La incertidumbre de la tarde jocosa
La incertidumbre de la tarde
jocosa
una y otra vez
ha sido despeinada por sus
deberes menstruales.
La coherencia de un silvestre corazón de manos blancas
y tristeza musical cae sobre las hormigas en
ascuas de amapolas
y la arrogante puerta ilesa
derrama sus penurias, que en
su estancia,
abogan sobre los labios del
invierno zodiacal.
La inseguridad de tu ojo
deshace las alturas
donde las gaviotas maquillan
sus pieles de azafrán,
la atmósfera abanica en el
filo de sus voces, y
las mariposas avivan los
encuentros fecundando
colores en los nidos. ¿Qué admiran en el calor del vientre?
Hay amores en el himnario
efervescente de los soles
celebrando el prodigio de la
duda donde la noche es
una pestaña relampagueante
halada por caballos
intrépidos diluidos en tu
razón.
Una pluma áurea es tan
candorosa, tan astuta como ese
silencio escamado de sabores
melancólicos, que
piensa y deduce, devuelve y
perdona.
Como desolada al momento de nacer,
al momento de nacer
descubre su alma en sílabas,
en sílabas reconoce
la ira de su delirio sideral
bajo el oráculo del
horizonte lírico y bufo,
agónico y circuncidado.
Ivette Mendoza Fajardo