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lunes, 31 de enero de 2022

Después de un largo tiempo


Después de un largo tiempo
arrugas crepusculares crecen
sobre el rostro golpeado de una consonante
y yo regreso a ver sus ojos verdes de tristeza,
su cabello de luna y de vocales gordas,
su agrietada sonrisa de mármol temeroso
y el azahar mustio de sus labios sustantivados.
Pro deletreada
configuro adverbios diluyentes en un beso,
me dirimo en adjetivos ungulados
en un festín de abecedarios seráficos
con el libre albedrío sediento de metáforas.
Entretención de bruma plañidera
después de un largo tiempo
brota la furia de un bisonte en ultramar y
una lengua que confunde
silencio por misterio,
misterio por voluntad,
voluntad por soledad,
confundió su boca de zigzag
escapándose de las manos del presente.
Luego, luego, luego cantó el gallo inocentón,
cantó el gallo inocentón, cantó el gallo...
se albergó en su dicha.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 27 de enero de 2022

En las pendientes del ideal retorno

 

En las pendientes del ideal retorno ondula su móvil lucidez
un incógnito de entelequia amenaza en la aurora
y en el aire una abstracción de contraseñas inventa
pixeles sin resonancia
oquedades de la lobreguez.
Cuántos amores geométricos este cosmos sin límites
fantasea espejismos de epifanía.
Autopistas de instintos sin fatiga
impúberes pavorosos que pactan con el silencio
mientras convierten el resguardo de tus labios placenteros
en un roce de senos de escarchas enrejadas.
Un sonido velador puntea el vacío de cada huso horario
y una herbívora campana me ahonda con tormento.
Nunca en toda su pujanza, la historia tiembla contra el miedo;
sembrando ya su herencia quizás
en un seto incinerado de frialdad,
va sintiendo que la doliente quimera del tiempo
es el aleteo de los días parpadeando a lo oscuro,
velando su peliagudo claroscuro reino del enigma
de nuestros místicos cuerpos que interrogan inciertamente
a su estremecida alba termo cauterizada en venas profundas.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 24 de enero de 2022

Hay cosas que no comprendo

 

Hay cosas que no comprendo:
Un lápiz ecuánime escribiendo en el cielo.
Muchos difuntos futuristas labrando huesos.
Las horas miedosas contagiadas de Covid -19.
Un canto degollado de equilibrio.
Un triángulo cuadrilátero abrumado
sosteniendo la fragilidad del mundo.
Un barrilete de carcajadas ondulantes.
Un almanaque en el contento del ayer.
Una lágrima en el sueño de la luna ungulada
tanto así, por el último zumbido del Big Bang.
El zumo de una pestaña que me desgarra.
La biografía de un ojo en la mudez del alba.
Tu susurro que deambula por el mundo,
siendo el tiempo tan largo
que sueña una vida inmortal
con una armadura más fuerte que un roble.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 23 de enero de 2022

Un cielo disoluto teñido con convulsiones escarlatas

 

Un cielo disoluto teñido con convulsiones escarlatas,
factorizan los celajes falibles y los sinsabores termostáticos;
el crepúsculo se incolora desde su melomanía hija de un parlante,
como una macarrónica argamasa de su gruñido espacial.
Y granjean ballestas invidentes, plumíferas embrionarias
a través del guardapolvo de un plenilunio cesanteado,
y una ola renegada entre los faisanes de la noche,
rubrica en silencio sobre mutabilidades de almario,
y devorándose ampliamente en medio del delirio inculto,
un entreabrir de cadencia peregrina que despierta un
intento sideral ocultándose en su destino dactilar,
barcadas que se agitan en el orfelinato de la lluvia enquistada,
y presagios con estrías mensuales aterrizando
sobre siete palabras malcriadas biodegradables.
Ivette Mendoza Fajardo



Desanudaría todas las lenguas llenas de apetitos

 

