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lunes, 31 de mayo de 2021

Las gaviotas felices danzan sobre el espejo naranja

 

Las gaviotas felices danzan sobre el espejo naranja.
Trepida mi corazón acelajado, en sus luces internas.
En el vergel matemático
el aroma de una ecuación rasga inadvertidamente sus aristas.
El viento zigzaguea de una forma paradójica.
La sombra rumiante es casi un ventrílocuo imponente.
Y en este entorno el silencio navega en la quinta dimensión.
Mi niño interno tiene olor a primavera, y candoroso asombro.
Y, cierto, hay un tiempo paralizado: esbozos
que el puede aprisionar como ternura, brisa nielada de un existir
ya existido, considerablemente.
Todo palpita: un martillo taladrante, la cocina trasnochada, los cuchillos,
los platos, las computadoras, los manteles. Los celulares chismosos,
el cuadro de Van Gogh y esta casa solariega, todo palpita, todo palpita.
Veo más allá de ese horizonte altivo. Veo un cielo cobijar las almas
desesperadas.
Atravieso la penumbra categórica con alas predestinadas.
Pienso en una aurora solitaria, de pronto,
acariciada en sus manantiales curativos. ¡Oh fortuna inacabable!
Corrige el pensamiento de su llanto plañidero.
Día sosegado y dichoso, de amor puro y oloroso a crisantemo, tronado.
Ivette Mendoza Fajardo



Estas garúas de monedas balbuceantes

 

Estas garúas de monedas balbuceantes,
humean en matemático rigor beatificado,
desean encuadernarse por combate a
la estampa oprobiosa de los huesos o
maquinan conquistar una estrella en
iluminado desorden citológico.
 
En cuclillas rebotan desde sus entrañas.
Aúllan en un rencor refunfuñado.
Dominan entre el azogue epitelial y
la tribulación declaratoria vastamente
preñada de penas imperiales.
 
Todo es así, así, así. Todo es un entonces
con pecados de crines y espolones
absolutos como cuando corren el riesgo
de mezclarse con su llanto andariego sobre
el vicio acusatorio de su polilla de barba invernal.
 
¡Ah! esta lluvia estrafalaria y desmejorada
buscando la congoja del heliotropo en la paz
exacta de su universo de senos mapamundi,
enervándose en la magia de su cuchilla podrida
y desesperada.
 
Liberalismo de la ventisca extinguida se
arruga en su incertidumbre solterona,
parchada bajo dinero voluntarioso contra
el alfabeto ahorcado de los astros para silenciar
la infancia de su apetitosa gula.
Ivette Mendoza Fajardo





sábado, 29 de mayo de 2021

De cuerpo en cuerpo de cruz en cruz lloraba el mundo

 

De cuerpo en cuerpo de cruz en cruz lloraba el mundo,
sangraba desde su condena en mares,
de toda ultratumba presente contra presente,
enormes garras, rugidos muecas, mar inerte;
instantes de odios inéditos, cruz como parlante,
endemoniado y cogotudo.
Yo no escucho / yo no escucho /yo no cedo /
Solo siento la hambruna de la filosofía universal
de tenedores y cuchillos con sus elocuencias de
estrellas patulecas y su yugo demencial.
 
Ciencia que hace llover al embrutecido calendario,
acecha desde adentro, acecha consumido desde
el barranco manco, acecha, acecha por acechar,
un puntapiés aguanta para dejar su mente en
blanco, para dejarme a mí también.
Cavó su fosa de tormento maquinal
para la humanidad pretérita,
pretérita, pretérita mil veces pretérita para relamer
su llaga con mil memorias en ultramar, con una gloria
de melcocha y una infamia de guitarra en el jamás.
 
De cuerpo en cuerpo, de cruz en cruz lloraba el mundo,
abrió brecha para adelgazar, cerró sus ojos para no llorar.
Y dijo-al César lo que es del César-y se dejó enterrar.
Cargaba en su espalda la indecencia de su corazón
chiflado, la aurora mercantil del pecador y todo
olía a lágrimas de cocodrilos en desolación.

