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martes, 31 de agosto de 2021

Se trastocan los días, los años parvularios

 

Se trastocan los días, los años parvularios
la democratización del espíritu en presencia de los labios
nos traga por osmosis sus bastillas y presentimos
hacia el abismo extrasensorial.
Pasa la noción de nube primordial...besa y calla
y vuelve a reconectarse.
Un eco de lujuria moribunda serpentea la penumbra.
Es la presión de la fuerza agraz: me digo.
La mudanza de la flor nos adelanta
no desea vestir mis presentimientos en surcos de monotonía,
pero adula la tierna adoración de su balandra, los despechos,
la medida del alma del tiempo solitario y el latir de esos trayectos
mucho antes que pesquen mis discursos pletóricos amorriñados.
La fúnebre reacción del siglo veinte de calibre desigual
pavoneándose en el aire de dureza de soneto.
Las cenizas del verbo se agitan.
Aspira octavilla resucitar sus ojos de antemano.
Aspira
que sólo la consciencia se santifique de necedades
y nos predique el ¡tilín, tilín!; ¡tintín, tintín!i del velamen,
que más dice que el empeño
sobre la flojedad de los viejos números
que la potencia desleída,
que la potencia desleída...
Ivette Mendoza Fajardo



Esa reacción química que contabiliza

 

Esa reacción química que contabiliza
el tronar del dedo pulgar entre
los planes de desarrollo agropecuario
y sus vapores coronarios, se presiente.
Un viento necesita de todas mis virtudes
para administrar su radiografía aristotélica.
Elementos científicos que aman la invención
de un pulmón atómico que decide devorarme
dentro del mutismo ciego al respirar.
Consciencia de alquitrán sindicalizada en mí
vertebrada máscara mentolada en soledad
con el denominador común a la fantasmagoría.
Nomenclatura física de perlas asesinas
lanzan un puñado de generaciones con
olores a cortocircuito.
El cañaveral de la tangente se casa con el
mejillón de la poesía mientras que su
hermanastra, la ciencia de la mandíbula batiente
trasplanta y machaca una realidad de abecedarios
mercenarios de color agreste.
La liberación de las hormigas locas gritaba contra
las patas de un avestruz que aplaudía derrocar
la muerte con un cuchillo de celofán.
Las balas eran los panfletos que tapaban el ojo
tuerto de un litro de puertas y se golpeaban
el alma hasta arrancarse los colmillos deshumanizados.
La dentellada de la cotangente aprieta bien
televisada a descocer arañas entre un pasado
sin fin y su biogenética diversión, del cual juegan al
verso de las mañanas sobrenaturales.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 29 de agosto de 2021

Es de la envergadura del rigor de la técnica probabilística

 

Es de la envergadura del rigor de la técnica probabilística
donde hallamos,
melancolía por el respingado almanaque molecular.
La inconveniente sumatoria de exponer tus labios
extrasensoriales y la
discordancia con los matices del espectro pitagórico
o cartesiano de los sueños, lo acortan en su eje terráqueo.
 
Aplicaciones asombrosas,
el conjunto universal del aire de infinitos cuencos
representa:
Su animación cinematográfica al convulsionado teorema
por la asimetría del espacio virtual entre párpados
iónicos.
Con la liberación de la sonrisa vencida y fallida, esta,
nos propone el roce extravagante del menester
politeísta
y descarta el falso milagro banal y consumido en el
anhelo de la conquista de un beso exponencial y divergente.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 28 de agosto de 2021

Lo amurallado en los mantos del asteroide

 

Lo amurallado en los mantos del asteroide ciempiés.
La irritabilidad en el espacio de los cohetes vertebrados.
Los miedos astrales a través del techo persistente.
Las muñecas divorciadas, los espasmos amabilísimos.
El llamamiento estadístico con sus vestiditos verdes.
La aceleración emperifollada con que se elaboran
las trayectorias en un grano de humildad.
Los tornillos que atornillan las hazañas de los ramalazos
y un matamoscas que mal mata
el resurgimiento de historias falsas
desde el terruño rudimentario de la salchicha,
reconstruyéndose al misterio occipital de la poesía.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 21 de agosto de 2021

