Esta codicia de generosidades inmortales
Esta codicia de generosidades
inmortales
paladea escalofríos sobre
nuestros pesares.
Rehace despiadada
su repelente ira
sobre la costilla tutelar de
la esperanza.
Hormiguea atrincherada
la inefabilidad pálida de un
semblante apenado
quebranta
hiere
codifica
las posturas primordiales del
agrado.
Esta codicia de despojos y
oscuridades
regenera nuestras
supersticiosas horas,
agoniza nuestros andares
como una voluble y
beneficiada vorágine.
Rechiflo al orbe
oreo sus vanidosos senderos
de olvido
degluto sus agresivas mieles
voseo sus feroces vanaglorias
y sin embargo
allí hay un hombre que me nombra
sin nombre.
Ivette Mendoza Fajardo