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viernes, 30 de septiembre de 2022

Las escápulas liberadas

 

Las escápulas liberadas,
el pelo dormido,
desigual.
Han dejado sus miedos dentro del último tranvía,
ahora se humanizan su presencia.
Una gloria inservible
y las diéresis meneándose en la madrugada,
reconocen a veces un empate para el ofuscamiento.
Están ordenadas sobre el sueño eterno del jardín
y miran sin ademanes
la saliva que dejan en las baldosas de pasiones
el mástil de la fortuna almizclada.
Escuchan canciones de astrales ruiseñores.
Apacientan en sus vientres mis olvidos.
La expoliación de sus pieles y la parsimonia de Octubre
me brindan su talento decoroso
y en un parpadeo gutural borran mi estresado mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 29 de septiembre de 2022

Ni el colofón mensajero amarillento

 

Ni el colofón mensajero amarillento ni la magia más agobiada dentro de natura.
Ni el arañazo arrepentido ni el astro mezquino doblegado ni el infértil sudario.
Ni la más piadosa madrugada esperando ni una tarde agitada y moribunda.
Ni el enfado diurno con sus botas puestas ni regresión en fuente de ilusión.
Ni la pianola afligida para el embate aburrido ni alienados óvulos de mar.
Ni el ofrecimiento enfurecido por cinco centavos ni sol con revólver.
No el trastorno en el oleaje de marañas ni los bolillos en preámbulo.
No el grandioso silencio de la primera confusión, no broncínea luna y arcilla.
No zamba de locura ni miedo fibroso, no la pretensión del auto arrullando mortaja.
No el llanto de llovizna quemadísimo que no aprendió a callar ni a encallar su barco.
No puja lo que tiembla, no daltonismo bañado de luna ni blanco flotando en cosenos
Ni la oscuridad del cielo, ni rastros que nacen en cualquier parte ni fecunda el anhelo.
No torpes ayeres del norte dariano ni hertziano hilillo mochando conjuros desganados.
Entender todos los Beethovens y los Picassos resulta abrumante.
Un Mozart que cuida todavía su solfeo encerrado sereno entre nosotros.
No, ni yo, ni tú ni el Perseo soñando, ni la ninfa que cruza de pronto el vacío.
No falsificadores majaderos de crepúsculos, ni a la ingrata odisea ni parábolas niños.
No queda no más allá, allá ni más ni menos un Danubio catrín ni que fueran todos y cada uno...
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 28 de septiembre de 2022

Carcajadas lloronas siderales

 

Carcajadas lloronas siderales en el hombro robusto
de la distancia tragan cien mil imágenes de fuego.
Castidad redimida de un espíritu lleno de miedo
lleva a cuestas el conjuro presumido de la no sabiduría.
Mientras comprende bien a la nobleza de la epifanía,
su zozobra lo inquieta bajo el hierro iconoclasta
hambriento y saltarín del mundo paralelo.
Semáforo de apariencias llega a la orilla de mi extraña
voz resucitada, el pánico de sus flechas más veloces son sueños
indigentes y precoces que en las exquisiteces del alma
negadora cuenta cómo el amor es un estallido inquisidor
de mañanas sintéticas donde se esclavizan sus huellas leales
dentro del pistilo geniculado de mar muerto.
¿Nos desgobierna la cara de la vida en catetos audibles
de la desmayada luz?
Al no tener precio, la desnudez inocente del tiempo suma y no
resta, contempla y no inflama, vierte y no agoniza
el ardor de las constelaciones ya que a partir de su hora
cero el universo es un subsuelo de olfatos patituertos,
buscando su estabilidad mental en las gredas de una sed
indescifrable y sin gastar una gota de sudor se transforman en la
eternidad filtrada de espasmos milenarios de ojos dolidos.
¡Ah posibilidad generosa en este largo y cabalgante misterio!
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 26 de septiembre de 2022

Reconozco la voluntad del instinto

 