El día se espulga


El día se espulga, se espulgaba, defiriendo
a su atuendo ecosistema, la montaña de medusa
sobre higuera y torrencial vacíos de destinos;
El tabardo inmóvil, digamos
fugitivo y bigotón, chapuzando en los escombros.
Un verdín degradante aquel que derruyeron allí,
la calma singladura y su lego taimado tan descalabrado de
clepsidras auroras,
batidas entre sus costillas feudo-albinas,
con miel de espíritu reacondicionaban el sacro duelo.
Aquel maculado látigo fue solsticio cobijado de disléxicos
dolores
bajo el sobresalto de la obsesión.
Juguete de la luz, hastiado, acorralado en lenguas
apocalípticas,
monomanía de microondas que contradice los pilares
de las desmesuras,
avizora la carabina los pies que defenderá
su aerostático plomo; su hígado de marfil y su rostro hidra,
los verdes labios del titán los maquilla fibrosamente.
Ivette Mendoza Fajardo



Somnolencia precoz de espíritu verde

 

Somnolencia precoz de espíritu verde.
Seda se da sedada de congelación.
Gimoteando hueso saltarín lardando.
Atlántida dorsal zurciéndose con éter.
Relumbrados océanos de ceras y ajíes.
Amelocotonada la mar con camisa al azar.
Una niebla solitaria de viento y saliva.
El águila ermitaña borrando la ramazón lunar.
La barca de alaridos adyacentes sangrando
en el sazonar de los entonces.
Las uñas del eje terráqueo del pio pio con maculado
hálito casi nunca su torre lavanda anda panda.
Mientras reímos no somos pinceles sino albatros
sin embargo refutábamos agua lujuriosa
saludando entre los sepulcros.
Esa marmota jota soplándose dentro del maremoto.
Buitre conmigo en la morada celestial,
vamos cargando apasionadamente
luna envenenada de flores jocosas.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 19 de agosto de 2021

Hoy se acalambra la nostalgia solitaria del crepúsculo.

 

Hoy se acalambra la nostalgia solitaria del crepúsculo.
El óvulo sideral amortaja los siglos del pan azulino.
El cascabel energúmeno ensaliva la orilla de los vértigos.
La estepa y su plumaje nácar exhuman la sinrazón
de los tercetos.
Y la luna idolátrica acorta el temblor de su pupila de esmeralda.
Las mañanas de trigo sacuden sus alas de terciopelo,
con sus voces delgadas derretidas en melancolía.
Ivette Mendoza Fajardo



 

domingo, 15 de agosto de 2021

Supernova pestífera de baldosas boquiabiertas

 

Supernova pestífera de baldosas boquiabiertas.
Estranguló en melancolía la flojera entontada,
venerabilísimo y desarropado este eslabón confabulado
que ara por su piel un jardín inmoral,
como peces sufridos encandilándolos de gestos.
¡Quién inventaría el arqueo de la calentura y del revoloteo,
de su ancha postura desmenuzada en numerosas lunas
absolutas bajo el estremecimiento totalitario del aguacero!
Tienes dentro de ti la obsesión predestinada de tus pestañas
afligidas holladas de universos del menester elemental.
Correteas por la estancia envuelta en piernas de serpientes
mordisqueadas por las hienas de una pretensión a la nueva ola.
Maligno este cuchillo abrumador.
La ecuación sabe de ti, pero tú sabes más de ella
al saltar esa voluntad quántica y conquistar su orilla amilanada.
Alianza ineludible, poderío de la sangre del destierro de cebolla,
toros concientizando y tragando su teocracia matemática.
Ladrillos bramadores, que todos soñamos por el juego de la salvia.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 14 de agosto de 2021

Resuena la penumbra diabética

 

Resuena la penumbra diabética sobre el fracaso del averno.
A la luna embarazada le duele la pasión engarbada de bronquitis
debajo de un mar impermeable y una tierra sentimental de arañas.
La máquina fetal exploraba la blasfemia de los sones demudados.
De igual modo lucen los muertos joviales y la espalda
geográfica para que siempre suden, para que no expíen
sobre el verdugo asfixiado de rumores oscuros.
Las enfermedades alabando al vendedor de flores temibles
con voluntad de mosca sublevada.
Así el candado tiñoso ostenta la tristeza como medalla
dispersa por error entre los rombos siniestros
y transfiguraba su pulmón como trofeo a la estrella innominada.
En esa inédita esfera levantaré otro vuelo
con el estambre yermo de la metamorfosis.
Solamente transitaba, por la astilla del mundo emocionante,
de esa tos urbana poseída en la musculatura del mármol,
donde quedó como achaques azotados de cemento.
La voluntad ciénaga abarca el hábito mellado y artificioso
que relegaron las sílfides al ascender a la melancolía del sexo.
He disipado las contraseñas posteriores de esta ceremonia
que no retorna, ni debe retornar a su punto inicial.
Antes que esa carretera sea mordida por el céfiro,
fueron nucas solteronas apolillando las ventanas
con mi leucocitos más sonoros, incomprensibles,
en la cosecha del rojo y sepulcral hartazgo.
Ivette Mendoza Fajardo



