Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro
Sangre de vértice y corazón de oleaje íntegro
destruyen
el eje elíptico de una piedra engolosinada y
sólo queda esa duna cotidiana del gozo amenazado
por donde impresiona a polaroid un pez en mi memoria
flanqueando hormigas prisioneras de elixires
amanecidos.
Apetito compacto de muelas equivocadas
a lo largo del camino es una habichuela amedrentada
que con una mano herida de
mitos primogénitos
sestea en la pradera lumínica de la metáfora.
Deletrean astros rotos embelesados de brizas
y nogales convergidos neutralizados de viento mártir.
Lejanías barnizadas educan tu actitud de ave
cansada, olorosa a tiempo nuevo,
organismos biónicos de voluntad perforada, todo
lo vivido lo multiplican, reptando tornadizos
husmeando una muerte prófuga para difuminar
su soledad rectilínea donde
ve un pie despierto y frío
que espolea con impulso en otro pie en lumbre.
Ivette Mendoza Fajardo