cuando, mi dulce antorcha,
hay más semejanzas en estas líneas antojadizas,
con tus presentimientos, que lamentan vientos,
malvado humo, tranco coqueteo; el ensanche,
con blanqueado cortejo, en la genitalidad de la noche.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 5 de diciembre de 2021

Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo

 

Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo.
Encadenamiento de laberintos demenciales en tiempo atómico.
Brumas en solidificación esférica para inventarte
un mundo de melancolía como una noche peregrina,
en un instante refractario de dolor hasta su rayo incidente,
¿Del por qué el amor bulle en su punto de fusión termodinámica?
¡Un ser luminiscente!
Vamos zumbando como abejas hasta los  positrones de nuestras
colmenas, para renovar el eje exacto del espíritu, de un sueño olvidado.
Yo lo sé tú lo sabes:
Pragmatismos contra las rocas de la humanidad, socaban,
la ternura, asustarán en su estancia alfa el respiro de sus
ojos geométricos.
Apertura nuclear de las visiones muerde la sonrisa
de un acelerador lineal lleno de ansias y tristezas,
siempre tendremos piel mojada por el agua pesada,
para corroer el pasado de los muertos, amorfos de
lágrimas orgásmicas, persistentes en el toque de sus
infinitudes.
Recorremos paraísos cabalgando en caballos de vapor,
entre su magnitud y valor de sus ardores, el sexo es una
miel que se disfruta sin caída de tensión, su campo
eléctrico nos cuela, nos estruja, pulveriza nuestros huesos
hasta hacernos, ¡Oh luminiscencia de alma entera y unitaria!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 4 de diciembre de 2021

El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los párpados

 

El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los párpados,
la vellosidad de un rocío que deja saber la veracidad de la existencia,
la majadería pueril de un ángelus encorajinado.
Un vagido más llena la distancia anónima de esta substancia
apesadumbrada.
Hay lejanía visceral en todas las cosas que transitan por el
colmo retractable,
una alteración tangible con dichos y decires de uñas vertiginosas,
un inédito muslo de integridad marsupial lleno de encomios,
una raya dadivosa en un círculo de cuencas amanecidas,
a la resequedad taumatúrgica de un abismo que precisa agrio-azul
a cada momento su más pronto ocaso.
Rondo en el acróstico blindado ante la jaqueca impensada,
el cefalópodo nupcial barre ya consumada estrella de sí mismo
nada se puede arengar a tanto exceso de gloria.
Las letras me avientan indecisas al tormento con donaire,
me codifican la amistad de serosidades en la esclavitud del alma.
Mis ojos se arrastran como tórtolas en lágrimas desechas de
aprendizajes desempleados.
El mundo del capricho pliega su fluorescencia ambigua,
amengua aún más lo indescriptible de la vida.
Ivette Mendoza Fajardo



Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma


Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma
de flácido bostezo. Endienta -solacea.
Hoy he sido la estatura casual del olvido
que busca tus ojos en el reflejo de
farsa milagrosa y
en la desceñida estancia pulula
como los miriápodos de los pernos.
Quizás un instante que busca una grafía
en su última estela de órbita inquieta,
la grafía del pánico resguardando su
torpe elegía que se acuerpa al
silencio como ese fuego redentor.
Ahora eres vigorizante ante el
húmero vibrátil cariado de la noche,
bien, siendo lo que eres:
-Yo teñida de soles rarefactos 
en el orden de piscis- un tanto así
que el alma abotagada descienda
a una esquirla del mar
entera e indisoluble.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 25 de noviembre de 2021

El campo belicoso

 

¡El campo belicoso!
La escueta calandria,
la graciosa expectativa,
las artimañas cómplices de un dolor
que engaña a un estambre laborioso.
 
El paseo raudo de los rulos sin cautelas,
la distancia detenida que aclarece el temor
como una epopeya infecunda dentro del fango
como la tristeza hambrienta en la caleta abismal.
 
Llamas de papel hipotecando su clemencia,
clemencia de historias prepotentes con los ojos
llenos de cosas profanas y mujeres circulares.
 
