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viernes, 14 de octubre de 2022

Rayuela enchironada

 Rayuela enchironada,
finiquitada de horas absortas;
rodillas curiosas y bisbiseos gentiles.
Su virilidad planchada flota en faroles agraciados,
cieno paternal cabrioleando con un mar oscuro;
tu onda expansiva sin miedo ni limites,
y velozmente se excitan mundos de hierro.
Vuelo de gorriones renegados con soles matarifes
en la rosa eléctrica sin electricidad carnal en su vientre
ni electrodos ultramarinos a la cleptomanía doblegada.
Expectación compasiva; recelo planetario.
¡Almas solventadas se alejan de su camino audible!
−de cualquier malevolencia a la médula−,
llevan oscuros flagelos, viscosos,
que carcomen, engullen sus despechadas lógicas,
cual buitres en festines babilónicos...
se desgarran, se desgarran, se desgarran...
Siempre demacradas, y selectivas.
La vida acepta su suerte mirándola con gloria;
¡Aja! se enchirona la rayuela.
La luz huye de su cuerpo, sacudiendo los cielos...
Ivette Mendoza Fajardo