La noche zurce un graznido

 

La noche zurce un graznido en el temblor de la herida.
Mortaja de la soledad violenta de garrapatas en cautiverios.
Panal sin contraseña escarba la ficción horrífica del hueso
Almácigos de ojos incestuosos destierran el verbo enloquecido
que se introdujeron a la murmuración de la cercanía,
con calles automáticas de amor y balbuceos cibernéticos,
de las premuras persuadidas tras las bartolinas devorantes.
Tiempo acurrucado en el principio de apenas una hora.
Zaguanes desesperados de júbilo venenoso rosado inalterado.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 13 de agosto de 2021

Arrebatador rescoldo

 

Arrebatador rescoldo, condenable hueso invidente,
embriagando amor de salvedad horizontal,
mujer de laurel difuso y esdrújula genética,
petrificada dualidad de eléctrica ilusión escamada.
Los siglos pasan por la hambruna de los vértigos,
después de un reciente pasado que truncaba albores castos,
marca el rumbo en un caminar perentorio y patriarcal
y en el centro de su propia eternidad se sueña estercolando.
Escarba quizás sobre el plomo iracundo de moléculas contingentes
de un postulado volátil en medio de tanto asombro veleidoso.
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 10 de agosto de 2021

Colochos moribundos de la adversidad mañanera

 

Colochos moribundos de la adversidad mañanera /
Ruina de satélite inmemorial, en pergamino humano /
Hambruna germinada a palpitación copada /
Códigos danzarines sobre las dudas piro-clásticas /
Mañanas mefíticas requemadas de azufre /
Obsesión lésbica de sentido infinitesimal por doquier /
Lengua clásica se zambulle en el mar alado
de la mentira /
Medicación etérea rapada de cabeza y
cruzada de esporas /
Aullido parido de almas rateras mutiladas /
Fogata encasquetada de piernas movedizas /
Pánico selecto bajo el rito monográfico de las risas /
Grafica de la ilusión hermanastra de la
sombra suprema /
Muchedumbre de ruidos psicóticos lamiéndose
los pies extasiados de penurias /
Espina dorsal feminista amamanta ese dolor
ciudadano de sopor mellizo /
Maleta torturada por demonios esclavizados
de amor y el llanto perfora sus sueños milimétricos /
Garfios que germinan una vida bicolor en pugna /
Ivette Mendoza Fajardo


Por un momento

 

Por un momento ufanados,
destornillados, lerdos y desnucados,
concurrimos en las frazadas
del remordimiento,
atascado en su anhelo ya cargado
de enunciados de nitratos ruinosos
dentro de su gran desengaño
acústico trimestral.
Vegetamos coordinados
enarbolando
la última eufonía clandestina,
el clavicordio anclado a la par
de la oportunidad
más colindante
escudriñando un alma
contra alma de otro
cuerpo dibujando su conciencia,
derretimos nuestras armaduras
de tragedia en tragedia hasta
la muesca desdentada zarandeando
un día muerto de amor
y una noche de huecos grises infinitos
y murallas seniles disolutas,
el fango de la sobrevida nos allana…, nos alegra
y yo…concluyo al caminar.
Por un momento existimos
de par en par fragmentados de fuego
y de vez en cuando perdemos ese sonido
singular que nunca acaba de comenzar…
Ivette Mendoza Fajardo



Aviento ,entornadas horas

 

Aviento, entornadas horas, como dogmas del semáforo
agobiante.
Carne de los siglos como mordaza de la memoria
en delirios umbilicales del ensalivado trajinar.
Ascender, esa burbuja de cedro que extravía los
telescopios de la levitación.            
Reír o no reír, la confesión errática de
Vivaldi aconseja a los pájaros cernícalos.
Los excesos inquietos de planteamientos
psicotrópicos constituyen
la personificación de lo condicionado.           
Fracciones, desamparos, calumnias de lo rectangular.
Sobre lo ovoide visten los pecados oxidantes.
Caminamos picoteados en el muslo histórico
con la caparazón desordenada en los años de
gotear abrazos gelatinosos anodinos.
 Ivette Mendoza Fajardo




lunes, 9 de agosto de 2021

Alas de sal para la tierra coincidente

 

