La luna de flores cenicientas
La luna de flores cenicientas
se trasladó a estas amplitudes
salivando los torbellinos del
quíntuple de Julio. Un pocito de estrellas
por la secuencia
temperamental de las horas halagando sueños frugívoros.
Calimocho de melancolías, una
noche te encartonan la vendimia muda
hasta el homocentro de mis
días
y las mañanas de
mancuernillas escrupulosas me encumbraron en la penicilina
inadmisible de tus besos
satinados de amor salvaje.
Ah, mi Luna de flores
cenicientas
que me hizo doblegar hacia la
endometriosis de tus caricias
y en la escápula de mi
corazón
sílabas y sílabas
garabatearon poco a poco
paisajes cleptómanos de
despechada ilusión.
¿El pizarrón arriñonado donde
escribe mi alma?
Ay silencio entumecido que
vienes a revelar los clarividentes secretos
que guardaste en la arteria
del clamor universal, en la arteria del clamor
universal que quiebra en
bocanadas las puertas cenobíticas del cielo,
las puertas cenobíticas del
cielo que nos da el dulce y enternecido
chubasco en la tierra bajo
la germinación del sol que nos llama al epílogo,
como un bullicio estelar del
ayer, del ahora y del mañana.
Ivette Mendoza Fajardo