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sábado, 29 de octubre de 2022

El bostezo aprovecha la suavidad del odio

 

El bostezo aprovecha la suavidad del odio
y la dureza del amor para asustar al claroscuro
en el desgaste derrochador del olvido y un
placer confuso pierde vuelo en la bestialidad
desnalgada del infinito.
¿Por dónde duerme su asombro hecho arcilla?
Ni los paralelos espinosos echan raíces
por el agua blanda del contratiempo profazador.
Ni las nubes ondulantes de los celestes gritos
llegan a recobrar amores ciegos en pleamar.
¡Oh acalorada quietud! Un continente de susurros
dentro de piedras oráticas fecundan mi apocalíptico
dolor, tan traicionero como seducido por lobos
alagartados en pantanos lamentosos.
Noción imaginaria de luna alucinante se compromete
a rezarme la vigorosidad de sus últimos días, contrafuerte
de una tentación que fue buscada en la plenitud
de su democracia virginal. ¿Y qué pasó después?
¿Era la nada en sus descalabros?
Pertrechos que se alisaron, cual corceles vanidosos en celo
permanente y se ilusionaron en ser una lluvia eléctrica de neón
en los tentáculos de la muerte para rechinar sus dientes
de alquitrán, para jactarse de su luz hecha penumbra bajo los
colochos brunos del tiempo.
Ivette Mendoza Fajardo