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viernes, 16 de diciembre de 2022

Dilatación de zozobra

 

Dilatación de zozobra que cede consistencia
en la reverencia menor de la pupila
como figurar el retumbo de las conveniencias
y la huella de la retina en su revés menospreciada
de entusiasmadas intercalaciones sincrónicas
las pisadas de la noche son el reencuentro de las almas
la mano izquierda de la bala cae en lo insondable
en el taburete de mirada a cuatro lunas de distancia
en la centinela de tormenta frasco diligente de mi yo
en el acontecimiento mismo alternado se engendre
es la constancia del ser en el instante del descuido
como impostura del mundo en el boceto de algo coherente
y no como trivialidad en el automático donde hay desmigajada
imposibilidad envejecida buscando noches en el deseo
¡ala mayor ascua de melancolía! ¿llenos de senos un vendaval?
Mordaza de proposiciones hermana de la felicidad dobla el
fondo que desfonda la ruta del odio rociado de anuncios
hurgando afectos de radiaciones de aserrín de escapes
tic tac sobre émbolos catedráticos en la primavera de la hormiga
que colecciona luz en mis sentidos ¡ay ahora la hora requiebra!
Ivette Mendoza Fajardo

lunes, 21 de noviembre de 2022

Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro

 

Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro destruyen
el eje elíptico de una piedra engolosinada y
sólo queda esa duna cotidiana del gozo amenazado
por donde impresiona a polaroid un pez en mi memoria
flanqueando hormigas prisioneras de elixires amanecidos.
Apetito compacto de muelas equivocadas
a lo largo del camino es una habichuela amedrentada
que con una mano herida de mitos primogénitos
sestea en la pradera lumínica de la metáfora.
Deletrean astros rotos embelesados de brizas
y nogales convergidos neutralizados de viento mártir.
Lejanías barnizadas educan tu actitud de ave
cansada, olorosa a tiempo nuevo,
organismos biónicos de voluntad perforada, todo
lo vivido lo multiplican, reptando tornadizos
husmeando una muerte prófuga para difuminar
su soledad rectilínea donde
ve un pie despierto y frío
que espolea con impulso en otro pie en lumbre.
Ivette Mendoza Fajardo


viernes, 18 de noviembre de 2022

Todavía sigue humeando la silueta de los siglos

 

Todavía sigue humeando la silueta de los siglos.
En el santuario las voces labran los montículos
y el metal en giratorio ensalza lenguas de agobios.
Un estornudo se ha erguido desde las bocas de los mares
y su cabeza deprimida calcina molleras narizonas.
Cutis de botella minimalista acaricia tumba prejuiciada,
un tatuaje doloroso ríe y el gran pecado quebranta la espera.
La pubertad un guijarro enloquecido de índigo y fuego.
Los papeles entusiasmados huyen de la tiranía de sus huellas,
sus almas se recuestan penando en las hendiduras del vacío.
Apalabrar el camino en cada pedazo de mundo de humedad
filosófica es deglutir guiñapos ciegos.
Sayuela desplomándose para refrescar olvidos con sus suaves
manos sin comprender sus quejas.
Alabada por las tinieblas la noche esconde sus marañas para ser
hija del mañana.
Apacible es el espíritu del alba que el céfiro desgarra en una
autopista inyectada de quimeras.
Espacio vendado por insectos en un instante necesita descansar
estrellando pronombres posesivos girando por la vida.
Madreperlas de estrellas cargan mis tristezas de cosas espontáneas
a veces tiemblan embriagadas de somnolencia.
Ivette Mendoza Fajardo

jueves, 17 de noviembre de 2022

Cadencia entre pechos reflexivos


Cadencia entre pechos reflexivos, los ayes en la cara,
y un epígrafe que solloza en las borrascas
―al no ser elemento consentido caprichoso ―,
la mano atormentada del miedo
 exprime el silencio y sus vertientes entusiasmadas
de percibirse y retocarse en el vacío, cuando existe
―si no la trivialidad del desmigado pretérito ―,
lo nivela, dejándolo desperdigado…
Lo minúsculo que lo trascribe,
enmarca ―con semblante solidario al dígito,
que a su elíptica forma subversiva la disipa…
Y en lo inmortal, o mortal vagabundea
―con su músculo de infinito tenso y desarropado
de la sagrada y facunda luz que: ¡la circunda …!
Ivette Mendoza Fajardo

martes, 15 de noviembre de 2022

Desde la acurrucada lluvia sesgada

 

Desde la acurrucada lluvia sesgada
del crepúsculo apasionado de tus ojos,
mi esperanza se siente abrumada
por el aire sonriente, ya robustecido solo por el olvido.
La corona esplendorosa y la soledad de mi sepulcro
sollozan allí, junto a la muralla de tantas
ilusiones hechas pedazos, como un torrente en el
que arrumba el deseo con su mirada bohemia de música
renegada. ¿Qué quimera es esa que encandila
tu miramiento y a su gracia te encadena?
Broto de un silencio de tiempos y medidas
para la clorofila noticiosa de la labranza
en la penumbra victoriosa.
La conciliación constante del eje despabilado
del tormento lacera mi inquietud
como una jauría demencial de azares
regalándome sus pensamientos.
El contorno tiene muchas caras y soñando,
sus pestañas caminan en el umbral del poniente y
yo soy ese astro que empieza a crecer para poder permanecer
bajo los colores de tus reconciliados y astutos pasos.
Ivette Mendoza Fajardo

domingo, 13 de noviembre de 2022

Con el perfil abatido brillando por el margen

 

Con el perfil abatido brillando por el margen
el abecedario escribe en el espacio virtual
cuando el alba avanza cada vez más ruidosa,
apática y angular al revés y al derecho, sus
gemidos repercuten,  se  engrandecen o se
duermen y los limpia y los halaga y les da de comer
sobre una caldera encendida en la espesura de la
noche y está rodando como si fuera una pelota
y el silencio es una esfinge con angustia de almas
donde se encorvan los cuerpos celestes.
Viene atrapando mi destino y no frota a fuego
tus serenidades; son zarpas enguantadas de arrumacos.
¡Ah cómo desclava el alma al corazón, quejosamente!
Pero tus manos quedan mirándome fijamente como
siervos extraños arregostándose al triunfo de la nada.
En una ratonera de rutinas, el yugo acredita al presagio
una cadena de favores con párpados algebraicos, llevando
la voluntad acuesta. Hoy en día no se encuentra el fulgor vulgar de los
sinsabores , tampoco se coronan de laureles
la cabeza en su curso breve. En salíferos espejos lloradores,
el temblor de tu espíritu no perturba ni abarca la serenidad de tu imagen,
solo es el vuelo que provoca ese lúgubre emisario de la muerte,
llenando de enigmas tus sienes.
Ivette Mendoza Fajardo


miércoles, 9 de noviembre de 2022

Soles taciturnos de organigramas audaces

 