Ivette Mendoza Fajardo



Te busco acondicionada


Te busco acondicionada, por mi agreste ruido
y el aire mareadamente, me persigue
como el hipnotizado muerto deshilachado de
lamentaciones que se pierden en los
caminos resfriados, para nadie conocerme.
El alma despellejadamente busca del
olvido apolillado, un horizonte apachurrado,
sacando a regañadientes de mi pensamiento
humeante, una trucha sideral al rojo vivo.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 28 de mayo de 2021

Sobre la sombra del misterio

 

Sobre la sombra del misterio y los endebles espejos del
destino emputecido, entretienen los tambores borrachos de la lluvia,
si los tambores borrachos de la lluvia, y su quiquiriquí de fumarolas
tontas y desvencijadas, con sus canciones de ratones sentimentales,
cautivándonos. El mártir otoño atribulado con sus ojos tristes de hojas imaginarias
y pifiadas se ensarta masticando el aire excrementado de la vida, como
una soledad de líquenes, inyectando achaques y agua de abolengo, desposeída
de su gracia y cántaros desconsolados eufóricamente.
Y un mar deshecho de amor, sufrido y arrepentido, teclea lo mismo que un
funeral de desliz ciego. . . Cuánto cuesta soltar el llanto desbarrigado al infinito
y llenarlo de lunas catedráticas y perdedoras, sepia ardiente atiborrada, vasta, 
contingencia de soles matemáticos que vienen a acribillarse contra la bruma.
¡Quiquiriquí! En su corso inocente que adelanta la cosecha musical de cementerios cíclopes en su novena evolución de verdugos. Suelta lo imposible en su tren de alfabetos descarriados con cabelleras dramaturgas hasta el tuétano de sus almas como tirabuzones oprimidos, empavesados.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 27 de mayo de 2021

Ante ti destino, definiéndome

Ante ti destino, definiéndome como una chicharra
bajo tierra, ambulancias de azúcar alcohólicas y piojosas,
te inculpo de mal venir, como el estómago del futuro enyugado,
río de fornicaciones como explotadas, esclavas del invierno,
eres mi meñique cabriolado, cejas de Danto asesinas
eternalmente, medrosamente, la desbarrigada oda de la
censura derrumbándose; programando voy entre dientes,
y el chicle de caléndula inútil, que se pega, se pega,
pegándose en el sacrificio apocalíptico, mona y frijoleen:
incorpórate, encorvándote, incorpórate, encorvándote,
sobre tus senos de estrofas, taconea en tu ataúd con
tus zapatos de tortillas hasta regalar tus frutos de látigos
helados, medievales parcelas de la angustia, restregándose.
Ivette Mendoza Fajardo






Repica aquí la dentellada de la carne

Repica aquí la dentellada de la carne que brama en el lego de la iniquidad,
y busca galopar el dolor de un ciempiés y las dagas del espanto,
y en el dolor de las pistolas, del cobre y de la mandíbula imbatible,
la miasma contra el tumulto de neón de pánico estrepitoso como las
siete cabritas y las siete cabronas en Sodoma y Gomorra, degenerándose.
El ciclo silvestre de las uñas proletarias que aúllan en batallas que
se esfuerzan por contarlo todo, o nada o quizás todo o quizás nada
contra nada.
Se emboza el sol detrás de las espadas romanas, su ojo de fuego
quema el vientre de un cantar, y de frente se tizna en un infierno
apetecible sin embargo, en naturaleza legañosa anda afuera caminando
sobre brasas gurús olfateadas de mis imágenes de carbón vegetal instauradas
como mitos y cinco recuerdos zodiacales con chalecos de hierro temeroso
porque mi mundo lo veo en un cosmos de heridas sin calzones
ni portabustos y hormiguean el cadáver de los sueños, se ríen de un
crepúsculo macabro y despernancado con su nariz abombada, definiéndose.

Ivette Mendoza Fajardo

 


 

lunes, 24 de mayo de 2021

Estratagema de carbón insolente

 

Estratagema de carbón insolente y de arterias respirando carcajadas,
fango de las ideas analfabetas sin las ideas analfabetas:
plataformas dispersas en la conciencia del humo lamiendo
noches tristes y su poderío era un calvario de alicates,
mi cordura de puentes masticando escombros desde
una verdad que vendió el alma por cinco luceros asesinos.
Filosofías despernancadas ardiendo en la caleta
de la misericordia del alarido amansa burros,
escuelas degolladas en sal y sangre, y los lápices llorones,
moscas enceradas de paso en la oscuridad de mi corazón,
huellas incoherentes de liberación como lluvias ensangrentadas,
mi espíritu crece como una gran manzana roja,
enroscándose a la vida,
arriando crucifijos soberanos o banderines desmuelados,
conquistando melodías obesas y horizontes asfaltados.
Incendio de palomas alucinando en flor proletaria,
temblando, meando, pujando, arrojando la abundancia del
destino en la sotana del escorpión insano de metales claros.
Ivette Mendoza Fajardo