Reconozco la voluntad del instinto preciso, voluptuoso a veces caníbal.
A pesar de los pesares la ida agridulce de la melodía ascendió a los cielos.
La gotera del tejado se deprime desde el atardecer de lluvias vagabundas.
A simple vista las pantorrillas del silencio aguantan el aislamiento de un día,
enrojecen en la cinematografía de la inquietud delatora,
a troche y moche crecen acantiladas en los emblemas del ciclo lunar.
Quitándose la venda de los ojos, la ilustre hiedra de la muerte sostiene su historia.
Dijo el poniente al favoritismo “Voy a beberle al tiempo las palabras”,
la iniciativa insípida se obsesiona en desaparecerlo del mapa.¡Ay!
La verdad amarillenta canta victoria en una galopada de sueños.
Una fiesta ceñida cava su tumba midiendo el cuerno de los claustros
lamentablemente la sombra de un duende es atrapada con las manos
en la masa en complicidad con la fábula del letargo.
En un círculo vicioso la oquedad del grito es esa pestaña indomable.
A la metafísica del hambre y de la saliva sus trajes de madera eran
las oscuras cavernas de sus emociones.
Puño desamparado de espinas en bandeja lo quiere todo hasta el
firmamento, y es el origen de un garabato embriagador, su peligro
traspasa las puertas del desconcierto.
Duele en carne viva, en mí la pregunta mordaz de los reflejos.
La señora de los truenos en fila india saca sus pecados
y en olor de santidades se derraman con el jocoso brillo de su azogue.
Ivette Mendoza Fajardo




domingo, 25 de septiembre de 2022

La agorafobia del dolor y el destierro del alba

 

La agorafobia del dolor y el destierro del alba
han sido fieles creyentes del instinto oscuro,
tras la rubeola de sus labios
no hay hora que se anestesien,
ni catarsis que los santifiquen
ni compulsión rabiosa y exagerada
que les reanime
a tomar algún esquema corporal
donde en descuido sus razones se queman
por resucitación cardio-crepuscular
a cara descubierta ante fantasías diurnas,
no cambian sus pantuflas con oclusiones coronarias
por la sangre profana de la luna,
ni seducen los pellejos de sus neuronas aprehensivas,
hoy asegurándose aplacar el tono irreverente de sus miedos,
cicatriz cínica obnubilada pierde su consejo práctico,
porque los pies se le derrumban como astillas quemadas
y yace extenuada la obesidad de sus mentiras,
su gemido lesionado es la oftalmología de su movimiento
parabólico ¿La ruta incierta de su sombra?
¡Se deja auscultar con la frente en alto!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 24 de septiembre de 2022

Mis ojos reposan en las plaquetas de la noche

 

Mis ojos reposan
en las plaquetas de la noche disfrazados de nubes anémicas
y siendo máquinas rencorosas
estallarán soledad como nervios apiñados musicalmente.
Su deliciosa verdad alertará una laguna que florece de humildad
donde se acurrucan las piedras en su aerofagia recurrente,
juguetonas, vírgenes,
igual que en la mueca rural donde nos hace
recorrer por siempre recorridos de esperma de
yemas vulnerables.
Sucede que ahora entraño colorear el silencio
que te convirtió en usurpador de luctuosas amígdalas,
amígdalas acicaladas de sonidos domesticados, domesticados
de caricias pensativas, pensativas
de llanto ambulatorio.
Su hipertonía declamatoria silenciará mis lémures;
empapará de voces mi retorno con mi sombra a cuestas.
Y sobre el ojo de la nostalgia descamisada de dulzura
ofrendará su equívoca apariencia sobre lo ya muerto:
porque simplemente todo era, un ávido recuerdo codiciante.
Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 23 de septiembre de 2022

El tiempo cuadriculado a ras del cielo


El tiempo cuadriculado a ras del cielo transcurre en el anzuelo
de un contrabalanceo de ideas tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo. Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se escapan superdotados
por cada respiro sintonizado cuando siente mi corazón enmudecer.
¿Qué serían los rasguños del viento que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin esperanza!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 17 de septiembre de 2022

Economía demencial

 

La fuerza del mercado demanda en tridimensional,
deslizante matriz de recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus flecos iracundos
la teoría de los juegos vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad marginal,  tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad, se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando en estado corporativo.  

Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 16 de septiembre de 2022

Desata, luna, la cacería del contentamiento

 

Desata, luna, la cacería del contentamiento
como el lienzo blandengue que simula el cielo
y la fachada entiende la ferocidad de las herraduras.
Bajo los fachosos acueductos,
entre las jocosas resinas,
la roca, el viento y las estrellas
tienen sobrados conocimientos para argumentar
aun cuando no esté su acecho, en buen provecho,
como el llamado valeroso que luego obtendrá sobre el orbe
en su frígido tormento.
Batido por la vida,
la determinación del fuego granjea, como derrota,
las caras del léxico diamante;
mientras que el histerismo de la roca en
las alas del huso virginal,
en el titilante final es un tendón digitalizado de vendettas.
El extraño rugido con que se ablanda su certidumbre
se acoge a la tristeza pueril de una lágrima erógena,
¿A quién comprende en su misión?
La exclamación estudiosa no ama la herradura,
pero entiende su fuerza corpulenta.
Nada deshace la roca si no es su designio dopado.
Nada doblega al viento si no es su mismo sufrimiento.
Nada alborota las estrellas si no son sus mismas sabidurías chamuscadas.
Una estrella dulce es un niño astral esculpido bajo el llanto ígneo del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 14 de septiembre de 2022

Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas

 

Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas,
la sombra carnicera se adelanta oscureciendo el recuerdo malavenido;
la ciudad homeostática respira lágrimas frígidas y nadie viene en su auxilio.
Ser un látigo magnate a mi antojo para domesticar la angustia samurái.
No hay soñador que sueñe las venas asombradas de mi noche mesopotámica:
generosa, azul, obediente que le roncaba al mundo fauno aturdido.
Apagado está tu reino absorto, muerto el rubor del espíritu al estilo intruso:
y su boca que enamora rastreos en alargados túneles de ideogramas 
no consiente la inseguridad ni sufre la inmisericordia: y ahora está
en tus pesadillas y caigo sin voluntad en tu deseo, puede llamarse
adulación pecaminosa ¿En un entorno de puros impudores?
Burlescamente hiere un agua cósmica la rosa espectral que oxida el mundo;
¡tan inquieta! Que podría inquietar todo… entre la pasión y el fuego,
entre el cuerpo y el alma, ¿Será que como vida abrazan soledades?
Apaleada intrusión dióptrica, hexasílaba de llovida voluntad de hemisferio dormido
pregunta a los que llegan: ¿Por qué la memoria adormece ante el misterio
adolescente? Más allá, más allá, un subversivo clamor es una vanidosa pantera
en solfeo mayor entregada a las obras de caridad a pesar de tenerlo todo y nada.
¡Ay! su corona punzante de hermanastros polinizados en fulminante mono
trapichero de impulsos valerosos barajeando alopatía y limadura, migajas y
barriletes ¡Ufff!.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 12 de septiembre de 2022

Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz

 

Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz,
escudriña el cincel su ser interno y muerde la noche su miopía.
El filo del cuchillo es otro camino de ambición martirizada,
el hierro lactante duele y se retracta en breve justificación,
la erosión de la vida es miedosa y es valiente
es un sueño de ojos rancios con dolores y alegrías... es paradisíaco...
que usurpa la modorra inopinada de los átomos.
Cielo y averno invaden los vapores huraños del mañana.
Tiempo generoso... nos regalaste el púrpura del milenio.
¡Aquí queda la báscula resentida sudando eternidades juveniles!
El cobre primordial se exilia, termina su recorrido por la tierra
con tambores de lumbres y truenos para coronar sus días…
¡Son dramáticos los ayeres navegables en nudos centinelas!
y se cuidan con laicos revólveres, cariñosamente se apretujan
entre ellos para sacar una ingenua risita apocalíptica.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 10 de septiembre de 2022

Septiembre se insubordina

 