Carburar
el silbido infernal del regocijo:
su sombra claveteada como único argumento,
único testigo, única mano de la terrorífica
enajenación.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 24 de noviembre de 2021

Me enerva el piélago monologado

 

Me enerva el piélago monologado, con desquicio de relámpago
solariego, sarmentosamente pelirrojo,
y el fermento pisoteado de su guadaña me ruge
en la infinitud, ensortijando sigilosa y onírica efervescencia.
En las mordisqueadas chimeneas moradas del cielo,
la cóncava eternidad va ahumando sus ácronas piruetas.
Nada salpica al astro marsupial su reverberar más ocre:
ni el estático olvido, asustado en su opresión de otoño,
ni un amanecer llorado vegetal, de cautivo maullido de
candelabro adolescente y su fragua de revoltosa gestación.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 14 de noviembre de 2021

Amortajados mugen los retumbos del pretérito

 

Amortajados mugen los estruendos del pretérito,
parangonan al compás de mi dolor confabulado.
Alimento páginas del presente combado
para no adjudicar arrecifes de tristezas y sus antojos
lentamente plegando sus hinojos insurrectos;
y bebo mi exordio en nombre del presentimiento:
mediante este sortilegio de vuelos y vacuos
porvenires tras la intención de una variante botúlica,
alguna vez exorcizando triturar su porcentaje amado.
Neutra se evapora la nostalgia debilucha de videncia,
anclando sempiternas pendientes y oros desahuciados.
Jamás desdoblaré atentando contra el parpadeo fisgón
a los almagres y grises remolinos líquidos deslenguados:
no me nutro de incógnitas insuficientes reintegradas al azar.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 10 de noviembre de 2021

Viene y va restallando

 

Viene y va restallando vulva del atardecer insomne
en la voz que centraliza la precisión atómica del crepúsculo.
Harto y sangrante maremoto que deshilacha
líquidamente la mueca aberrante del avestruz.
Concierto paquidérmico adelgazante bajo la luz
en fresco sentido, anclada en el pantano de nadie.
Yerga marioneta tartamuda y es una metáfora dúctil
columpiándose en la espera, galopando la muerte agorera.
Dintel de diente perverso aquilatado de angustia deja las cruces
sangrar en rombos, se acerca a su manuscrito dilecto,
viste la estancia con un ojo apagado y el otro girando
en la pausa eterna de las cosas.
Una garganta atrapa ratones y ahora son testigos
de los números romanos que tumban las promesas
de ser elogiados en el foso de humo.
Capullo rectilíneo de una pasión frutal dilapida un
himno repetitivo en la placidez del instante y es
la distancia de su código gris anestesiado o un
silencio vestido de ruidos organizados de mentiras
bronceadas acaudaladas de ironía.
Vistazo azul hecho de cielo y purgatorio, se hace
amigo de la verdecita, dibujado de mares barrocos.
Piruetas indomables cosquillean, cosquillean
el dulcísimo epílogo de la desesperanza ante
ese amuleto que la hace padecer de dolor en las ruinas
del pensamiento.
Ivette Mendoza Fajardo




miércoles, 20 de octubre de 2021

Libro quijotesco arrugado

 

Libro quijotesco arrugado del céfiro atolondrado, como un pálido trueno,
en tus páginas se requiebran las venas de la poesía ejecutada de marfil.
Rimas fulgurantes, entre pistilos fluctuantes, musicalizan en la nada.
Libro quijotesco donde el tiempo es: un andamio de salitre, un desvío
que remedia tu ausencia en la boca acertada de una sátira de fuego
y huye del rito imberbe lagrimoso sobre las mejillas del engaño.
¡Oh céfiro atolondrado! por el obtuso antídoto de tu desenfreno
se despide el agua del vacío y algo extraño ocurre, lo que vino después,
vino convencido dentro de una burbuja de presagios que sube por una
escalera de comedias de polo a polo emperifollada. 
Ivette Mendoza Fajardo


  

domingo, 17 de octubre de 2021

Espejo desmedido en corazón roto

 

Espejo desmedido en corazón roto
desadormece, despabila el cataclismo
de una ciencia sebosa, herida por los mares.
Instrumentación de un círculo enamorado
en el filo de la tarde retuerce el zumo
de mi sombra.
Muere la palabra en su cántaro inmortal
y examina el ojo tiovivo con nudo de clac,
clac, clac fingiendo décimas corpulentas.
Humillación de verso divino en mi sobretodo
y responsabilidad de voces disecadas
asisten en desenfrenos de distancia vesical.
Tabla hermética vapulea los paralelos
intransigentes de culebras cluecas en
batallas laceradas de emoción párvula.
Bigotes de las nubes cocinan el amor
en bacinicas promesantes de alcanfor y
allanan la enmienda de queso de anatomía
superficial, mientras un puente mareado
de grandezas lleva su ilusión comprometida
junto a su quebranto que tanto ha amado.
Resistencia indecorosa del viento salta
la llanura del autoritario silencio quemando
su insomnio atribulado de pestañas falsas.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 11 de octubre de 2021

Las frases más porfiadas

 

Las frases más porfiadas y amonedadas de perfil;
menguante gemebundo de la brisa,
se me asume por el litoral, a los cardinales,
en una trémula animación psicótica,
al polvo que araña el lomo del folklore.
Que los ritmos -que todo lo deliran-
y las invenciones encrucijadas -que lo saben todo-
son así las tijeras pujadoras rencamente derrotadas.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 10 de octubre de 2021