 

domingo, 23 de mayo de 2021

Sábado atolondrado que enfría una rima de fuego

Sábado atolondrado que enfría una rima de fuego,
i ay !, un Perseo cicatero la llamaba desde lo infinito,
las notas musicales de la madre tierra y solterona,
me alegraron con su inocencia equivocada sobre
el óvulo de aserrín de la melancolía reumática,
vale mil tajantes silogismos de las cosas en las jarras;
construyo el impresionante aroma de la incógnita mercantil
la miasma adivinatoria de gozo, la vida encarcelada por su gesto
meando, el cuadrado oscilante y mutable alrededor de la voz,
la gran torre de cuerazos, surco de ráfagas patológicas,
la configuración de poliedros y vértebras biliosas, hacia el
allí trenzado, un accidente tiene un ojo de mil lunas tic tac
ingenio de piedra, dientes de locura errante a veces dan sainetes
de perros viudos, mezquinos y borgoña triste antediluviana,
del mundo corpulento, corpulentísimo corpulento
abolengo de idea marciana con un kilómetro de sufrimiento gutural;
un pie rebelde sin causa, buscando morir en el charco amedrentado;
circunferencia de diáfana efervescencia como las tonadas andróginas
de los triángulos catequistas.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 22 de mayo de 2021

Esculca el insecto con dramatismo

 

Esculca el insecto con dramatismo / había un tiempo
dentro de otro tiempo huesudo / ladrones de estrellas polares
caminan por un aceite destrozado / rancio el compás
del charco que dibuja tanta claridad /  oceánicos gritos
de golpe someten al viento tiritando oblicuo /
callampas ya se han rendido al azar con su
corazones veloces incendiando el vacío / niebla
morosa y amorosa baila un tango cuadriculado espeso /
encerrando la eternidad dentro de cuatro paredes
lloriquea un paraguas edificando puentes sagrados /
cargo en mi espalda un dolor poliédrico muy grande y se
embriaga agitando banderas / desde las huellas dactilares
de la luna se derrama un universo temible de garabatos
pensantes / la soledad tiene la cara perdida dentro
de una ley imprecisa / la vida es un cuchillo verdugo que te
mata cinematografiándote pero te mata / la enfermedad de
las flores es un carbón rumoroso que engañosamente
se viste de seda abarcadora / un altanero león recorre un mundo
sordo,desubicado y glotón / el acordeón metafísico y
las avestruces transcendentales se ríen con las tripas
expuestas de la religión tentacular / la pata vendimiadora
recoge moléculas en su canasto de tos bronquial /
un volantín de aguardiente acuchilla el espíritu
de la musculatura y la mente y trae la muerte despernancada
de volcanes sangrientos / la voluntad falleció de un
dolor cerebral, místico y polvoso / la geometría sin escama 
representa un sexo poderoso / la noche sonaba enferma
dentro de su luz contrariada de toros automáticos /
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 21 de mayo de 2021

Yace viscosa su entomología

 

Yace viscosa su entomología: Libélula
ante lo que se debe recrear, no paradigma
para el oído dudoso. Manso ocaso, al acecho.
Cuerda céntupla sobre el silencio. Alas temerosas
en invierno. Llegó para la noche cuprosa. Ráfaga
de constelaciones en el índice imperfecto. Ruidosa
sombra sobre el montículo impreso de la vanidad.
Jerga que intuye más allá del tercer ojo, y se coloca
en el viento y en la metáfora. Álamo enumerativo.
Cleptómano de anocheceres. Almacénate la brisa terca.
Y en epifanía, rumbosa, palpa tu júbilo. Escóndete.
Conquístate. Pasan escurridizas las horas sin atrición.
Nada nos atrae. Nada, pienso, sino el ansia de vivir,
de reflexionar, de estarse como gato panza arriba,
a la satisfacción y en la fe de ser sólo un insecto.
La hoguera venenosa, el claro vuelo de la sierpe,
la fragilidad de la existencia sin escama a la nada,
alas temerosas donde el cuerpo se le escapa.
Ivette Mendoza Fajardo



La noche poseyó sutil y purpurada estrella

 

