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viernes, 1 de julio de 2022

Caderas que, grises, saborean las martilladas sensaciones del albur

 

Caderas que, grises, saborean las martilladas sensaciones del albur,
el libido gracioso de los besos: oscuridad blanca
sentenciada a una sinopsis de olvido,
a un letargo barboteado por minorías de silbidos angustiados.
Libre lastre cuya mente es la estancia caracoleada del arrebato:
¿cómo puedes avanzar sosegado ante el humo
atribulado de la muerte en su horizonte esperpéntico?
Poseidón de los mares
nos increpa ante toda evidencia.
Su pecho de abismo incólume eres,
aun bajo el estruendo de la vida
que rompe sin catalogar mancebo de contradicciones.
Pero soy yo quien aleja la vanidad de la palabra con la ausencia
no medida y mis huesos no esconden el dolor en abnegada diligencia,
silenciada por acéfala razón en cualquier época,
sino en el gesto fingido del cielo —luz de puntillas pardas ruborizadas,
pureza amarga que los astros desprenden.
Observo sus cordiales tesituras, y me asombro
de cómo pudiste guardarlas
cuando brotó su verso lírico distraído en tu alma.
Ivette Mendoza Fajardo