Las escápulas liberadas
Las escápulas liberadas,
el pelo dormido,
desigual.
Han dejado sus miedos dentro
del último tranvía,
ahora se humanizan su
presencia.
Una gloria inservible
y las diéresis meneándose en
la madrugada,
reconocen a veces un empate
para el ofuscamiento.
Están ordenadas sobre el
sueño eterno del jardín
y miran sin ademanes
la saliva que dejan en las
baldosas de pasiones
el mástil de la fortuna
almizclada.
Escuchan canciones de
astrales ruiseñores.
Apacientan en sus vientres
mis olvidos.
La expoliación de sus pieles
y la parsimonia de Octubre
me brindan su talento
decoroso
y en un parpadeo gutural borran mi estresado mundo.
Ivette Mendoza Fajardo