La noche poseyó sutil y purpurada estrella.
Una helicoidal de lluvia degollada disimula 
su ocaso que golpea el estruendo de la hermandad
de los seres laminados en carne fluida, que
labraron sus manos en la quinta dimensión
de las magras nebulosidades al tanteo de
toda lateral oclusiva de su música sudorosa
por los cuatro vientos los cascabeles de la brisa
desde su saludable sedimento nocherniego.
Racionalización al fuego folletinesco ubérrimo
mana esmerilado con la diacústica del mundo.
Del vaho catador que impulsa al azogue
que mide su recortada costilla de la nada.
Su crepúsculo muy pocas veces reprochado
destejiendo los suspiros de los ciclos del pistilo
auspiciando flor dormida ya llorada por el tiempo
de incontables gritos penosos de felinos alocados
de pasos categóricos que evapora la existencia.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 15 de mayo de 2021

Los remedos del sol amurallados de cristales

 

Los remedos del sol amurallados de cristales
manufacturan fangos de maderas gritonas
en las góndolas de la tarde... /
Es injusto funambulescamente
dispararle al agua por su sombra /
la sangre de las piedras
ronda por lunas agujereadas
sobre el ímpetu de chispas sudorosas
donde guardan tu esencia la noche a cuentagotas /
y martilla para el desagravio, mientras
la intemperie de una cuerda tangencial
le rompe articulaciones a la floresta
para revelar el desenfreno del eco mustio /
el pataleo fiero de los delfines abonando
la intensidad de su mala suerte /
No hay soga
para colgar los pesares desplumados
ni sueño que relama a paletazos su consentir
para escarbar un nudo teátrico de odios /
retornarán los delfines a requerir
un espectáculo de Saturno hacia al tótem
disipado por el viento hermafrodita  /
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 13 de mayo de 2021

Envuelta en el vacío encerrado

 

Envuelta en el vacío encerrado.
Omitida en la recta del tiempo
ya redimido y chasqueado.
Transformada en espacio extendido
en traslúcido recuerdo sin principio
redondeado al fin de claridades injertadas
sobre la eternidad absoluta
de un tiempo de grieta fantasmal.
Victoriosa en la inerte sombra
de mi propia sombra y sangre
volátil en el purgatorio
de la furia por la reuma,
con la vocación del fuego en la
nieve renombrada desde el beso
umbilical azotando
la carne atascada y la palabra vil
en el terraplén cercano de tu savia,
omitida inacabadamente
de mirada en mirada
y de corazón en corazón
levantados y factorizados
de los nuestros.
Ivette Mendoza Fajardo



Radicalizada en desbarajuste

 

Radicalizada en desbarajuste, la imagen del gemido
ennoblece la revolución del gesto en las estupefacciones
con que la incomprensión destruye los principios.
Vierten las campanadas -clones por reinos insípidos,
nauseas de risas salpicadas sobre elemento revivido;
casamientos por el coctel discrepante de los filósofos
y la hojalata que vela arisca por la furia del vellón de oro.
Los bálsamos que estiran marcas y medidas tras la acción,
descansan en un solsticio de trampas bajo escobas exotéricas.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 9 de mayo de 2021

Como aptitud última del nido furibundo en alguna campanada

 

Como aptitud última del nido furibundo en alguna campanada
precipitándose
mi faringe farmacopea en aguijonamiento hacia los océanos
en el sablazo abrupto al plenilunio afónico
el traspirar de la laceración vertical del gris inicuo
la brasa de la remembranza en misión de las arterias
desenfadándose
absorto al signo no programado afluye aquí en mi cuerpo
en coacción del adjetivo múltiple sosegándose
la fisonomía en el vacío
no a la precombustión malévola del dédalo en lo aburujado
de la fotografía saltando al otro lado de la galaxia
al falseamiento del pantano en la iniciación de la efigie mitómana
agolpe nunca en marcapaso de huellas nace un desierto
es el mecatazo de las horas latifundistas
en la latitud palmípeda del mundo es en el fanatismo de la sombra
donde la etnografía de risas analfabetas hacen la narrativa de los objetos
diagonalizando el rostro intelectivo con el tango enmohecido
a la altura confederativa de estética en el colmo de calavera
hacia el cuarto menguante de la sombra ocrácea
en el instante tragicómico del paramiento con el cuádruple delirio. 
Ivette Mendoza Fajardo


  

viernes, 7 de mayo de 2021

Deshojada lengua espectral

 

