Nace corazón en un reflejo de flagelo
Nace corazón en un reflejo de
flagelo,
en un reflejo de flagelo,
aprendió la simplicidad
y en un instante, se apoderó
del mundo
prematuramente,
prematuramente
en las profundidades
abismales cobijó
el frío de mis piernas como
sombras que
viajan por el silencio
tragando los sonidos.
Barniz, cerrojo, herrumbre,
sonrisa y metal:
el cálido sabor de un vértigo
que embriaga
los ocasos de mi ensoñación.
Los ciclones que se alejan
como látigos rabiosos golpean
los sobresaltos del hedor,
bostezan espesos,
jadean, escoltan en su
plenitud de goce y sufrimiento,
a parir una esperanza
apesadumbrada con las dudas.
Cruda e impaciente, la noche es filamento de un
dolor que no termina, talvez
gatea camina corre
nutriéndome de la sonrisa
adusta y foránea,
fecundando el pecho pálido de
la luz que
duerme en el centro de una
decepción.
Fatigosamente el sueño que
envuelve mis instintos
nada lo diverge de la
fórmula numérica prodigiosa
para luego evolucionar en su
forma más volátil,
nada le impide ver el brumoso
paisaje del tiempo impenitente,
ni nadie sabe por qué razón el mundo retorna a tu dulce palpitar.
Ivette Mendoza Fajardo