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jueves, 25 de noviembre de 2021

El campo belicoso

 

¡El campo belicoso!
La escueta calandria,
la graciosa expectativa,
las artimañas cómplices de un dolor
que engaña a un estambre laborioso.
 
El paseo raudo de los rulos sin cautelas,
la distancia detenida que aclarece el temor
como una epopeya infecunda dentro del fango
como la tristeza hambrienta en la caleta abismal.
 
Llamas de papel hipotecando su clemencia,
clemencia de historias prepotentes con los ojos
llenos de cosas profanas y mujeres circulares.
 
Carburar
el silbido infernal del regocijo:
su sombra claveteada como único argumento,
único testigo, única mano de la terrorífica
enajenación.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 24 de noviembre de 2021

Me enerva el piélago monologado

 

Me enerva el piélago monologado, con desquicio de relámpago
solariego, sarmentosamente pelirrojo,
y el fermento pisoteado de su guadaña me ruge
en la infinitud, ensortijando sigilosa y onírica efervescencia.
En las mordisqueadas chimeneas moradas del cielo,
la cóncava eternidad va ahumando sus ácronas piruetas.
Nada salpica al astro marsupial su reverberar más ocre:
ni el estático olvido, asustado en su opresión de otoño,
ni un amanecer llorado vegetal, de cautivo maullido de
candelabro adolescente y su fragua de revoltosa gestación.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 14 de noviembre de 2021

Amortajados mugen los retumbos del pretérito

 

Amortajados mugen los estruendos del pretérito,
parangonan al compás de mi dolor confabulado.
Alimento páginas del presente combado
para no adjudicar arrecifes de tristezas y sus antojos
lentamente plegando sus hinojos insurrectos;
y bebo mi exordio en nombre del presentimiento:
mediante este sortilegio de vuelos y vacuos
porvenires tras la intención de una variante botúlica,
alguna vez exorcizando triturar su porcentaje amado.
Neutra se evapora la nostalgia debilucha de videncia,
anclando sempiternas pendientes y oros desahuciados.
Jamás desdoblaré atentando contra el parpadeo fisgón
a los almagres y grises remolinos líquidos deslenguados:
no me nutro de incógnitas insuficientes reintegradas al azar.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 10 de noviembre de 2021

Viene y va restallando

 

Viene y va restallando vulva del atardecer insomne
en la voz que centraliza la precisión atómica del crepúsculo.
Harto y sangrante maremoto que deshilacha
líquidamente la mueca aberrante del avestruz.
Concierto paquidérmico adelgazante bajo la luz
en fresco sentido, anclada en el pantano de nadie.
Yerga marioneta tartamuda y es una metáfora dúctil
columpiándose en la espera, galopando la muerte agorera.
Dintel de diente perverso aquilatado de angustia deja las cruces
sangrar en rombos, se acerca a su manuscrito dilecto,
viste la estancia con un ojo apagado y el otro girando
en la pausa eterna de las cosas.
Una garganta atrapa ratones y ahora son testigos
de los números romanos que tumban las promesas
de ser elogiados en el foso de humo.
Capullo rectilíneo de una pasión frutal dilapida un
himno repetitivo en la placidez del instante y es
la distancia de su código gris anestesiado o un
silencio vestido de ruidos organizados de mentiras
bronceadas acaudaladas de ironía.
Vistazo azul hecho de cielo y purgatorio, se hace
amigo de la verdecita, dibujado de mares barrocos.
Piruetas indomables cosquillean, cosquillean
el dulcísimo epílogo de la desesperanza ante
ese amuleto que la hace padecer de dolor en las ruinas
del pensamiento.
Ivette Mendoza Fajardo