Ahora, rojo ensordecedor es el perímetro de una gota de lluvia

 

Ahora, rojo ensordecedor es el perímetro de una gota de lluvia
rúbrica y perpleja, que se agolpa en la esperanza ciega,
tratado de dominar los hiperbóreos espinosos inapelables,
y en cuya sombra empaña el ronroneo de luz agonizante
hacia su frente divina en el enjambre del aturdimiento
que como oruga crece entronizando la piedad agotadora.
Y fuimos enraizando al camorreo de escuadras sigilosas
para inmolar ese amuleto y distraer su falange indómita,
para regresar a mi punto de partida a veces, borrada,
para firmemente fluir en un dietético amorío aunque visto
por fuera, extendido desde su fuego ambarino con la encendida furia
de nuestros caprichos asombrosos y su sinfonías de léxicos descalzos.
Soterrar nuestra zozobra y agotarle a las imágenes su corteza
en desahuciadas voces para el tiempo siempre ido de todas las formas
increadas y crepitantes de ese blando aleteo…
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 9 de octubre de 2021

Hoy respondo más cerca de las penumbras

 

Hoy respondo más cerca de las penumbras,
la vida pone los trenzados caminos y
no entiende que el espeso silencio: es compasivo,
ser ímpetu de esa frondosidad latiendo,
en las altas sombras del canto negro, recluidas
desde ese abismo amordazado de algún universo,
del perdón aterrado, coronado de coronar,
sincrónico
de cualquier embeleso inadvertido,
solamente esta perspectiva rociada, milagrosa,
por el brío celado delirante de acerbos,
fuego recién nacido del placer, avieso de la espuma,
eso quizás…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 7 de octubre de 2021

Amanece

 

Amanece. Escenarios lúdicos predicen
el paladeo de la calma a su nube rancia.
Mecánica y modular
ejerce su presencia atómica
y fragmenta en dos sus amoríos
del algarrobado pretexto,
los drenajes fragorosos
hacia el escape, el retorcido redondel
mansamente calcinado.
Se caracolea con la venial interrogación
de un largo recorrido, la garganta entornada
contra las diéresis de la melancolía.
Percibo sus vergeles entreabiertos
y el salitre clorofílico de pestañas bobas
se sacuden ante mí sus caderas esplendentes.
Y esa luz ha puesto puntos alegres albeados
hacia los estribos, de extasiada rendición
de su enjuta existencia. 
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 6 de octubre de 2021

Un enigma de amor

 

Un enigma de amor que transita luminosos átomos filosóficos/
refractadas hespérides aritméticas /reciben en la senectud
repetitiva de sus elementos —avispados fulgores mecánicos/
señal eterna que el alma puede percibir, su cuantificación, en el
refulgente y arado campo de la humanización –ese impulso
estudiado que repta en la indivisilidad centrípeta y vierte
sollozada la gloria de su suspiro.
Ivette Mendoza Fajardo




domingo, 3 de octubre de 2021

Cotorra rancia de tristeza parricida

 

Cotorra rancia de tristeza parricida inexcusable,
tu permanencia se deshoja en el látex pendular.
Hambre de violines feroces salpican en el desarme amoroso,
redimen la obstinación de temblorosos gorjeos,
escancian en floración inédita para envilecer
vehemencia incomprendida.
Lo improcedente con sonoridad de acero anida en el eco,
empata teñida de doseles…
frenaron sus metacarpos con draconiana monotonía,
tratando de enroscar melancolía .
Previsiones inesperadas,
en el plural fatídico del yermo flemático,
pasiones y egoísmos fue la lasca de permutación
para tu alma digitalizada
en la ilusión desleída del impedimento entibiado.
A tu duodécima cumbre desiderativa la criminalizó
esa bocanada solazada,
subyugada en raquíticos objetivos;
el ingrávido bamboleo de las cosas será tu pecado enardecido
que lametea entre los lapsos de insolencias,
y arrumba sin estancar paréntesis de luces inabordables.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 26 de septiembre de 2021

De cuentagotas aleatoria

 

De cuentagotas aleatoria por contienda que desalentara
lo que a veces es mejor y de cúbico agitado contrahecho
al remede que por arriba raquíticamente merodeaba
la oblación y al sacrificio del día celebérrimo advertía
como las células desgarrando con inseparable pavura
de ternero labiado en un óvulo de olvido primordial
guadaña que franqueaba por hermetizarte en donosura
de holgazanerías tan justo granizadas hacia el cálamo
donde evaporado el endospermo con ira de indulto
esponjoso, de ceguedad mortero en piltrafa de vísceras
de junturas que restaban el follaje del palique jónico
de quienes alborozados a sus estridencias solfeaban el
do al metamorfoseo entre cifras casquivanas que reñían
la estática elucubración de la luz al inmolarse desdentada
y si por coberturas colocaron remoquete a las cobayas
fue de mi culturizar el boscaje y la humorada de lamer
milésima de mutismo en la pantalla panorámica del
principiado de un derrumbe sempiterno y traslativo.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 25 de septiembre de 2021

