Carcajadas lloronas siderales
Carcajadas lloronas siderales
en el hombro robusto
de la distancia tragan cien
mil imágenes de fuego.
Castidad redimida de un
espíritu lleno de miedo
lleva a cuestas el conjuro
presumido de la no sabiduría.
Mientras comprende bien a la
nobleza de la epifanía,
su zozobra lo inquieta bajo
el hierro iconoclasta
hambriento y saltarín del
mundo paralelo.
Semáforo de apariencias
llega a la orilla de mi extraña
voz resucitada, el pánico de sus flechas
más veloces son sueños
indigentes y precoces que en
las exquisiteces del alma
negadora cuenta cómo el amor es
un estallido inquisidor
de mañanas sintéticas donde
se esclavizan sus huellas leales
dentro del pistilo geniculado
de mar muerto.
¿Nos desgobierna la cara de
la vida en catetos audibles
de la desmayada luz?
Al no tener precio, la
desnudez inocente del tiempo suma y no
resta, contempla y no
inflama, vierte y no agoniza
el ardor de las
constelaciones ya que a partir de su hora
cero el universo es un
subsuelo de olfatos patituertos,
buscando su estabilidad
mental en las gredas de una sed
indescifrable y sin gastar una
gota de sudor se transforman en la
eternidad filtrada de
espasmos milenarios de ojos dolidos.
¡Ah posibilidad generosa en
este largo y cabalgante misterio!
Ivette Mendoza Fajardo