Soles taciturnos
de organigramas audaces abarquillan
magazines de tristezas, obligan
sensualidad al fauno maullador
comprimiendo designaciones privilegiadas,
desmoronando distancias resabiadas
cuando empañan los espejos empíricos
que cesan de escalonar sobre
resquebrajosas vocales que te extorsionan
y te fustigan y te hechizan y te halagan luego porque
yo he tenido un manantial milagroso dentro el alma
para salivar invicta frente a la aurora onírica del engaño
para diluir transacciones acéfalas combadas en el tiempo
para tornarme espectro arrastrando tu barca de obediencia
para empaparme en el hielo no avillanado del mundo
para escuchar dentelladas contritas sobre el perdón orgásmico
no para embadurnarse de castaños instantes
ni para diluir letras amaneradas en el regazo del silencio
tampoco el afán proyecta el fuego averrugado de la muerte
¿El oprobio que examina mi fe en vaguedades atrofiadas?
¡Ah eutanasia de la nada que asga la espada!
Sabia percusión de astro roto que se alimenta
del pan que finge su gloria…
Ivette Mendoza Fajardo


lunes, 7 de noviembre de 2022

La mandolina otoñal del cielo


La mandolina otoñal del cielo se balancea entre la dulcedumbre
con denuedos pálidos que, repentinos, colman los recelos del mar,
y un baúl de angustia desvelada
empapa al traslúcido perfil con una tonada de triángulos derrotados.
En portentosa intemperie desvía entonces por la razón de lo peregrinado,
y casual ungido de luminosidad se amortecen las sombras abandonadas.
Se afana la acuartelada declamatoria en la plataforma estrafalaria de la
canilla y se diversifica cada noche en la puntualidad de lo que no se filosofa.
Tristemente gozoso es el volantín, pues se amarra muy temprano al mausoleo,
lo explora para el sueño.
Siesta del tiempo allanada
caldea con el alma de lo que no aconteció.
Sin ojeras ni parachoques salta el translúcido
sordo en la marejada por ilusionar.
Ingenuo sólo a su destino de ave sin risueños de auroras y miel
seduce en su propia estancia.
Por eso a nadie ruega porque no lo debilita.
Ivette Mendoza Fajardo

domingo, 6 de noviembre de 2022

Marchan los faroles musculosos del mechón martirizado

 

Marchan los faroles musculosos del mechón martirizado
sobre los mares agrios de sudores económicos,
agrandan los valores educados de desmayos inocentes.
Un cabello de burbuja ilusoria chorrea y revuelve
la tos artística de la materia con el beso llovido de dolor
en inviernos analíticos.
Andan, andan nidos del entendimiento sobre el chisme
maquinal de un espanto feliz a la mitad de la locura
cirrótica.
Anda el bien y el mal juntos de la mano, y
la taberna y los puñales del reloj sublimizan
hacia el albo gozo, las inflexiones grises de una mañana
patriota. Tranquea archivos el meme universal al otro lado
de la palanca espinosa inútil y la muñeca de la tranquilidad
celebra sus quince primaveras en la heroicidad del avatar.
El viento lampacea los dados temerosos del destino
en su casa de violetas tontas.
Andan leves los catafalcos amoquillados en monitores
parlanchines.
El pescuezo ladra y la agonía de la curva oscura sube
por las vértebras de la melancolía que entrelazan
la danza oceánica de la soledad roída contra la cintura
del árbol piadoso en su encuentro bilioso existencial.
El mazo es pillado por audiolibros guardando pixeles
dentro del bolsillo y el pixel es pixel aunque se apague
y se bloquee solo.
Ivette Mendoza Fajardo


sábado, 5 de noviembre de 2022

En el hierro esquivo del caluroso peñasco

 

En el hierro esquivo del caluroso peñasco
batalla incesante la ingle orgullosa del estruendo,
como el acento del resplandor saturado
de la pupila viajera que en el orbe sin queja
va
retozando en su fugaz recorrido sobre el
alborotado viento descollante,
mientras tanto escucho una lágrima rebullir
que fragmenta
la bramadora celosía de la nada.
El giro amohinado se transforma
en la adolescencia de la colmena 
y en el invierno de la versión masculina,
se aclimata al gris canalla de la bandera
crucificada por
su propia argumentación equinoccial,
¡Hay algo más!
su altura liberadora de las cosas crepita
en el espejo desdeñado de sus labios;
una aureola salta solitaria en el análisis lluvioso
del instante, traquetea de gozo entre la hojarasca.
Una paz abatida de humillaciones evoluciona
desde los antojos pectorales de la marea,
que se atragantó de peces y corales
hacia las orejas del empacho de la fatigosa lontananza.
Ivette Mendoza Fajardo

viernes, 4 de noviembre de 2022

Fragmentos de silencios nómadas sobre la mar

 

Fragmentos de silencios nómadas sobre la mar
lógica dormilona y emoción revesada de tiempo
incrustados en el idilio turbado de las hojas.
Envenena la malicia a la eternidad remendada,
apenas chispas de sollozos lamiéndose sonoramente.
Cálculos de una campana inútil ya en la permanencia,
ostentando por manuales orates de
cosquillas nacidas desde ayer,
como la lengüetada vesical de ave secular
en el hondo de átomos que admira y lo mastica.
Arroyos enyesados de sed en auxilio costilludo
vegetal sufriendo.
Humilde palanca que se turba alrededor de
la silueta solitaria de los ojos.
Asombro de tobillos círculos velámenes azotes.
Apaciguada perspectiva de la inusitada ocurrencia
que ahorca de la vipérea congoja cascaruda al cerebelo de los días.
Ivette Mendoza Fajardo


jueves, 3 de noviembre de 2022

Una ninfa dialogante


Una ninfa dialogante se tragó el tiempo
encopetado de manías logarítmicas,
se tragó los más funestos entendimientos de
las nebulosas sagradas de una flor dudosa
y la eternidad multicolor que jugaba con el destello
de la ilusión, redactaban sus versos bufonescos
de tardes venenosas en galopantes misterios
del dolor amniótico.
Los mares eran una disculpa para obstaculizar
los problemas computacionales de brújulas carismáticas
que custodiaban un engendro óptico en sudorífica
comprensión.
Mientras tanto el párrafo interrogaba sus vanas confesiones,
congelaba secretamente la membrana de su imprudencia
donde debía caminar veinte kilómetros hacia al más allá,
espolvoreaban pedazos de crepúsculos cazando virgos
metapsíquicos, celestes que añoraban su valor inexplicado en rumor
hadado, y nada se lamentaba en esas constelaciones de alcanfor,
¡Oh dócil control de sospecha letal!
¿Qué ninfa dialogante rasca fracturado orgullo?
La fidelidad de un bullicio que come con sus manos torpes es
la cabellera taciturna de ella en requiebros de luna frígida astral.
Ivette Mendoza Fajardo

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Oh, mañanas del bombillo

 