Como ella quisiera esta incoherencia de materia

 

Como ella quisiera esta incoherencia de materia
exiliada en la negligencia de la posteridad
y habla de la sombra con rapidez blasfema dirá
al musgo de la fábula de infinito panorama de
olvido después de una tormenta es sinónimo
de alucinación marca cadencias a los cuerpos su
fragancia secaría mis lamentos el sol asoma
apenas sus propósitos si es un sol que de lejos
desmemoria piélagos le gusta vestirse de cordura
acicalada esta batalla te la debo a ti solo a ti
no entiendo esta genuflexión para llegar al punto
de partida hacia las jadeantes islas del sueño
junto a la mala hierba al regateo del futuro
que lo sacudía por el cuello la noche se fue
atrancando sobre nosotros este lienzo peregrino
apretando mis palabras el sigilo muriendo
en espiral aunque ya no es paralelo cero 
me sangró su gesto herido con tu desgastado
surco asombroso continuamente muerto.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 24 de septiembre de 2021

Ese laborioso estoicismo


Ese laborioso estoicismo en el mes de octubre
renueva desguarnecido su claridad de prosas
en consustancial ángulo efervescente,
reiteración: la antigua Grecia.
Milagro lento, aleteo umbroso de entrañas
de la ardua enredadera del lamento
que apresurada se escinde furtiva.
¡Quién presagiará acusativamente
sus vehementes adivinaciones
al centro de la anamorfosis!
Desconsolado en esa marejada ferviente
de los latidos, el efugio en cuño de reino.
Ivette Mendoza Fajardo


Chasquido impertinente de tabula rasa

 

Chasquido impertinente de tabula rasa
de tosquedad absoluta en velocidad de
paradojas trastabillando aurora de llama
recurrente.
Errata del cortocircuito es el hierático
aguijón que merma el epílogo de una
alabanza de piel lerda y envenenada de
ubicuas ilusiones.
Pelusa parietal del camino chisporrotea
suplicante al tercer ojo veloz del bisonte,
indomablemente contráctil por las veredas
de los hechos, rendido al sacrificio de una
silueta pecando.
Mejillas nadadoras sobre la angustia autoritativa
caen al borde del precipicio bien razonadas y
descubren su sensibles astucias ante la lluvia del
sexo burocrático, muestran su eternidad en sus
desdoblamientos de senos catequizados de lágrimas 
intactas. Donosa blancura en el desliz de un crepúsculo
arcano vuelve mendingando brizados cigarrillos
radioactivos, que son las gotas susurradas
del cáliz, clavadas por la punta de un alfiler temeroso
sobre la caleta de ese dolor intransigente de monólogos errantes.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 23 de septiembre de 2021

Hodierna anulación

 

Hodierna anulación y diagramas frenéticos
se atormentan de sus límites del negro al
blanco y examinan la baladronada o lo
que el dardo empuja atracción de muerte,
le sucede sin el porqué sobrenatural,
ni por anocheceres escépticos en otoño,
/o porque a veces es la sosegada senectud/
en milagros sueñan bajo círculos dolientes.
Pero cuando entrama el día sus manos vacilan
entre el párrafo y el punto de la antigua Grecia.
Y el bosquejo terrenal hacia las letras albúminas
del vacío cuando la noche avisa contra almas
ignoradas revelando su hermético silencio.
Ivette Mendoza Fajardo



Acompasada de hoy

 

Acompasada de hoy, no llueve tormento
refugio de una verdad solar
donde se viste el alma sigilosamente
de carne de esvásticas vesánicas,
y se ha transformado mucho
facilitando tu luz de metamorfosis extraviada
a lo que veo y profeso…azar, azar, azar…
Desbaratar ese rojo cariño al blanco sopor,
como esa clara porosidad del temor,
entre lo innavegable viltroteado a la piedra
y a lo invisible que quiebra el vocablo cadente
del sueño…
Y flemática, flemáticamente
en el margen revelado de su geometría
experimenta de nuevo, de nuevo,
mudando colores de pupilas iguales graciosas
como en una historia celeste
cargada de fortuna de panes y peces laureados.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 22 de septiembre de 2021

Algún día retoñará tu risa vibrante

 

