El campo belicoso
¡El campo belicoso!
La escueta calandria,
la graciosa expectativa,
las artimañas cómplices de un dolor
que engaña a un estambre laborioso.
El paseo raudo de los rulos sin cautelas,
la distancia detenida que aclarece el temor
como una epopeya infecunda dentro del fango
como la tristeza hambrienta en la caleta abismal.
Llamas de papel hipotecando su clemencia,
clemencia de historias prepotentes con los ojos
llenos de cosas profanas y mujeres circulares.
Carburar
el silbido infernal del regocijo:
su sombra claveteada como único argumento,
único testigo, única mano de la terrorífica
enajenación.
Ivette Mendoza Fajardo