Es la hora ruidosa del hielo encendido
Es la hora ruidosa del hielo encendido
contra la hora silente de la introspección.
A veces pugilista revolucionaria.
A veces maléfica contra el velamen
y el demiurgo cansancio de las vértebras
urbanas del tiempo,
como en su asfalto de orgasmos muertos,
infructuosos en su lerdas intrepideces.
Más intrépida es la sordera de sus sentidos,
del baldón más rebelde de afanes sinsabores,
y aún así les mete miedo hurgando en ellos
a ver que encuentra.
O si por casualidad aparece allí, es estentóreamente
un marca efímera del destino.
Hoy declara desgarrar oscuridades mutantes
contra la cónica razón del lagrimeo permanente
de esos minutos andariegos.
Ivette Mendoza Fajardo