La canción tiene universos
paralelos...
ejes y vectores en la distancia ciclotímica,
hoy más que antes
-mil ojos grandes regicidas
como huecos sin sombras afligidas-
¿Y el minucioso prisma que ecolalia
no olvida?
La canción vive su vida con
ideas delirantes y no se escabulle,
con el filo de la tarde
musitando perplejidades,
hiere los cometas con
sutilidad devoradora y charlatana
y entre agonías y sudores duerme con sus esqueletos de almas duras.
Entonces, se esconde detrás
de los telones de la aurora mística,
deja una que otra astilla en
mi entraña freudiana.
¡Me arrulla el aire de recuerdos
parabrisas y comatosos!
Aleteando cava juicios
acariciando los sepulcros,
sepulcros que se refugian
entre formas tontas y vibrantes,
intrusos quizás en cualquier lugar, mientras en el laberinto
celestial brota la canción con
la suelta melena fuliginosa de la psicología.
¡Ah las últimas canciones densas
de pensamientos audio- mudos!
Y me entretienen y me hacen disfrutar el mundo que gira al revés.
¡Oh la canción muerta y
regicida del firmamento musical!,
Cual lunas que huelen a
jocosa amargura,
buscando cuerpos en letras ya
roídas por soledad universal.
Ivette Mendoza Fajardo