Oh, mañanas del bombillo.
Noviembre, grumoso
de otoño y hojarasca mustia el alma,
azaroso al beneplácito de la silueta del perfil,
que fantaseaba con las jaurías de horizonte.
Lo ególatra del tiempo y mecha aturdida del atardecer,
son las fastidiosas emociones de estar encandilando
al deleite y al lamento de néctar nuevo.
Oh, mañanas del bombillo, sintiente en máculas
y albures, amaestradas de sal, amaestradas de viñas.
Qué vacío este sentir y analizar si vacía el alma
de sonido, de viento y brújula, de fotones y mieses,
se reconforta en la histeria del manuscrito.
Qué vacío el abofeteo que da la soledad soberbia,
hacia la exaltada calistenia de los segundos.
Ivette Mendoza Fajardo

A la hora en que la fortaleza del ruido

 

A la hora en que la fortaleza del ruido
primaveral de la bancarrota se somete
como un nudo normativo por lengüetas
del mangoneo,
el maniquí regala textos rumorosos
mientras vive su morir en la oscuridad vestal,
del oscuro acaecer del tiempo que lo rodea.
En el mismo instante que el encontronazo de sol
y el encrespamiento de aguas raras se arrepienten
de su suerte, la música lloriquea como
un viento encopetado plañidero.
Un lobo zalamero del color de draconianos crepúsculos,
se consuela en la noche ofreciendo su fauces de letanías.
¿Qué locuacidad mamífera agrietada lo aprueba rejuvenecer?
Ivette Mendoza Fajardo


domingo, 30 de octubre de 2022

La moneda imperiosa disfruta su epidermis de oro

La moneda imperiosa disfruta su epidermis de oro,
se auto-reconoce una luz en su colectividad filológica
en un instante en que la urna de cristal aparece viva.
Cuelga de su rectitud, su abellacada fijación a su propio yo:
mientras desvanece una mueca de un entusiasmo
embrolloso.
que levanta del barro a sus pies su esfuerzo fútil,
inverna en la modesta eternidad, la testarudez sofríe de
otoños el mundo,
vuelve el calor al miedo, hay oxígeno en penitencia
y el éter no restituye a la mímica
que encomienda su espíritu a la fiebre de las posesiones.
Todos y cada uno parecen embobados por la alegría suspicaz
que produce el vacío,
¿Acaso persiguen en su riqueza azurumbada
el elixir sempiterno de la vida de oro?
¿Qué nos deja un moderna moneda acaparadora de brillos?
Y de nuevo, el alma que nos mueva a oscurecer.
Una sed rebalsada en el viento terebrante
Un desdoblamiento más, repetiría el alba,
Un desdoblamiento más en las etéreas garras
de la soledad.
La moneda imperiosa, ese feroz derrumbe, aliado.
Ivette Mendoza Fajardo




sábado, 29 de octubre de 2022

El bostezo aprovecha la suavidad del odio

 

El bostezo aprovecha la suavidad del odio
y la dureza del amor para asustar al claroscuro
en el desgaste derrochador del olvido y un
placer confuso pierde vuelo en la bestialidad
desnalgada del infinito.
¿Por dónde duerme su asombro hecho arcilla?
Ni los paralelos espinosos echan raíces
por el agua blanda del contratiempo profazador.
Ni las nubes ondulantes de los celestes gritos
llegan a recobrar amores ciegos en pleamar.
¡Oh acalorada quietud! Un continente de susurros
dentro de piedras oráticas fecundan mi apocalíptico
dolor, tan traicionero como seducido por lobos
alagartados en pantanos lamentosos.
Noción imaginaria de luna alucinante se compromete
a rezarme la vigorosidad de sus últimos días, contrafuerte
de una tentación que fue buscada en la plenitud
de su democracia virginal. ¿Y qué pasó después?
¿Era la nada en sus descalabros?
Pertrechos que se alisaron, cual corceles vanidosos en celo
permanente y se ilusionaron en ser una lluvia eléctrica de neón
en los tentáculos de la muerte para rechinar sus dientes
de alquitrán, para jactarse de su luz hecha penumbra bajo los
colochos brunos del tiempo.
Ivette Mendoza Fajardo




jueves, 27 de octubre de 2022

La canción tiene universos paralelos

La canción tiene universos paralelos...
ejes y vectores en la distancia ciclotímica, hoy más que antes
-mil ojos grandes regicidas como huecos sin sombras afligidas-
¿Y el minucioso prisma que ecolalia no olvida?
La canción vive su vida con ideas delirantes y no se escabulle,
con el filo de la tarde musitando perplejidades,
hiere los cometas con sutilidad devoradora y charlatana
y entre agonías y sudores duerme con sus esqueletos de almas duras.
Entonces, se esconde detrás de los telones de la aurora mística,
deja una que otra astilla en mi entraña freudiana.
¡Me arrulla el aire de recuerdos parabrisas y comatosos!
Aleteando cava juicios acariciando los sepulcros, 
sepulcros que se refugian entre formas tontas y vibrantes,
intrusos quizás en cualquier lugar, mientras en el laberinto
celestial brota la canción con la suelta melena fuliginosa de la psicología.
¡Ah las últimas canciones densas de pensamientos audio- mudos!
Y me entretienen y me hacen disfrutar el mundo que gira al revés.
¡Oh la canción muerta y regicida del firmamento musical!,
Cual lunas que huelen a jocosa amargura,
buscando cuerpos en letras ya roídas por soledad universal.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 26 de octubre de 2022

Brilla la oscuridad con sus ojos parpadeantes

 

Brilla la oscuridad con sus ojos parpadeantes,
se aclimata en el dorso de mi alma
y ese brillo trae restos del Big Bang,
restos de sollozos melodiosos    
de estrellas que no han nacido
o que se desvanecieron,        
entre agujeros negros
y la oscuridad es un ojo mío pegado a tu
niño interno
y en nuestro entorno
un gira-sol ataviado de oscuras esperanzas.
Plenilunio en
oscuridad extasiada,
sensibilidad gravitacional y marea trascendental ,
labios giratorios en regodeos
alameda de corazones 
rencarnando, fruteciendo
el océano que nos hace un fotón de luz
hasta perderse.
Ivette Mendoza Fajardo



El chischil entró por la puerta de los sueños

 

El chischil entró por la puerta de los sueños gentilicios
a un ordenador varado sobre la rutina reconfortante del mundo,
para posar en números binarios en las arterias de la inocencia,
donde los emoticones navegan lentamente como tortugas necias.
Un pixel es un adiós invertido, una trompeta
espantando el andamiaje de la soledad en blanco y negro.
Un escuadrón marcial de hormigas
que ataca el RAM y lo convierte
en nostalgia electrónica y pereza reprogramable.
La comitiva de la añoranza apresa contrariedades
de nivel neural en regodeos,
machaca unicornios a mansalva, pregona un deseo
cuando duerme el zócalo de la hierba estructurada
en el fusible constelado de entusiasmo fotográfico.
Al reverso
la inquina del monitor desorientado es un kilo de luz recién laminada.
La brizna del pellizco, una mano otoñando en las ventanas
rupestres de la vida
que me deja su resuello en el alma y el amor virtual
en una galaxia mimosa, indoblegable y futurista.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 25 de octubre de 2022

Bajo la misma escafandra


Bajo la misma escafandra que el tiempo ha oxidado
se desordena la memoria matutina del chiflido astral.
En el novísimo verdor entristecido
la pregunta malsufrida se retuerce, se cierra en el frío
en cometas sañosos que el hierro injuria.
La onda acústica me juzga me condena
como un metal rayado por un relámpago exorcizado.
La noche taimada torna su oscuridad en transparencia.
Las ideas se golpean contra el viento mojigato
.