Algún día retoñará tu risa vibrante
a una velocidad embalada
a la tibieza de mi omoplato que se enrolla,
en la más íntima abadía,
ante las miradas asombradas de tórridos horizontes,
avanzando tu piel rompible entre la vacilante repetición
y mi fortaleza casi incólume, contra su iniquidad;
de la esfera de la imaginación y con suerte irreflexiva,
de quimeras iniciadas a lo imposible.
El fuego de la cordura y el fuego del mundo
el que despertó la avidez por deleitarse aleluya,
el que ofreció por entero al tabú de la furia;
estamos descollando la sustracción vetusta de
gélidos abismos del pensamiento, nunca caído,
habremos de reñir en desigual querella:
instante que revolotea significados emocionales,
ansiamos erigir plataformas al agravio,
levemente inclinada en la presencia del verbo.
No se irá a menos que le consigne desolación introvertida.
Numerosas son las ventanas del alma que llevan neutralidad
de reposo,
como obligan a evadirse contra su estancia timorata; a la
naturaleza atemporal que la ha llamado el silencio…
Ivette Mendoza Fajardo



Abre tu alma de primavera incendiada de amor

 

Abre tu alma de primavera incendiada de amor,
tus labios de gloria y de noche derribada,
tu mirada de fronda, tu mirada rebautizada,
rumoreo de luz en el temblor olvidadizo de tiniebla
hacia al beso caritativo que arroja la memoria.
Árbol del saber sangrado de monotonía, de los ocasos,
sendero de las tempestades osadamente,
reverberan hacia los nudos afligidos del tiempo
hacia la sed clara de la congoja desmigajada del instante
cuando enmarañas palabras con relámpagos iracundos,
yo solo soy la marejada predecible que humedece tu espíritu,
y el viento equidistante marcará el mapa macerado al silencio.
Deseo goloso de caricias blancoscuras de auras bronceadas,
cien veces inmutables, cien veces llenando
el camino de soles votivos, pero en definitiva atraída por
el gris fragmentado de la nada que socava lánguidamente
la espuma clamorosa amotinada de la vida.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 20 de septiembre de 2021

La mácula carnosa

 

La mácula carnosa del gozo
se agranda sobre el cielo!
¡Azul, azul, azul!
ruge el mar,
bebe su dulce y amarga cicuta traviesa
y es el olivo emoliente que se doblega
fatigosamente
contra el filo oeste de luz escarlata.
No hay inercia transparente,
sólo una orilla divinativa
que afirma de ocaso en ocaso
y de mutación en mutación
desluciendo amaneceres infatigables
del mundo azorado;
¡tú, en el noble recuerdo
de tus labios asfixiados de fuego,
bajo el purpúreo néctar de tu norte!
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 19 de septiembre de 2021

Blancura atesorando

 

Blancura atesorando
modulación negrura,
escape donde estampa
la melanina colofón,
modalidad con todo
lo que propone de jirafa,
estampida acopiada,
kilovatio anca, largo esternón,
fondo en punta, testuz alzada,
matajirafas viscosas,
la apática preñez del belfo
en periódico embriagar, del fósforo
cobrizo al hidróxido, iterativo,
granulado, a máculas…
¡Y la abominable pretensión
en tu regodeo, un cursi enrielar
que por desternillarse nigromancía
se añade también dádivas picarescas,
una jirafa que además defiende
aprobar en su cuello a todo
lo que sea de su alto nivel intelectual,
y asimismo la duda de malgastar sumisión
de vez en cuando que se lo designa
a la covalencia carnal de su equilibrio…
Ivette Mendoz Fajardo



sábado, 18 de septiembre de 2021

No eres más que la perplejidad de cardos

 

No eres más que la perplejidad de cardos simbióticos
de un mayúsculo crepúsculo flotante y enviudado
donde deslía la apatía un miedo herrumbroso.
¡Oh mundo desleal que lleva ciega su aventura!
Sucumbe el misterio en el arcén de la indómita elegía,
en las comas saladas del encuentro de un sol agónico,
para saciar un placebo alojado en mi pecho que puede
apenas desovar oscuridad en grumos de esa seda fragosa,
regordeta y a su vez mal alimentada de aprobaciones y rechazos.
Yaciente y ansiosa del trueque dactilar, la carne empaña a la
sombra en el ensueño, difumina la canícula del derrumbe
equinoccial y da vuelta, gira,gira, gira rogando tocar los
pechos de la tierra impregnada por tu llanto desmesurado.

Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 17 de septiembre de 2021

Doy giro alrededor del reflejo ciego

 

Doy giro alrededor del reflejo ciego:
Adelanto coordenadas afrodisíacas al bálsamo que
inundas en la soledad de mis pupilas. Párpado
que no guía al babilónico muerto por terciopelo,
me ponderas oceánica; o terráquea. A la venida
asiento enigmático mausoleo de elogios sobre
el amazonas/ sílfides de alaridos/Ondina/ quilates/
El valle incierto de la memoria y la piedad rota.
Expiro en ese norte lapso habituado de contraviento
de venas; descoso la melancolía; nutrir magia nutrir
hasta engordar diablillos azules en una sinuosa calle.
Dar reflejo al giro ciego y apretar llanto del muslo.

Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 16 de septiembre de 2021

El filo de la sombra undosa

 

El filo de la sombra undosa corta
las membranas mutantes del silencio
y vence a un grito de estrellas y de planetas.
 
Trota como en rompecabezas intermitente,
quemando carmesí el aliento frígido del tiempo.
Y es una noche muerta donde a veces
descifran sus alocuciones los relámpagos
bajo el profundo color de su impertinencia muda.
Desaparece poco a poco, remando en un barquito
hecho de lunas mustias para volver a regenerar
las células de su catalizador infinito, hasta
deslizar sus manos por la hoja de teflón agujereada
del cielo filantrópico hecho humo.
Ivette Mendoza Fajardo



Es la hora ruidosa del hielo encendido

 

Es la hora ruidosa del hielo encendido
contra la hora silente de la introspección.
A veces pugilista revolucionaria.
A veces maléfica contra el velamen
y el demiurgo cansancio de las vértebras
urbanas del tiempo,
como en su asfalto de orgasmos muertos,
infructuosos en su lerdas intrepideces.
 
Más intrépida es la sordera de sus sentidos,
del baldón más rebelde de afanes sinsabores,
y aún así les mete miedo hurgando en ellos
a ver que encuentra.
O si por casualidad aparece allí, es estentóreamente
un marca efímera del destino.
Hoy declara desgarrar oscuridades mutantes
contra la cónica razón del lagrimeo permanente
de esos minutos andariegos.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 15 de septiembre de 2021

Música del viento

Música del viento verde depresivo, entre la razón y la duda
está y en cada repertorio alocado de los amaneceres alcohólicos.
Una chancleta resbaladiza viaja en el vaivén del péndulo orático
que flagela al tiempo, en la tridimensional apuesta de esta tarde.
Y tu llanto es somnífero dentro de mis símbolos religiosos
que tuercen fechorías translucidas en mi lengua arrodillada.
Las manos se suicidan raspando un viejo cuento en un vértigo
ambarino o se disparan con el calor de mi nostalgia cultivada.
Vienen las estrellas hacia mí a confesarme ese amor incondicional
que sienten y en cualquier anotación me arrancan una costilla.
Y me oculto en mi alegría profunda, en mis delirios alegóricos,
masticando sus sones con una cruel introspección.
Moldeo de nuevo tu tristeza que se amalgama a mi piojosamente, a veces
se vuelve cada vez más alucinógena y se hace un huesudo corazón
en nuestras narices..
Aparecen las estrellas cluecas en el corral de la burocracia
convirtiéndose en un polvo fugaz, y un amor inmenso las embarga.
Lunas equilibristas en el aire ven la marca de la bestia apocalíptica
y su extraño rugido donde las brújulas sagradas son tan pecadoras.
Ivette Mendoza Fajardo



Escarabajos deprimidos dentro del sentimiento

 

Escarabajos deprimidos dentro del sentimiento
contorsionista, doblegados al aluvión de los
gritos psíquicos e hidrópicos.
Los portones marítimos me regalan el perfil
de sus rostros celestes.
Oculta bajo el agua llego a ti para atravesar
paredes.
Un astro hechiza la garganta de los párpados
pandémicos.
Mis ojos dibujan el prefijo de la razón
a través de las puertas trasnochadas.
Deseo almorzar espíritus albinos.
Hoy las begonias saltan de alegría
y demacran su dominio feudal macabramente.
Percibo la aventura milagrosa y lunática
de un ratón en el bebedizo de la luz.
La menstruación religiosa de los moluscos
abarca la compasión de los tenedores,
y dicen que me pueden ahogar
dentro de sus sanguinolentas palabras
por toda la eternidad.
Visión enigmática en las hormonas
de las magnolias ponzoñosas.
Los tiburones misteriosos firman
la paz de panes míseros en un rumor
de nubes elocuentes.
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 14 de septiembre de 2021

Siluetas lloronas en la médula del cielo


Siluetas lloronas en la médula del cielo,
copiosos mares componen el universo,
rondas encaprichadas del piélago.
Desdichas de hogazas salpicadas en una
travesía sin fin.
Poesías en quietud y en soledad
crean su oportuna lluvia metafórica
y se acoplan a la noche bohemia de la
fosforescencia.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 13 de septiembre de 2021

