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sábado, 14 de agosto de 2021

Resuena la penumbra diabética

 

Resuena la penumbra diabética sobre el fracaso del averno.
A la luna embarazada le duele la pasión engarbada de bronquitis
debajo de un mar impermeable y una tierra sentimental de arañas.
La máquina fetal exploraba la blasfemia de los sones demudados.
De igual modo lucen los muertos joviales y la espalda
geográfica para que siempre suden, para que no expíen
sobre el verdugo asfixiado de rumores oscuros.
Las enfermedades alabando al vendedor de flores temibles
con voluntad de mosca sublevada.
Así el candado tiñoso ostenta la tristeza como medalla
dispersa por error entre los rombos siniestros
y transfiguraba su pulmón como trofeo a la estrella innominada.
En esa inédita esfera levantaré otro vuelo
con el estambre yermo de la metamorfosis.
Solamente transitaba, por la astilla del mundo emocionante,
de esa tos urbana poseída en la musculatura del mármol,
donde quedó como achaques azotados de cemento.
La voluntad ciénaga abarca el hábito mellado y artificioso
que relegaron las sílfides al ascender a la melancolía del sexo.
He disipado las contraseñas posteriores de esta ceremonia
que no retorna, ni debe retornar a su punto inicial.
Antes que esa carretera sea mordida por el céfiro,
fueron nucas solteronas apolillando las ventanas
con mi leucocitos más sonoros, incomprensibles,
en la cosecha del rojo y sepulcral hartazgo.
Ivette Mendoza Fajardo