Oscuros tonos abatidos de las tempestades
Oscuros tonos abatidos de las
tempestades,
antojos, arcoíris, mármoles,
entre ilusiones
melifluas que nadie ha
tocado, allí, en el piélago,
donde un adagio hilarante,
contra la perorata del sol,
hunde la mañana al fondo del
infinito y el reconcomio
le absorbe con su boca
perplejidad sombría.
¿Qué hipérbaton vitupera su
apoteosis si cabalga
en lo más estrepitosamente
blancuzco del silencio
maniobrado por el translúcido
y dulce?
Pero en la hipérbole que
contagió la chafarrinada torpe
esa diadema carnal del
reconciliable vértigo
parece un peñasco altivo; y
está persiguiendo
y callando impunemente al
indefenso estancado.
Alguien esculcó en reverso la
noche y las estrellas
respiran abandono por segunda
vez como una sideral
herida. De su labios brotan
las silentes madrugadas
y fanatizan de vez en cuando
hilos de calma de luna prolija
sin dejarse amordazar, mientras
un relámpago
pertinaz se percude…por claro y oscuro.
Ivette Mendoza Fajardo