Enésima acuarela esmirriada de nostalgia invicta
que disuelve la oscura prolongación de su virtud, y
no vive más que en las horas cohibidas y sus afanes.
Allí bebí la crucificada raíz de su universo enhebrado
entre los capullos misericordiosamente mutilados
y el frondoso e incrédulo crepúsculo sin muecas
que se despojaron de su nidos de plata y azahar
para engolosinar nuestros elixires genéticos, para
decantar un cielo enmudecido que pierde la noción
del tiempo en la cenefa de tu mirada.
Y más allá atrapó con sus cavilaciones a la consciencia
del viento milenario, durante una sombría noche de rapsodia
universal engullida a la vida.
Ivette Mendoza Fajardo
que disuelve la oscura prolongación de su virtud, y
no vive más que en las horas cohibidas y sus afanes.
Allí bebí la crucificada raíz de su universo enhebrado
entre los capullos misericordiosamente mutilados
y el frondoso e incrédulo crepúsculo sin muecas
que se despojaron de su nidos de plata y azahar
para engolosinar nuestros elixires genéticos, para
decantar un cielo enmudecido que pierde la noción
del tiempo en la cenefa de tu mirada.
Y más allá atrapó con sus cavilaciones a la consciencia
del viento milenario, durante una sombría noche de rapsodia
universal engullida a la vida.
Ivette Mendoza Fajardo