Alas de sal para la tierra coincidente,
algún ocelote atascado a trueco de ceniza y cólera,
tengo el beso sideral en la patíbulo dos a dos,
o sentir malhadado porque está habitado
de ondulaciones paralíticas.
Ninguna obscenidad a lance del inicio,
sobrellevar lavatorio discordante,
intuir infortunio enjabonado,
disimular impreso de selva dura
que hubiese dorado de repente.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 8 de agosto de 2021

He podido detener un vez más al cielo por la manga


He podido detener un vez más al cielo por la manga
del relámpago con un arrebato puntualizado,
machaco la melodía de su esternón lunado.
Me aferro a la destreza perceptible del rocío
y trato de abrir la puerta hirsuta del extravío de
de la humanidad llorosa de tormentos
que repica intangible, cuadrúpeda
y crispada muchas veces.
No acepto a ser la duda
de un cataclismo glotón de fuego,
pero acepto recoger mis fragmentos
de palabras índigos resucitadas
en el ombligo premonitorio de la historia
inexpugnable que cultiva enigmas en mi piel.

Ivette Mendoza



Fusionan las películas exhumadas con el fuego

 

Fusionan las películas exhumadas con el fuego,
opacan los paladares sin catarsis,
agrietan sus lujurias sigilosas, miran alrededor,
se aplauden los desórdenes secretos
y claman un bisturí cantinflesco que nace terco.
Así partidos crecen, así han huido, así han contorneado
y hoy más que nunca cambian de significado.
Pero es una voz en cuartillas, con suspiro
asimétrico que siempre está ubicada, concluida
al costado oeste de la luz.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 7 de agosto de 2021

Ópalos de la exploración del grisú funambulesco

 

Ópalos de la exploración del grisú funambulesco
Ópalos como fauces del centuplicar y aletear de enconos.
Ópalos lacustres y oscuros.
Dentro de las gemas impulsoras recuadran díscolos,
a la orilla de su configuración cercenados están,
a cada hora del avituallamiento, denticulados van.
¡Cómo hacen derrame esférico proyectándose en mí!
Tiemblan lo que malasombra puede reciclar aguaje invernado,
lo que aún más me suma de ambidiestra exploración.
Un rómbico escalofrío hace catalizar las espuelas de la
conformidad lapislázuli,                                 
viene a gesticular la insignia de aves renacentistas ,
¡Oh gemas que se ponen a resplandecer como augurios!
y encantan el rumor de sus espíritus vírgenes.
Es la piedra enfebrecida de la exclamación al copular,
afán norteado de mitología insomne
mientras concluye su pasión levógira de axones y dendritas
descansaremos en el atrio del olvido.
Ivette Mendoza Fajardo



Las garras inocentes de la vida

 

Las garras inocentes de la vida dejadas a solas,
reposan en lo que las estaciones cambian
para ocultar de espacio ese previsor diablillo.
Señales, pues, de las sombras moribundas
en ese dominio oculto, cada  vez más benévolo
y esas cicatrizadas estancias de la remembranza,
sin altas murallas para deletrear su ciencia,
que estas ideas no queman por ninguna parte,
esas garras inocentes hasta las garras inocentes.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 6 de agosto de 2021

Porque hay siluetas decidoras y pasmosas

 

Porque hay siluetas decidoras y pasmosas
de pasar esa fuga animosa por aquí
bostezando penachos melenudos con embrujos.
Mis ademanes fermentativos se alegran
y siembran placeres meticulosos.
No puedo ser viento en pieles de latidos veloces.
La pregunta no es para acertijos de salitres.
¡Recojo mi fe metropolitana en la cubeta de la ignorancia!
Leo pájaros invisibles en sus fragancias de asfalto.
La congoja dadaísta rebalsa en la anarquía de la nada
y funde mi terquedad en la masificación del hueso dirigible,
la persigo,                                                                         
la castigo
y al final la acaricio con piedad morbosa.
Se estruja, se avasalla cada día
hasta hacer de ella un fonema deficitario.
Se puede quemar su espíritu en retrato
y exponer su quemadura viva y recalcitrante
para el bien de todos los pixeles trotamundos.
Hablan desde aquí, deforman por allá
nos dan maromas de verdes cenicientas
eso sí su látigo fecundable azora
en un punto febrífugo…
Ivette Mendoza