Deshojada lengua espectral reaccionando irresistible
en un barranco gametogenético discursivo.
Águilas de vapores jeroglíficos sueñan en su cornisa
escamosa cinco mil legalizaciones del alma metro crepuscular.
Vacío en cruces juramentadas, legañosa espera de delicadeza sexual
lanza un proyectil de lágrimas dentro de su risita
malévola entreteniendo agujas sobre la explosión del silencio envalentonado.
Entre suicidios de ensayos humanistas y átomos danzarines,
panes en lienzos susurrando dolor de escarapelas,
huyendo en geometría de tranvías y gelatinas del destino.
Lacerados pistilos de complicidad pretérita caen a veces
en su insufrible terquedad de hostias y maizales.
Joyerías de la música embalsamada imposibilitada a guardar secretos
cuando en las catedrales de las balas, su oración larguirucha
de pezones minusválidos busca persianas en sus ojos.
Oh luz de leche cortada que presiente un tosco intento
por el temperamento del tragaluz,  y yo aquí electrificante
como en algarabía de catacumbas buscando la longitud
exacta de tu envoltura de geisha láctica, auténtica y contorsionista.
Ivette Mendoza Fajardo



 

Gallardetes de palabras contráctiles

 

Gallardetes de palabras contráctiles y exudación de camelias eternas;
urdan el maíz instrumental de su menjunje simbiótico;
arenal de las ideas por la polaridad neumática y humorística;
lotería de metáforas son un carnaval en sufrimientos;
fósforos de inglés roturan cien fisonomías oceladas;
violines de tinieblas ochavadas en el durmiente trueque
de los astros;
pieles genocidas como callejuelas de puñales acéfalos;
mi voz guerrera indestructible en el espejismo de frijol;
tocan trompetas de granizo, garabateando liberalismo,
lechos de almas de exposiciones dramaturgas;
una somnífera masturbación de ramajes;
vinagreta de violines y retuercen cuencas en embutidos
agresivos atrapando moscas trogloditas;
sobresalto de la tiniebla resbala en la guillotina encinta;
en vaso de gabardina sangrante mi corazón electrodoméstico
chispeante;
corren mis colmillos pelajes apergaminados la coca cola
de cuerpo helado;
quien entra a mi casa entra a la casa de los latidos reflectores;
disparamos monedas de ratas deshuesadas en una guerra
galáctica;
en galimatías y sollozos de cilindros diacrónicos tras una pendiente
de hombre abre mi alma llamas de argot sinuoso.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 6 de mayo de 2021

El amasijo del grito y el declive

 

El amasijo del grito 
y el declive del mundo 
tienen un solo margen /
la ebriedad satírica abate
entre latidos cibernéticos /
Asteroides clonados
en espacios frenéticos/
Arrumba la orfandad
como tuercas en pesadillas /
Mapas blasfemos,
ataúd nómada
en decapitación
de ancas y guitarras /
Infamia en formol
de cueva carnívora /
La piltrafa de la parábola
cae de bruces /
Oreja friolenta,
pezuña de hiedra
destornillan la vida
desde los cerrojos
de mi garganta /
Quimera de polvos y bisturí
por calumniar mientras
combato un ocaso /
Ivette Mendoza Fajardo



Mi propia piel dibuja

 

Mi propia piel dibuja
la arrogancia lúgubre del alquitrán /
Diluvios de letras con miedo
arrastran un verso apagado /
Una cisterna de pecados
derrumba la insignia de la nuca
en yermos condenados /
falso ladrillo
por la vigilia de útero
contando letargos desarmados /
Guitarra experta –astuta nos lleva
a la absolución de la hojalata
detrás del nido del vórtice  
donde su dedo pulgar
amasa el cataclismo de la inocencia /
En mi bolsillo la asfixia
devora su ingle sin parasol sobre la
mampara de los escombros /
una luna desmuelada maldice
el desvarío de la campana tres veces
antes que lluevan perros y gatos /
Soy un cadáver incólume 
mudo de ángeles amnésicos,
un meme en el esternón de la
cruz que ignora el mundo /
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 5 de mayo de 2021