Nada se rellena ni se evacúa
en el rosal de la sepultura mugidora.
Ni el árbol problemático en su exilio renunciará
a su conocimiento.
Ni el séquito del misterio regresará tímido y elocuente.
Ivette Mendoza Fajardo




lunes, 24 de octubre de 2022

Flor ansiosa

 

-¿Quién recordó la benevolencia perenne de la flor?
¿Quién volatizó el pequeño obelisco de la hormiga,
de la abigotada piedra donde se acopla la ansiedad?
Cuando la falange murmulla ya deja de respirar silbidos;
la cautividad es la linterna voluntariosa que ampara
su flor de vagarosidad filtrada;
la flor que no rompe ella misma el umbral
irrazonable de su gentilicio, de su propia xerocopia
aniquilada como un dragón de delirios hasta el fruto inmortal.
¡Su reconstrucción se atiborra!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 22 de octubre de 2022

Oscuros tonos abatidos de las tempestades

 

Oscuros tonos abatidos de las tempestades,
antojos, arcoíris, mármoles, entre ilusiones
melifluas que nadie ha tocado, allí, en el piélago,
donde un adagio hilarante, contra la perorata del sol,
hunde la mañana al fondo del infinito y el reconcomio
le absorbe con su boca perplejidad sombría.
¿Qué hipérbaton vitupera su apoteosis si cabalga
en lo más estrepitosamente blancuzco del silencio
maniobrado por el translúcido y dulce?
Pero en la hipérbole que contagió la chafarrinada torpe
esa diadema carnal del reconciliable vértigo
parece un peñasco altivo; y está persiguiendo
y callando impunemente al indefenso estancado.
Alguien esculcó en reverso la noche y las estrellas
respiran abandono por segunda vez como una sideral
herida. De su labios brotan las silentes madrugadas
y fanatizan de vez en cuando hilos de calma de luna prolija
sin dejarse amordazar, mientras un relámpago
pertinaz se percude…por claro y oscuro.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 21 de octubre de 2022

Preposición rocambolesca del oropel silencioso

 

Preposición rocambolesca del oropel silencioso,
diversión y consuelo que impugna al encontrarse,
azora en nervura a los ojos, los aturrulla y reubica.
Charles B. bebió en esta feble remembranza
un sonido emocional de quimera en estrépito marciano.
Hacia el esbatimento del pañuelo el camino se enajena
y nadie sabe si constriñe o si un día desacerbe
a mantener su luz la ecuanimidad del tiempo.
Mientras suben los coloquios el alma de aquel camino,
las más estrafalarias maneras conjeturan luego a obstinarse,
a dejar ánimos destrabados bajo un mundo despiadado.
El fanático acaso siempre es la herramienta que azuza
lo irrisorio de los cielos.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 20 de octubre de 2022

¿Dentro del corazón pacificado?


¿Dentro del corazón pacificado?
se pacifican feroces tinieblas,
tinieblas que marcan los pasos
de una conciencia añil, añil de espectros
fugitivos que se enmarañan con tiempos
convulsos, con carmines dilectos,
con vestiduras de luces fugándose
en la equivocación rumiante de la vida.
Y mi cuerpo era la insignia cegada
que atravesaba el mundo
hasta el punto de fosilizar
la terquedad de fuego ya frío.
Tiniebla grandiosa de sensatez planetaria
entre planetas no siente la necesidad de
conspirar y ya no desmenuza mis devoradas pasiones
ni en sueño de reflexión popular
ni en el torrente de ojos congelados
ni en la boca espectral de su linfático delirio,
muerde sombras de agujeros sumisos,
de vientos sin ombligos en la campanilla de
sus males hasta saborear el ultimo día
su consuelo mendaz.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 19 de octubre de 2022

Se pierde la catedral del tiempo en la sonrisa del insecto

 

Se pierde la catedral del tiempo en la sonrisa del insecto,
la trinidad de la historia roja se soltó a rienda suelta,
cabalgando en la percha de un lenguaje arcano. Por siempre
la cintura mimosa que maquillaba el yugo arrogante,
en desmemoriado momento de un poder sonoro,
se quedó zumbando al rudo cañón por la gran tozuda victoria.
Nudo de ondas huérfanas las indumentarias picaflores,
bozales fugitivos pintados de siglos y vientos,
bajo la magia oculta, perdí el mercurio milagroso
del alma.
Ahora mi esencia es un tronco insensato en su desnudez
total envolviendo un ángulo resignado,
esclavizando transparencias y yergan y yergan cada instante
sobre su opinión clásica.
Ivette Mendoza Fajardo



Fragmentos de circunferencias vigorosas

 

Fragmentos de circunferencias vigorosas se tornan fuego
en cada hipotenusa con destino alelado
de la sangre achicharrada, la asíntota horizontal sacude
la lámpara feroz de su polígono, que no pernocta
en la mitad de amplitud dolida
de miseria que se acumula amarga en la memoria.
Si los cinco sentidos dialogaran
tú me escucharías,
si se detuviera el tiempo entumecido
los planos cartesianos hablaran a calzón quitado.
Detrás de un fulgor oscuro,
que no estremece
la guija de los corolarios y el prestigio de
de un ángulo obtuso ,
sus rodillas lloran las raíces cúbicas de las estrellas,
sobre un ansia cercenada en blanco
y a pecho abierto.
Se tentó el poliedro risueño a pie firme,
y más firme que nunca
se ha doblegado ante las horas que aún no me observan.
Rubores de números fraccionarios entrometidos
están encaramados entre las ramas de mi universal destino
y se anidan…
y se anidan…
sobre la posible afinidad disconforme de
triángulos rojizos y blancuzcos del atormentado vacío.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 18 de octubre de 2022

La vulnerabilidad de mi esperanza

 

Antes, yo pensaba que la vulnerabilidad
de mi esperanza
era un enigma evaporado en el silencio,
un cateto triste bajo la palabra amorfa
embestido contra la curvatura de la verdad.
¿Quién diría que fuiste mi alma en las colmenas?
Apostaremos que jamás alumbramos mundos
cuando la abolladura de los mares
ataviando de corales confianzudos
nuestro más íntimo secreto
y los delfines de la sombra eran la
germinación de las aguas soñolientas.
Entonces,
se abotagó la pubertad de mis sienes
amordazadas y me di cuenta que eras tú
quien hiperbolizaba mi ruegos
en los espejuelos del poniente
mientras te ibas derritiendo
como el fuego en la nieve sin rescoldos
en el acelerador calmoso de mi conciencia
cuando las horas resollaban tu norte
juvenil.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 17 de octubre de 2022

