Calambuco en tiniebla escarlata
Calambuco en
tiniebla escarlata,
deshidratación
desaliñada de párpados
en vana
rendición gótica.
Cuando la
melancolía calamitosa enardece,
destierra
laberintos en zozobra.
Hiedra
llorada místicamente sobre su obelisco.
Sus ramas se
resignan ante penas
con abrazos mañosos en fría tentación.
Río de
alquitrán en caudales humanistas.
Inmortalidad
de anhelos caprichosos.
Desde
guillotinas tridimensionales ya quemadas
exhorta en
cuartear lunas de daltónicas pretensiones.
Una latitud
larvada se enciende
y su fuerza
mesmerizada se languidece,
aun existe
un trabalenguas desde el llanto insostenible,
con un
pleonástico misterio reverenciado
que trueca
miramiento incierto en denuedo,
derrite el
enigma desaforado en un gesto llevadero
y revigoriza
el alma hirsuta para revolucionarla en pleamar.
No hay
anuncio unilateral al racionalizar
la gammagrafía de los sueños batallantes,
ni garabatos
de agua inteligente
para galopar
gallardo un corazón esferoidal.
Sólo
esmaltamos el paisaje esmerilado que fragua
en vientres
sinápticos que te arrebujan enfiladamente...
No hay
bambalinas en desmenuzamiento ni coliseo
acalambrado que
puedan romper la savia de la vida
bajo los dilemas recurrentes de las noches ideáticas.
Ivette Mendoza Fajardo