Tu mirada se derrama sobre ese efluvio divino

Tu mirada se derrama sobre ese efluvio divino
erotizando la conquista anhelante del amor.
Me adhiero a la médula de tu soledad
y palpo la adicción pueril de tu sombra sonrosada,
por los poros sedientos de mi cuerpo.
Tu presencia me llena de trovas y poesías, 
me llevan a sonreír dentro de sus metáforas;
su ritmo y melodías abren nuestro senderos.
Se estrega el alma, al encanto de la caricia
para volar como una leve mariposa nívea
en un universo frutecido de ternura.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 12 de septiembre de 2021

Zeus se designa en sus armaduras de cidras

 

Zeus se designa en sus armaduras de cidras
hacia al infinito divagar de álgidas almas,
recluidas se colocan a tener cuerpos rutilantes
a tiritar dentro de las ruinas de las campanas.
Un efluvio las anega entre el esternón y el espíritu,
le imploran al pectoral de la engreída brizna
a que se derribe como tinieblas o como escarabajos.
Caza de inmediato una luna de canto creciente,
la decreta de herméticos susurros,
le felicita toda de sagacidades,
le chifla, la idolatra, la indaga.
La envuelve ahora de conjunciones
de agraciados panoramas y de arpas.
Despertará de sus armaduras de cidras
acicalando los océanos con sus enigmas.
Suaviza la tierra que ha sido de fuego
a la orilla rememorativa de su soledad.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 11 de septiembre de 2021

Enésima acuarela esmirriada de nostalgia invicta

 

Enésima acuarela esmirriada de nostalgia invicta
que disuelve la oscura prolongación de su virtud, y
no vive más que en las horas cohibidas y sus afanes.
Allí bebí la crucificada raíz de su universo enhebrado
entre los capullos misericordiosamente mutilados
y el frondoso e incrédulo crepúsculo sin muecas
que se despojaron de su nidos de plata y azahar 
para engolosinar nuestros elixires genéticos, para
decantar un cielo enmudecido que pierde la noción
del tiempo en la cenefa de tu mirada.
Y más allá atrapó con sus cavilaciones a la consciencia
del viento milenario, durante una sombría noche de rapsodia
universal engullida a la vida.
Ivette Mendoza Fajardo





viernes, 10 de septiembre de 2021

El viento adelgazado mastica su ración de miedo

 

El viento adelgazado mastica su ración de miedo pulmonar.
Sinfonía que descascara el enigma octaédrico
de la convulsión victoriosa,
y hace sacudir el azufre de esos diablillos híspidos reyes
de triquiñuelas barométricas.
El tiempo vitriólico empavesado
corre como opresiones cómicas.
Después
paulatinamente rebasa la tranquilidad rabiosa
y el cielo pantomímico del panorama nogal,
se enjuaga para ver pasar
la line púrpura del deseo equinoccial y taciturno
y es el rito sonámbulo desfogado de
crepúsculos malabáricos sobre los mares pulverizados
de sílabas sediciosas.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 9 de septiembre de 2021

Halcón surcando en la lengua del vértigo

 

Halcón surcando en la lengua del vértigo octosilábico
y es ese río tratando de quemar la palabra vacía trasnochada.
Tiniebla que se asombra de su preñez en cualquier compañía,
y era nuestra vigilia deleitosa a la hora más temida.
Nunca dictamos la vieja sentencia de una idea gacha
porque era la sonrisa alborotada del objeto que se ahogó
en la locomotora parturienta inclementemente sorda.
La soledad es un diablo, agarrado al viento en cuatro patas,
es una puerta extrasensorial por donde entra Dante
a la cascada de su imaginación haciendo cortocircuito,
es una manotada de avestruz que da a las almas emancipadas
de azabache y es un fuego irresoluto
bisbisando solo,
cuando los olvidos eclécticos dejan de gimotear en el
pozo desdichado de la muerte.
Ivette Mendoza Fajardo



Repta el guijarro

 

Repta el guijarro, en el temblor de la mañana
como el céfiro absuelve su dureza pragmática
y esa mano entiende la animosidad de las navajas.
Bajo los conjuros,
entre los aglutinaciones rumorosas,
los guijarros, los pétalos y las hojas
tienen sobradas sabidurías para que
el todo siempre, abarque la nada y
el dictamen que luego tendrán sobre la tierra
no sea confuso por el estentóreo ruido
de la barbarie,
el silencio incondicional muestra afanosamente,
los perfiles de la primavera,
mientras que la dentellada rabiosa se esconde
hacia el fondo como un reloj entretenido.
La navaja encrespada que escinde la semilla
y aparenta no saber nada
su objetivo es lustrar las deudas del remordimiento.
Los pétalos sagrados no seducen las navajas,
pero hacen florecer su ferocidad benigna.
El guijarro crea su propio mundo, crea su distancia
arriba de su miedo, enloquecido por estrellas pitonisas
de árboles narcotizados.
Ivette Mendoza Fajardo




miércoles, 8 de septiembre de 2021

Me arrulla la nostalgia consoladora

 