Una toga de penas inadmisibles

 

Una toga de penas inadmisibles
contra una toga de penas inadmisibles
hace nido sobre la bolsa de valores con saña, y
errados a la belleza rota, la vagabundez del mundo
tropieza aquí conmigo y se llevan del horror los
desórdenes públicos.
En las calles gravitan los resoplos de olvidos beatos.
El corpiño proletario del bien y el mal,
justificando su egolatría generosa
me circunda y me somete
frente a la aguja piadosa del misterio.
El águila muerta de mis ojos trapecistas se desnuda
ajustada en la montaña cavernosa de mi garganta
y a un réquiem de añoranza desamparada de burdas
burlas bofeteadas.
Para deleitar las tórtolas lunares de la vida
acepto un fotón de idolatrada soledad y un
tiempo reprimido contra las olas de la razón,
busco la herida de un océano hermafrodita y presagios
herejes en la campana juvenil de tu mirada fatigosa.
¡Develo un mundo que no entiendo!
¿Por qué calla el basalto extranjero de los días más versados?
Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 14 de octubre de 2022

Rayuela enchironada

 Rayuela enchironada,
finiquitada de horas absortas;
rodillas curiosas y bisbiseos gentiles.
Su virilidad planchada flota en faroles agraciados,
cieno paternal cabrioleando con un mar oscuro;
tu onda expansiva sin miedo ni limites,
y velozmente se excitan mundos de hierro.
Vuelo de gorriones renegados con soles matarifes
en la rosa eléctrica sin electricidad carnal en su vientre
ni electrodos ultramarinos a la cleptomanía doblegada.
Expectación compasiva; recelo planetario.
¡Almas solventadas se alejan de su camino audible!
−de cualquier malevolencia a la médula−,
llevan oscuros flagelos, viscosos,
que carcomen, engullen sus despechadas lógicas,
cual buitres en festines babilónicos...
se desgarran, se desgarran, se desgarran...
Siempre demacradas, y selectivas.
La vida acepta su suerte mirándola con gloria;
¡Aja! se enchirona la rayuela.
La luz huye de su cuerpo, sacudiendo los cielos...
Ivette Mendoza Fajardo




miércoles, 12 de octubre de 2022

El resquicio traga paisajes sincrónicos amaestrados

 

El resquicio traga paisajes sincrónicos amaestrados,
como ese desprendimiento insensible en
ojerizas melindrosas ante el hinchamiento
capital de la antipatía consoladora del remordimiento
zarandeado.
Desde lo más lejos del servilismo centrípeto,
la imitación emplaza el sueño monopolista
con puñado de agruras acobardadas
que se atusan como acogidas temporales
en la belicosidad de la carabina exhortada.
En la madrugada recién fortificada
los labios del sol me besan como una señal de última firmeza,
mientras la ductilidad o el apareamiento de nuestras almas
se sorprenden en un estallido hiperbolizado.
Afuera el pronóstico del tiempo y la imaginación
se disputan la algarabía en la flacidez atosigante;
la administración de los asombros en el doblegar de sus agallas;
la reverencia de Hércules en tiempos de guerra.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 9 de octubre de 2022

Aboquillada sabiduría

 

Aboquillada sabiduría
una sincerada ciencia como heno aburguesado
emergerá acuartelada entre las ruinas del
murmullo de pupilas intransigentes,
donde ahora se enfrasca enfrascada en su fracaso.
Otra vez el acecho acecha oleaginoso, suspendido
en su pausa, a la indiferencia y a la palpitada capacidad de dudar.
Son percepciones que resisten desde la resistencia de su razón
contraria al idealismo alabeado de la potencia flagelada.
Mientras tanto aleccionan hasta el último avezado recelo
con la biósfera campechana y la desaliñada irrealidad avituallada,
el zángano reblandecimiento con vientre recíproco favorece
a la reprobación de otro dislocado intento y otra abrumada penitencia.
Las conclusiones del griposo golpetear se hacen intangibles
al intentar remarcar el marco de sus sombras vírgenes
como los desacertados revoloteos de la abulia en la espuela,
como la pusilánime viruela que en paralelo rema mi eternidad.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 7 de octubre de 2022

Un tenedor subyuga la existencia de la servilleta


Un tenedor subyuga la existencia de la servilleta
entre sus torpes muslos,
coloca filamentos en el circuito de las emociones
y el fulgor ferviente de energía exótica al final de la quimera.
Muestra y sondea instantes en la distancia sin grosor
retozando entre platos y cuchillos.
Pero eso que no palpita en la sabiduría de la mesa
ni en la frente del neutrón unísono hacia al insomnio,
abolla lo nocturno con sus pies helados.
Evoca analogías para todos los motores de la vida
y pirámides jorobadas en el aire irracional del tiempo
determina el bien y el mal en la sonrisa de la materia
y la señal relativista que lo recuerda respirar.
La filosofía matinal que desemboca hacia la luz
es su trasmutación a filo de obsidiana desde el asombro.
El tenedor existencial y alocado es un puño de
de corazones cinéticos que duermen en la nada.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 6 de octubre de 2022

El deshielo de la onomatopeya


El deshielo menstrual
de la onomatopeya
recordada ¡Aja!
por las ecuaciones del martirio y
son pulsaciones terapéuticas
para toda hélice abisal que
monologue
en el carburador virgen de
una interrogación latente.
Toda correa y diente sus
estándares desgranan 
descamisados iones,
suplicándole al neutrón ahorcado
menopausias discutiendo
formar almas desequilibradas.
Cada onomatopeya guarda
corales meta-espirituales
en sus oídos;
hay nebulizadores que
quedan incoherentes
entre pieles de inercia subscripta
en los caprichos ideales del
llanto ladrón contra las
cervezas de la natalidad.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 5 de octubre de 2022

Se moviliza en la zona esférica del precipicio y madruga

 

Se moviliza en la zona esférica del precipicio y madruga,
viniendo desde la marea oscilatoria, misteriosa, blanda, densa,
una sílfide alada, como alma encubridora de las aguas,
corre como la angustiada flotabilidad de su carne de coral
que en el fondo era un fotón aventurado engendrando
el milagro dinámico de la pretérita soledad,
era ya apática, y flemática, y recóndita, y sin forma;
era como la nada reversible de gran cabellera, sonámbula
junto al mar en la noche nadando sobre lo más hondo,
junto al mundo de piedra eterna apenas cantando
su existencia efímera,
carnal y agobiada y llamea y ruega y gime y escucha trémula,
extrae uno tras otro electrodos del blanco silencio llovido
de expectantes constelaciones de calores durmientes,
y sueña, se deprime, sueña,
su inocencia copia una vida, fosforescente y sedosa
que acepta un dios divino
hecho hombre que huele a luz magnífica
y una tierra infinita de desencantos.
Ivette Mendoza Fajardo




sábado, 1 de octubre de 2022

Sobre noticias sin virgo

 

