En el semblante que enciende
contra la soledad otro impulso
de la nada.
No hay círculos que caminan
en sus tramas,
no hay dinastía que despida
la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa
en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el
reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin
pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad
inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se
encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus
palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar
profético innecesario.
La intelectualidad me hiere
con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo
contra la soledad otro impulso de la nada.
No hay círculos que caminan en sus tramas,
no hay dinastía que despida la iniquidad amaestrada.
La hondura de la mentira piadosa en las encrucijadas de julio.
El pormenor del miedo en el reflejo muerto de la hermosura.
Aquí yo simplemente sin pestañas ni cejas radiante, radiante, radiante.
No importa, de la realidad inmediata jamás vista,
también allí, un año luz, se encharca entre su legalidad envejecida
y su mente de Monet ¡Hasta llegar a la morada eterna!
¿Qué delicia amarga encarnada de fe emergerá lenta en el desmayo del deseo?
Anudo el hastío de tus palabras junto a la elegía pura sin aliento
y se adormece en el mar profético innecesario.
La intelectualidad me hiere con marcada preocupación alguna que otra vez.
Ivette Mendoza Fajardo