Me arrulla la nostalgia consoladora,
me resguarda al sollozar
se eternizan tus besos de arrope ,
es un cappuccino el olor de la angustia
el día se parece mucho a ti, provocador,
aunque nunca fuiste amoroso,
ahora estos caminos recorridos te
convocan ineludible,
me transforma la noche en un silencio sepulcral,
me acongoja una espina en el alma
me matan tus gélidos adioses
como lastiman cuando viajan por el aire
como rabian en el corazón,
ahora no existen más que en el recuerdo;
recuerdo cuando nuestras miradas se juntaban
hoy me enoja, permanecen en las cárceles
de la vida,
tu voz perdida, por esas calles sembradas de dolor,
se torna adolorida la paciencia,
se torna adolorido el amor,
su fuego se dobla en las esquinas,
ese fuego permanece invisible,
el tiempo por la errante vestidura
dejó de florecer etimológicamente,
la mañana de menta remojada nos atrapó en su torvo ocaso.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 6 de septiembre de 2021

Metáfora preguntante

 

Metáfora preguntante colgada en la
oreja del universo paralelo,
más allá de la liquida navaja de la angustia
y del relámpago mendicante y afligido de las gaviotas.
Precipitación cuajada: Adivinanzas
de plomos toreados en las campanas
de las dudas de la víscera cacofónica
subastada como en percusión de mandolina genocida.
Mácula en el temor descabellado del viento.
Desde las escrituras a tus patrañas en el índice de tu deseo
englobo el ocaso torvo en cada alucinación del riesgo.
Los censos de aguas rancias despotrican desde sus contornos,
mientras caen las tres carabelas de cicatrices silvestres
que escapan de la cibernética, de la dominación retorcida
de la velocidad atómica gramatical, de la deshonra criminal
de la molécula.
Aquí nada nos conviene, a no ser porque en la luz desollada
de sombras aterrorizantes recogiste el suspiro insobornable de los
desencarnados.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 3 de septiembre de 2021

De entre la apertura zodiacal

 

De entre la apertura zodiacal y la pendiente trazadora,
de entre las factorías cletas por donde proviene
su espectro discordante opacado por la angustia,
surges abstraído de razones acechantes y aportaciones
de pudores libres,
¡Recta curvilínea y rectángulo circular!
 
Y me persigues en pro de las continuidades,
y te siento desde todas las preguntas inquietantes
abriendo paso hacia un paralelismo de Nabucodonosor
o un babilónico derramamiento de proféticas caricias.
 
Nunca más hay que renovar un pacto de raíces y matrices
ineludibles que bien saben que darán frutos resolutos,
seré una multa burguesa llena de pretensiones
que se ocultará como monografía inexistente.
 
Y te indicaré que la queja me asocia por el borde yuxtapuesto...
desde mi intención científica pactando en tu olvido vertiginoso.
Y ascenderé aquí también en término cuántico,
¡Más arriba... más arriba hasta enmascarar la Osa Mayor de cerca!
Ivette Mendoza Fajardo



Una pausa para poder plantar una canción lunar

Una pausa para poder plantar una canción lunar
sobre la gloriosa directriz de mi fragante sepultura,
una estirpe de estrellas ansiadas de soles visionarios.
Un cangrejo lúcido en la mansión de la inmortalidad,
un hechizo casto y recurrente por entre mis decires.
Entiendo que fui consciente con la glutinosa inmensidad,
consecuente con el silencio noctívago en los olivos
incondicional en la crítica de nadie por los oráculos
rememorativos, entonces, mi sombra helada devuelta al infinito,
como un abertura celestial por donde se concentra el mundo.
Partir, entonces, en los estambres desolados de tus ojos hondos,
y repiten este adiós vacante como si fuese el último.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 1 de septiembre de 2021

Añoso prurito añosa avidez

 

Añoso prurito añosa avidez
de depilado blasón que audaz crispa
o, más justo,
que cata inmóvil el entonces
para exudar los bisbiseos
encubiertos tras la celosilla hormonal
y aunque débil,
pareado el paradigma pardo
celuloide delgada de penumbra que reniega
en su latitud blanca.
Aletargamiento de sentirse acortada
confianza de esdrujulizarse poca:
castellanizando el horizonte hormigonado
es el escote chirriador del desvarío
en la acéfala garganta.
Paralelo espumante, como pubertad psíquica
signo adyacente para el escrupuloso,
para nuestro amor que genera
mangado cendal sobre los hombros:
vomitadas figuras de talquezal
mestizando el movimiento dipsómano,
la ingenua gota hirsuta.
Inteligente camino de nubosidad
el vapor larvario en demasía,
como plétora desguarnecida
que se abre ante la conspiración de almas.
Ivette Mendoza Fajardo