Sobre noticias sin virgo que muere en mi entorno poco a poco,
sobre lenguajes sin úteros como la tosquedad del destino,
sobre tus pasitos de gato
porque no tengo más remedio ya que ni el sol me escucha
porque he envejecido cruzando triste lamento, reclamando
la movilidad inexorable de mi lengua en la cumbre de las palabras
entre tu aurora virginal y mi ocaso, el tiempo se irrita moribundo
como un triste cántico de dolor desde sus mansas bocas
como el sordo estertor de la agonía con mano segura
como mis dedos disgustados con sus instintos de opresión;
como luz azul y luz de alabanza, agua de la espera y agua del perdón.
Confesiones secretas de la blanca armadura, temblorosa
lleva la angustia de la vida, temblorosa lleva la responsabilidad
de los cielos. Carece de ojos, carece de encanto de piernas pactadas.
Y produce de sus labios un efecto especial calibrando el amor.
Y en el margen, con rabia y dolor, buscando la niebla, sobre el orbe dormía.
Y engulle posesiones, arrebatos, presencias, despedidas, retratos.
Y se embriagaba eruditamente con el bálsamo de tristeza rencarnada.
Y que más tierra y fuego, agua y aire, luz y oscuridad, cielo y averno.
Y que más…

Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 30 de septiembre de 2022

Las escápulas liberadas

 

Las escápulas liberadas,
el pelo dormido,
desigual.
Han dejado sus miedos dentro del último tranvía,
ahora se humanizan su presencia.
Una gloria inservible
y las diéresis meneándose en la madrugada,
reconocen a veces un empate para el ofuscamiento.
Están ordenadas sobre el sueño eterno del jardín
y miran sin ademanes
la saliva que dejan en las baldosas de pasiones
el mástil de la fortuna almizclada.
Escuchan canciones de astrales ruiseñores.
Apacientan en sus vientres mis olvidos.
La expoliación de sus pieles y la parsimonia de Octubre
me brindan su talento decoroso
y en un parpadeo gutural borran mi estresado mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 29 de septiembre de 2022

Ni el colofón mensajero amarillento

 

Ni el colofón mensajero amarillento ni la magia más agobiada dentro de natura.
Ni el arañazo arrepentido ni el astro mezquino doblegado ni el infértil sudario.
Ni la más piadosa madrugada esperando ni una tarde agitada y moribunda.
Ni el enfado diurno con sus botas puestas ni regresión en fuente de ilusión.
Ni la pianola afligida para el embate aburrido ni alienados óvulos de mar.
Ni el ofrecimiento enfurecido por cinco centavos ni sol con revólver.
No el trastorno en el oleaje de marañas ni los bolillos en preámbulo.
No el grandioso silencio de la primera confusión, no broncínea luna y arcilla.
No zamba de locura ni miedo fibroso, no la pretensión del auto arrullando mortaja.
No el llanto de llovizna quemadísimo que no aprendió a callar ni a encallar su barco.
No puja lo que tiembla, no daltonismo bañado de luna ni blanco flotando en cosenos
Ni la oscuridad del cielo, ni rastros que nacen en cualquier parte ni fecunda el anhelo.
No torpes ayeres del norte dariano ni hertziano hilillo mochando conjuros desganados.
Entender todos los Beethovens y los Picassos resulta abrumante.
Un Mozart que cuida todavía su solfeo encerrado sereno entre nosotros.
No, ni yo, ni tú ni el Perseo soñando, ni la ninfa que cruza de pronto el vacío.
No falsificadores majaderos de crepúsculos, ni a la ingrata odisea ni parábolas niños.
No queda no más allá, allá ni más ni menos un Danubio catrín ni que fueran todos y cada uno...
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 28 de septiembre de 2022

Carcajadas lloronas siderales

 

Carcajadas lloronas siderales en el hombro robusto
de la distancia tragan cien mil imágenes de fuego.
Castidad redimida de un espíritu lleno de miedo
lleva a cuestas el conjuro presumido de la no sabiduría.
Mientras comprende bien a la nobleza de la epifanía,
su zozobra lo inquieta bajo el hierro iconoclasta
hambriento y saltarín del mundo paralelo.
Semáforo de apariencias llega a la orilla de mi extraña
voz resucitada, el pánico de sus flechas más veloces son sueños
indigentes y precoces que en las exquisiteces del alma
negadora cuenta cómo el amor es un estallido inquisidor
de mañanas sintéticas donde se esclavizan sus huellas leales
dentro del pistilo geniculado de mar muerto.
¿Nos desgobierna la cara de la vida en catetos audibles
de la desmayada luz?
Al no tener precio, la desnudez inocente del tiempo suma y no
resta, contempla y no inflama, vierte y no agoniza
el ardor de las constelaciones ya que a partir de su hora
cero el universo es un subsuelo de olfatos patituertos,
buscando su estabilidad mental en las gredas de una sed
indescifrable y sin gastar una gota de sudor se transforman en la
eternidad filtrada de espasmos milenarios de ojos dolidos.
¡Ah posibilidad generosa en este largo y cabalgante misterio!
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 26 de septiembre de 2022

Reconozco la voluntad del instinto

 

Reconozco la voluntad del instinto preciso, voluptuoso a veces caníbal.
A pesar de los pesares la ida agridulce de la melodía ascendió a los cielos.
La gotera del tejado se deprime desde el atardecer de lluvias vagabundas.
A simple vista las pantorrillas del silencio aguantan el aislamiento de un día,
enrojecen en la cinematografía de la inquietud delatora,
a troche y moche crecen acantiladas en los emblemas del ciclo lunar.
Quitándose la venda de los ojos, la ilustre hiedra de la muerte sostiene su historia.
Dijo el poniente al favoritismo “Voy a beberle al tiempo las palabras”,
la iniciativa insípida se obsesiona en desaparecerlo del mapa.¡Ay!
La verdad amarillenta canta victoria en una galopada de sueños.
Una fiesta ceñida cava su tumba midiendo el cuerno de los claustros
lamentablemente la sombra de un duende es atrapada con las manos
en la masa en complicidad con la fábula del letargo.
En un círculo vicioso la oquedad del grito es esa pestaña indomable.
A la metafísica del hambre y de la saliva sus trajes de madera eran
las oscuras cavernas de sus emociones.
Puño desamparado de espinas en bandeja lo quiere todo hasta el
firmamento, y es el origen de un garabato embriagador, su peligro
traspasa las puertas del desconcierto.
Duele en carne viva, en mí la pregunta mordaz de los reflejos.
La señora de los truenos en fila india saca sus pecados
y en olor de santidades se derraman con el jocoso brillo de su azogue.
Ivette Mendoza Fajardo




domingo, 25 de septiembre de 2022

La agorafobia del dolor y el destierro del alba

 

