Fragmentos de circunferencias
vigorosas se tornan fuego
en cada hipotenusa con
destino alelado
de la sangre achicharrada, la
asíntota horizontal sacude
la lámpara feroz de su polígono,
que no pernocta
en la mitad de amplitud
dolida
de miseria que se acumula
amarga en la memoria.
Si los cinco sentidos
dialogaran
tú me escucharías,
si se detuviera el tiempo
entumecido
los planos cartesianos
hablaran a calzón quitado.
Detrás de un fulgor oscuro,
que no estremece
la guija de los corolarios y
el prestigio de
de un ángulo obtuso ,
sus rodillas lloran las raíces
cúbicas de las estrellas,
sobre un ansia cercenada en
blanco
y a pecho abierto.
Se tentó el poliedro risueño a pie firme,
y más firme que nunca
se ha doblegado ante las
horas que aún no me observan.
Rubores de números fraccionarios
entrometidos
están encaramados entre las
ramas de mi universal destino
y se anidan…
y se anidan…
sobre la posible afinidad
disconforme de
triángulos rojizos y blancuzcos
del atormentado vacío.
Ivette Mendoza Fajardo