Sentí tu alma abrirse en los ventanales de la aurora
Sentí tu alma abrirse en los
ventanales de la aurora y
el crepúsculo dormía
apaciblemente tus caricias.
Llevaba brisa, murmullos, y un
no sé qué, que yo anhelaba,
mientras tu aroma mariposeaba
en mi balcón, se
embelesó mi ser en tu
recuerdo.
Mas mi mente se recreaba en
tu semblante,
cuando sentí tu beso, que
retozaba ahora en ese espacio
vislumbrado de palabras bondadosas y enigmáticas.
Entonces desperté ¿qué es? le
pregunté con los ojos,
aquí el derroche estaba abordando
un nacer que iba muriendo,
un astro mancillado, talvez pero como de dos en dos, de cuatro en cuatro,
de seis en seis, aún sentía la afección creciente de tus
manos, y
la cordialidad de tus
pálpitos...
Pero, no estabas... solo quedaba el eco de la pluma
esculpiendo el cuarzo
despierto de tus venas,
cabalgando con su sombra de
colmenas.
¡Oh, quimera... su estilo y
apariencia continúa...!
Plegaria de diamantes sobre
nuestros besos
para adormecernos en los
colores danzantes de las mariposas,
¿Qué se despilfarra tras la
penuria?
Vuelvo a mis atardeceres que
giran en mí
como una rosa fulgurada de amor viajando por el infinito.
Ivette Mendoza Fajardo