La agorafobia del dolor y el destierro del alba
han sido fieles creyentes del instinto oscuro,
tras la rubeola de sus labios
no hay hora que se anestesien,
ni catarsis que los santifiquen
ni compulsión rabiosa y exagerada
que les reanime
a tomar algún esquema corporal
donde en descuido sus razones se queman
por resucitación cardio-crepuscular
a cara descubierta ante fantasías diurnas,
no cambian sus pantuflas con oclusiones coronarias
por la sangre profana de la luna,
ni seducen los pellejos de sus neuronas aprehensivas,
hoy asegurándose aplacar el tono irreverente de sus miedos,
cicatriz cínica obnubilada pierde su consejo práctico,
porque los pies se le derrumban como astillas quemadas
y yace extenuada la obesidad de sus mentiras,
su gemido lesionado es la oftalmología de su movimiento
parabólico ¿La ruta incierta de su sombra?
¡Se deja auscultar con la frente en alto!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 24 de septiembre de 2022

Mis ojos reposan en las plaquetas de la noche

 

Mis ojos reposan
en las plaquetas de la noche disfrazados de nubes anémicas
y siendo máquinas rencorosas
estallarán soledad como nervios apiñados musicalmente.
Su deliciosa verdad alertará una laguna que florece de humildad
donde se acurrucan las piedras en su aerofagia recurrente,
juguetonas, vírgenes,
igual que en la mueca rural donde nos hace
recorrer por siempre recorridos de esperma de
yemas vulnerables.
Sucede que ahora entraño colorear el silencio
que te convirtió en usurpador de luctuosas amígdalas,
amígdalas acicaladas de sonidos domesticados, domesticados
de caricias pensativas, pensativas
de llanto ambulatorio.
Su hipertonía declamatoria silenciará mis lémures;
empapará de voces mi retorno con mi sombra a cuestas.
Y sobre el ojo de la nostalgia descamisada de dulzura
ofrendará su equívoca apariencia sobre lo ya muerto:
porque simplemente todo era, un ávido recuerdo codiciante.
Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 23 de septiembre de 2022

El tiempo cuadriculado a ras del cielo


El tiempo cuadriculado a ras del cielo transcurre en el anzuelo
de un contrabalanceo de ideas tatuadas que en la pretensión es
un gratificante maizal de luz muerta. La punzante anchura de la nada hila
poliedros sucesivos
de madrugadas abortadas. ¿Quiénes navegan las angulares raíces
de caderas libertarias que humildes se niegan a ser reverenciadas
por el emplaste pasional de la bruma?
¿Por qué indecisos apéndices de fuego repasan la sublime
fetidez de la escarlata grotesca?
¡Candores incurables envían panes del dolor a la palabra mortificada!
Algo se conquista hacia la voz asfixiante que todavía no
ha agonizado . Palpar sus manoteados anhelos por
dentro resbalan sobre los problemas que no han aflorado desde ayer.
Ejecuta márgenes el látigo. Lo profundo y meditado ve sufrir.
Hay una rebeldía en cada cosa y es la sabiduría de un tendón.
Y aquel coro de huesos que se escapan superdotados
por cada respiro sintonizado cuando siente mi corazón enmudecer.
¿Qué serían los rasguños del viento que dan el deseo de llorar?
¡Ah talvez uno con demasiados recovecos y sin esperanza!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 17 de septiembre de 2022

Economía demencial

 

La fuerza del mercado demanda en tridimensional,
deslizante matriz de recompensas intercambia
oscilante al método inductivo del tiburón concientizado.
Moneda de tus párpados monopolizada germina ganando
tu venganza en la plusvalía de su voz;
tu alma desdentada entre la quiebra y el consumir exhausta.
El subsidio incendiando con sus flecos iracundos
la teoría de los juegos vandálicos, la trampa de la liquidez
y perdiendo su utilidad marginal,  tiene mal humor,
tus ojos en un acto de conformidad, se alegran negociando;
tu cuerpo celestial en la arena se aviva activo circulante.
Hay como que un giro bancario balancea amorosamente bienes
y servicios, sesgado en estas conveniencias muestra
curvas desbocadas en la elasticidad y habilidad del riesgo
rodando, músculos, tejidos y tendones se rebelan
ante los precios desleales, su horizonte de proyección presta lo que
no es de Dios, tu ansiedad llora en tu déficit presupuestario
y tu tristeza inversionista muriendo en rodillas asustadas,
tu espíritu analítico meditando en estado corporativo.  

Ivette Mendoza Fajardo




viernes, 16 de septiembre de 2022

Desata, luna, la cacería del contentamiento

 

Desata, luna, la cacería del contentamiento
como el lienzo blandengue que simula el cielo
y la fachada entiende la ferocidad de las herraduras.
Bajo los fachosos acueductos,
entre las jocosas resinas,
la roca, el viento y las estrellas
tienen sobrados conocimientos para argumentar
aun cuando no esté su acecho, en buen provecho,
como el llamado valeroso que luego obtendrá sobre el orbe
en su frígido tormento.
Batido por la vida,
la determinación del fuego granjea, como derrota,
las caras del léxico diamante;
mientras que el histerismo de la roca en
las alas del huso virginal,
en el titilante final es un tendón digitalizado de vendettas.
El extraño rugido con que se ablanda su certidumbre
se acoge a la tristeza pueril de una lágrima erógena,
¿A quién comprende en su misión?
La exclamación estudiosa no ama la herradura,
pero entiende su fuerza corpulenta.
Nada deshace la roca si no es su designio dopado.
Nada doblega al viento si no es su mismo sufrimiento.
Nada alborota las estrellas si no son sus mismas sabidurías chamuscadas.
Una estrella dulce es un niño astral esculpido bajo el llanto ígneo del silencio.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 14 de septiembre de 2022

Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas

 

Rebotan mis palabras en nubes de colores capitalistas,
la sombra carnicera se adelanta oscureciendo el recuerdo malavenido;
la ciudad homeostática respira lágrimas frígidas y nadie viene en su auxilio.
Ser un látigo magnate a mi antojo para domesticar la angustia samurái.
No hay soñador que sueñe las venas asombradas de mi noche mesopotámica:
generosa, azul, obediente que le roncaba al mundo fauno aturdido.
Apagado está tu reino absorto, muerto el rubor del espíritu al estilo intruso:
y su boca que enamora rastreos en alargados túneles de ideogramas 
no consiente la inseguridad ni sufre la inmisericordia: y ahora está
en tus pesadillas y caigo sin voluntad en tu deseo, puede llamarse
adulación pecaminosa ¿En un entorno de puros impudores?
Burlescamente hiere un agua cósmica la rosa espectral que oxida el mundo;
¡tan inquieta! Que podría inquietar todo… entre la pasión y el fuego,
entre el cuerpo y el alma, ¿Será que como vida abrazan soledades?
Apaleada intrusión dióptrica, hexasílaba de llovida voluntad de hemisferio dormido
pregunta a los que llegan: ¿Por qué la memoria adormece ante el misterio
adolescente? Más allá, más allá, un subversivo clamor es una vanidosa pantera
en solfeo mayor entregada a las obras de caridad a pesar de tenerlo todo y nada.
¡Ay! su corona punzante de hermanastros polinizados en fulminante mono
trapichero de impulsos valerosos barajeando alopatía y limadura, migajas y
barriletes ¡Ufff!.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 12 de septiembre de 2022

Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz

 

Pasa y mira al horizonte el clavo martillado por su luz,
escudriña el cincel su ser interno y muerde la noche su miopía.
El filo del cuchillo es otro camino de ambición martirizada,
el hierro lactante duele y se retracta en breve justificación,
la erosión de la vida es miedosa y es valiente
es un sueño de ojos rancios con dolores y alegrías... es paradisíaco...
que usurpa la modorra inopinada de los átomos.
Cielo y averno invaden los vapores huraños del mañana.
Tiempo generoso... nos regalaste el púrpura del milenio.
¡Aquí queda la báscula resentida sudando eternidades juveniles!
El cobre primordial se exilia, termina su recorrido por la tierra
con tambores de lumbres y truenos para coronar sus días…
¡Son dramáticos los ayeres navegables en nudos centinelas!
y se cuidan con laicos revólveres, cariñosamente se apretujan
entre ellos para sacar una ingenua risita apocalíptica.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 10 de septiembre de 2022

Septiembre se insubordina

 

Septiembre se insubordina
con el embrollo cruel de los sollozos
afuera pereza de la catacumba va acumulando
su codicia entre cifras ilógicas de la muerte;
toda la quietud dormida del ímpetu apagado,
contra las rocas
expande su plétora de placeres de locura
su blindada bondad andariega entre las alegrías sordas
su broncínea percepción en la neurosis callada de la sangre,
ya nadie a contraluz se aventura
en este minuto enigmático de la mañana;
asmáticos los ruidos se mitigan al
enraizamiento mediador de los días, por donde
azuzan sus olores en el fuego
con hipnótica prudencia
así como esa gratitud domesticada de monólogos
frente al derrumbe rojo del elogio, del elogio llamativo de olor gris,
la mañana es un lengüeteado despertar sobre los pantanos
la noche un rey de corazones depilando la piel de mi soledad.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 5 de septiembre de 2022

Tréboles de secuelas desterradas

 

Tréboles de secuelas desterradas
reflorecí en tus errores, en lo inmensurable.
Multiplicación de pesadumbres se han disuelto los miedos
que no quisieron ser áloe y mirra, claridad y ámbar,
ni claustro lleno de discordias, ni ansiedad regurgitada
de muecas amontonándose por resonancias malabaristas,
como cascabeleos de mi azul.
Y no deseó de revueltas bramadoras
con el polvo, con la arena, con el légamo, con la piedra,
con el agua
marchitando tu lengua conquistadora
tragándose todos y cada uno de los mares hasta el hartazgo,
pueden aguantar aunque ya no aguanten más,
ruégale un rocío fructificado desde mis
sienes rotas, como costumbres del azar.
Aquellas cuentagotas
que se callaron sin piel al catálogo
de mi ayer
mas dejaron un bucanero suspiro asonantado
en contabilidad de bisontes y gorriones,
gorriones de corazonadas aletargadas y aletargadas caricias abisales
sin lágrimas ni risas en el silbo embrionario de mi
 universo bonachón.

Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 4 de septiembre de 2022

El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno


El domingo por la mañana todo y cada uno del entorno fortuito
titiritaban de ansias, pero no era la sonrisa del sol de oscuras
inocencias, ni la queja de aquel colocho en algarabía sinodal,
tampoco era lunes con sarampión de arbustos bondadosos
cayéndose entre puntos suspensivos ¡Plaf!
¡Oh tesoro de disfunción coqueta!
¿Era martes familiar y taciturno? ¿Era el paisaje virtuoso?
Miércoles preguntándose en el vector enhebrado
de sus reproches hacia al sabor luz indomable
de su triste opulencia. En cierto grado, apenas
podía divagar. Guardaba su respiración en una
caja de pandora con el filo punzante de la vacilación.
Jueves zurcía el desdoblamiento del adjetivado cuac cuac
sobre un meteoro masoquista con zapatos voladores de
carne y hueso ¡Ay de él! Cansado de lavar sus culpas
echaba espuma por la boca. ¡Nada podría detenerlo!
Ah viernes en sus premoniciones de humo cada día
izaba la bandera del insomnio para aplacar el
hambre de los dioses del Olimpo.
Sábado preñado de caricias agridulces y tormentas,
la natura lo arrojaba al mundo para cultivar el pío pío de
mitologías olorosas, y aquí murmurando yace oliendo a domingo,
sobre sus dos costados como en su última estancia fervorosa.

Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 3 de septiembre de 2022

Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea

 

Aquí yo ondeando en el linaje de la madrugada curvilínea,
engullo la tibieza de la hierba acariciada y desertada, en cada sopor
de áncora humillada donde la palidez del fuego aprende a leer rarezas.
Aquí me siento dueña para hablar a solas con el licor pícaro de
silencios sin caderas, que quede grabado en mí un Vesubio
que calcine mis preceptos membranosos y que cada día vayan muriendo
poco a poco. ¿A qué hora se desuella nuestro amor oscuro?
Refrescante tarea carga liposucción de noche golosa que al
estar quieta exhuma los espacios marchitos de tu incauta mirada.
¡Pompeya vivió la inmisericordia mefítica de un averno viviente!
Prohibido respirar impiadoso ante la perversidad de cenizas con gestos
congelados en la eternidad de las visiones hasta el terciopelo
áspero del suspiro frenético. Fragmentos de mares en la Odisea
despampanante de razón dócil inclinadamente ornamenta
la imagen perdida dentro del caldo ígneo amargo de la vida.
¡Hoy me haces recordar! Emergí desde los escombros de un 
Big Bang buscando la mano del milagro pero era la patria de los
fantasmas que se esparcían a mi alrededor con los ojos
abiertos y cantaban “It is time to say goodbye”
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 2 de septiembre de 2022

La animosidad del destino

 

La animosidad del destino es un cuerno sin aire mórbido desafiando
El casco perezoso que marca un pantano materno
La ignorancia iracunda que no encuentra un freno enviciado
La ligadura destrenzada del amor insalubre cojea
El lugar deleitoso taña sus sonajas profundas
La boca del brazo que metamorfoseado fuma el viento de rabia
El punto del tacto caminando por la paja del ojo ajeno
El blue jean desinfectando recuerdos embravecidos
La gesta gestando la decrepitud del soplo divino
El desvanecimiento de la eternidad que inflexible gobierna
La silla torneada muere de vieja muere triste y cansada
La firmeza de la idea lame el contorno del párpado iluminado
El rectángulo del agua que baja por la insolente escalera
Las afonías del ruego y la lenta mañana se entrechocan
Las injurias anegadas soñando sus muertes sucesivas
El temeroso delirio del mar quebrando el diente catequizado
El miedo putrefacto y el rencor vienen trapicheando melancolías
El ruido metalizado inútilmente seca sus manos sudorosas
El bla bla bla infernal que toca el olfato de sonidos zurcidos
El quiquiriquí demencial permaneciendo aquí conmigo
Ivette Mendoza Fajardo