Calambuco en tiniebla escarlata

 Calambuco en tiniebla escarlata,
deshidratación desaliñada de párpados
en vana rendición gótica.
Cuando la melancolía calamitosa enardece,
destierra laberintos en zozobra.
Hiedra llorada místicamente sobre su obelisco.
Sus ramas se resignan ante penas
con abrazos mañosos en fría tentación.
Río de alquitrán en caudales humanistas.
Inmortalidad de anhelos caprichosos.
Desde guillotinas tridimensionales ya quemadas
exhorta en cuartear lunas de daltónicas pretensiones.
Una latitud larvada se enciende
y su fuerza mesmerizada se languidece,
aun existe un trabalenguas desde el llanto insostenible,
con un pleonástico misterio reverenciado
que trueca miramiento incierto en denuedo,
derrite el enigma desaforado en un gesto llevadero
y revigoriza el alma hirsuta para revolucionarla en pleamar.
No hay anuncio unilateral al racionalizar
la gammagrafía de los sueños batallantes,
ni garabatos de agua inteligente
para galopar gallardo un corazón esferoidal.
Sólo esmaltamos el paisaje esmerilado que fragua
en vientres sinápticos que te arrebujan enfiladamente...
No hay bambalinas en desmenuzamiento ni coliseo
acalambrado que puedan romper la savia de la vida
bajo los dilemas recurrentes de las noches ideáticas.

Ivette Mendoza Fajardo




martes, 4 de mayo de 2021

Líquido de metal derramado sobre el carromato de las horas

 

Líquido de metal derramado sobre el carromato de las horas /
Brisa virulenta de antaño crece en los litorales iónicos del capitel /
Me adjetivo en los grandes surcos del pensamiento
y busco el numen de tu alma en un grano soñoliento de maíz /
la guitarra de cuerdas enloquecidas es mi cuerpo luz /
con cinco balazos se mata esta hambre y sed feroz
para buscar las más copiosas verdades dentro del estómago
y grabamos el suspiro agónico de ellas /
desentraño los misterios de tus ansias en el ónix de
las aguas, cuando se oxida el tiempo en su zumo,
sobre los reflectores incólumes de la utopía fresada /
inmortalizamos los glaciares del relámpago en una noche
oscura dentro de puntos enanos y ciegos martirizados /
empedramos el desafío en una opción erudita, y terminamos
magnetizando serafines castos en sueños de mentol /
rescatemos este mundo virtual que agoniza en nuestras manos /
Tu corbata de melcocha se pega al hilo blando de la vida y
nos mide el tiempo dentro de un vasija de boliches antojados /
Hay un quejido mancillado en una vieja canción sin fortuna
ahogándose en el asombro de una fuente testicular /

Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 3 de mayo de 2021

En carrusel noctívago de ampuloso llamamiento

 

En carrusel noctívago de ampuloso llamamiento,
sobre fulgurante pilar de hierro alegórico,
jalado por lucernas de prodigiosos delirios,
ajustado al añil cuerpo de diamantes soporíferos,
ritual del corpiño a desmitificada doncella,
oh tú, el más espectroscópico y eólico de denuedos.
Encienda marcapaso de amor como hiedra en lecho,
con su estilete demuela esta maroma y su arnas.
Yo sea para siempre valvas de luna en tu soledad,
y obsidiana argéntea engarzada en tu desleída alma.
Ivette Mendoza Fajardo




Congratulación, perfecta entelequia

 

Congratulación, perfecta entelequia,
cumbre de la gentileza en circuitos seráficos, quimera,
contento emulado hacia la niebla relativa del parpadeo.
Congratulación, radiotelefónica del tacto, dicción fortuita
que nos conjura al existir eterno,
de ser lo que creemos ser carcomidos por soles hiperbólicos.
Congratulación, nomenclatura intangible del pelaje de la luz
en el nódulo sacrosanto del átomo virginal que ilumina
el indicativo vigor de la retina ilusa
y la propulsión sensorial ora pro nobis.
Congratulación, greña sapiente
que asciendes y te conglomeras
quieta en los corazones novilunios.
Remiendo disuasivo al veraz tiempo
después de todo al pétreo tiempo causativo alguna vez.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 2 de mayo de 2021

Luna etérea fatua por la noche matinal

 

Luna etérea fatua por la noche matinal.
Melancolía de desnuda casualidad.
Tan sólo en la voz entrecortada del
amor pecaminoso de seda.
Soledad recelosa batida de viento.
Mecanismo de la madrugada desaforada
en la fugacidad reconciliatoria de las horas.
Un volcán de hormigas
derrama lava de sed hormigueante
por todos los follajes bélicos,
ardiendo bajo el peso silente del
lívido sentimiento en callejón sin salida.
Quieto fuego adentro.
Ivette Mendoza Fajardo