Desanudaría todas las lenguas llenas de apetitos en su soflama ecléctica
La cama cobija otoños como una burla a la muerte juglar en dueto
El pan es el signo en que los cartílagos ahora duermen
y entrega su alma a los mares con los colmillos dilectos de la luz
Borré la ojeriza en los ojos y se quedó en el yermo de mi sangre
Eco de incesante repicar en rómbica curva donde la realidad es
una línea injusta desleal con bocas ajenas en duermevela.
Objetos tragados por un colágeno tosco vacío que dibuja
una carcajada suelta dramaturga obnubilada
Palabras efusivas despeinadas…con uñas pintadas, sabias como
un profeta que colapsa granizos juveniles en vientres estrafalarios
Hay un opaco dolor ante este frío negro que se aglomera
como la lluvia en cada gota pintarrajeada de invenciones
Agua laboral que al cuentear contrasta con la vértebra milagrosa
en su ceremonia prohibida bajo su filosa verdad en los abetos
Una terraza labiodental evaporándose de quietud invernal
intransigentemente labra el surco de su existencia para dar
cabida a la ciencia temerosa que esconde su cola de ardilla
en poros tejidos de vanidad prolongando los caminos del remordimiento.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 21 de enero de 2022

El hidrógeno danzarín de la eternidad ennegreció

 

El hidrógeno danzarín de la eternidad ennegreció.
La nada se eriza recostada en mi hombro dócilmente.
En un giro de luz el cielo despliega
sus alas febriles y bucólicas estentóreamente.
Y tú, con tu lágrima divina,
golpeas mis sentidos en busca del encuentro.
Del mar a la mar, un barco que olvida su desosiego
sobre un poniente de ojos macilentos.
Hoy acaricié la sensibilidad luminosa del mundo,
las huellas crepitantes que dejaron tus pasos oxigenados,
la odorífera existencia que quema por dentro
para invocar la quimera de la reminiscencia.
Entonces quedó mi interior vibrando
como un mar alborozado purificando almas,
un planeta prometedor que revela un misterio
en imágenes, júbilos y abstracciones.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 19 de enero de 2022

Se abre en cruz un cielo agonizante y acalambra el mundo

 

Se abre en cruz un cielo agonizante y acalambra el mundo
los valles del Partenón sus emociones
en el madrugado contento del infinito
ahondar es regresar en el viento eucarístico
germina el cántico la pared del deseo
saliva solitaria ama el monasterio de la pena
asimétrica la estatua de tu hora escorpión
marea de labios en la cintura asesinan minuteros
gusto centrípeta en el latido sordomudo de tu alma
afinada hasta la cuadratura reverente del orgasmo
grifo de la noche, aterrado en su eternidad,
el ímpetu del pensamiento deslíe nuestros ósculos.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 15 de enero de 2022

Anorexia disuelta, en látigos de bruma

 

Anorexia disuelta, en látigos de bruma
de los vértigos nauseados, habilosa parodia,
moluscos de las intenciones morriñosas,
verso sísmico para la perpetuidad de neófitos.
He premiado la floresta, los sables políglotas
de mi congoja he rimado en lentitud.
Recaliento las rocambolescas súplicas,
los talentosos esternones forzosos,
ahora, desde las fraseologías jadeantes,
círculo emplumado ese escorpión galáctico,
esa humorada nube de consonantes pujando,
ese pretérito y sus colmillos…
husmeo entre otras quejas, maquillajes
evolutivos de la niebla.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 10 de enero de 2022

He visto noches sumisas de placer eterno

 

He visto noches sumisas de placer eterno y condecorado.
Las cruces sonríen al fundirse con sus voces escamosas idealizadas.
La mecánica prehistórica es posible como un solo rumor culpable.
El torrente blando ha marchitado al brutal ardid del perverso.
Ahora, tu mirada plegadiza no titubea en la nieve de la promesa.
Las tiaminas de la madera fetal se enlustrecen de sonrojo salivoso,
cuando el inexhausto rito quiebra a pedazos nuestras vidas.
Desgranar el mar en lo inexistente que descose bajo las horas sublimadas
de punto suspensivos es empezar de nuevo la vigilia de la glicerina encopetada.
Pero no, todo está sin heredero de quijada invisible iridiscente
para construir ese acto espiritual con furor imprecatorio alfa beta.
Lucha lunar del reloj frenético de pieles congeladas disfruta la
resignación y peregrinación de su franqueza sonreída.
Ivette Mendoza Fajardo