Se pierde la catedral del tiempo en la sonrisa del insecto
Se pierde la catedral del
tiempo en la sonrisa del insecto,
la trinidad de la historia
roja se soltó a rienda suelta,
cabalgando en la percha de un
lenguaje arcano. Por siempre
la cintura mimosa que
maquillaba el yugo arrogante,
en desmemoriado momento de un
poder sonoro,
se quedó zumbando al rudo
cañón por la gran tozuda victoria.
Nudo de ondas huérfanas las indumentarias
picaflores,
bozales fugitivos pintados de
siglos y vientos,
bajo la magia oculta, perdí
el mercurio milagroso
del alma.
Ahora mi esencia es un tronco
insensato en su desnudez
total envolviendo un ángulo resignado,
esclavizando transparencias y
yergan y yergan cada instante
sobre su opinión clásica.
Ivette Mendoza Fajardo