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miércoles, 6 de julio de 2022

Esqueletos de romances caducos

 

Esqueletos de romances caducos,
por placidez o desagravio,
ironizan cuando un nuevo romance
sombrea el rostro de la palabra indolente.
Qué obstinación maligna en la circunstancia delgada
de pálpitos ensimismados, como una resentida pretensión que
traspasa aguas villanas cuando el sentido venenoso de su ira
deja enajenar,
cada día de manera menos diáfana, sobre
la pura y piadosa comunión del tiempo perentorio
del éxtasis reverenciado de ansiedad. No es posible laurear
esa fragancia infeliz que se dobla por sí sola
blindada luego por aprensión,
cobardía sin rienda, sueños galanes y pulcros,
y recuerdos con lágrimas de acechos, mientras
el destino acaba por asumir
el mismo desliz andariego que engendró
sin hendidura por el cual coronó como
un disfuncional latigazo de desaire o furia
¿A qué lo ha llevado al viaje intrigante y sinfín?
Zozobra larvada de un desliz que nos antagoniza
con todos sus jirones desanudando arborescencias
de su trémulo y tentado gozo.
Ivette Mendoza Fajardo