Septiembre se insubordina
con el embrollo cruel de los sollozos
afuera pereza de la catacumba va acumulando
su codicia entre cifras ilógicas de la muerte;
toda la quietud dormida del ímpetu apagado,
contra las rocas
expande su plétora de placeres de locura
su blindada bondad andariega entre las alegrías sordas
su broncínea percepción en la neurosis callada de la sangre,
ya nadie a contraluz se aventura
en este minuto enigmático de la mañana;
asmáticos los ruidos se mitigan al
enraizamiento mediador de los días, por donde
azuzan sus olores en el fuego
con hipnótica prudencia
así como esa gratitud domesticada de monólogos
frente al derrumbe rojo del elogio, del elogio llamativo de olor gris,
la mañana es un lengüeteado despertar sobre los pantanos
la noche un rey de corazones depilando la piel de mi soledad.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 5 de septiembre de 2022

Tréboles de secuelas desterradas

 

Tréboles de secuelas desterradas
reflorecí en tus errores, en lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena, con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua conquistadora
tragándose todos y cada uno de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no aguanten más,
ruégale un rocío fructificado desde mis
sienes rotas, como costumbres del azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y gorriones,
gorriones de corazonadas aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el silbo embrionario de mi
 universo bonachón.

Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 4 de septiembre de 2022

El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno


El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno fortuito
titiritaban de ansias, pero no era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con sarampión de arbustos bondadosos
cayéndose entre puntos suspensivos ¡Plaf!
¡Oh tesoro de disfunción coqueta!
¿Era martes familiar y taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su respiración en una
caja de pandora con el filo punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
sobre un meteoro masoquista con zapatos voladores de
carne y hueso ¡Ay de él! Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca. ¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio para aplacar el
hambre de los dioses del Olimpo.
Sábado preñado de caricias agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al mundo para cultivar el pío pío de
mitologías olorosas, y aquí murmurando yace oliendo a domingo,
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.

Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 3 de septiembre de 2022

Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea

 

Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea,
engullo la tibieza de la hierba acariciada y desertada, en cada sopor
de áncora humillada donde la palidez del fuego aprende a leer rarezas.
Aquí me siento dueña para hablar a solas con el licor pícaro de
silencios sin caderas, que quede grabado en mí un Vesubio
que calcine mis preceptos membranosos y que cada día vayan muriendo
poco a poco. ¿A qué hora se desuella nuestro amor oscuro?
Refrescante tarea carga liposucción de noche golosa que al
estar quieta exhuma los espacios marchitos de tu incauta mirada.
¡Pompeya vivió la inmisericordia mefítica de un averno viviente!
Prohibido respirar impiadoso ante la perversidad de cenizas con gestos
congelados en la eternidad de las visiones hasta el terciopelo
áspero del suspiro frenético. Fragmentos de mares en la Odisea
despampanante de razón dócil inclinadamente ornamenta
la imagen perdida dentro del caldo ígneo amargo de la vida.
¡Hoy me haces recordar! Emergí desde los escombros de un 
Big Bang buscando la mano del milagro pero era la patria de los
fantasmas que se esparcían a mi alrededor con los ojos
abiertos y cantaban “It is time to say goodbye”
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 2 de septiembre de 2022

La animosidad del destino

 

La animosidad del destino es un cuerno sin aire mórbido desafiando
El casco perezoso que marca un pantano materno
La ignorancia iracunda que no encuentra un freno enviciado
La ligadura destrenzada del amor insalubre cojea
El lugar deleitoso taña sus sonajas profundas
La boca del brazo que metamorfoseado fuma el viento de rabia
El punto del tacto caminando por la paja del ojo ajeno
El blue jean desinfectando recuerdos embravecidos
La gesta gestando la decrepitud del soplo divino
El desvanecimiento de la eternidad que inflexible gobierna
La silla torneada muere de vieja muere triste y cansada
La firmeza de la idea lame el contorno del párpado iluminado
El rectángulo del agua que baja por la insolente escalera
Las afonías del ruego y la lenta mañana se entrechocan
Las injurias anegadas soñando sus muertes sucesivas
El temeroso delirio del mar quebrando el diente catequizado
El miedo putrefacto y el rencor vienen trapicheando melancolías
El ruido metalizado inútilmente seca sus manos sudorosas
El bla bla bla infernal que toca el olfato de sonidos zurcidos
El quiquiriquí demencial permaneciendo aquí conmigo
Ivette Mendoza Fajardo