Oh, mañanas del bombillo
Oh, mañanas del bombillo.
Noviembre, grumoso
de otoño y hojarasca mustia
el alma,
azaroso al beneplácito de la
silueta del perfil,
que fantaseaba con las
jaurías de horizonte.
Lo ególatra del tiempo y
mecha aturdida del atardecer,
son las fastidiosas emociones
de estar encandilando
al deleite y al lamento de
néctar nuevo.
Oh, mañanas del bombillo,
sintiente en máculas
y albures, amaestradas de
sal, amaestradas de viñas.
Qué vacío este sentir y analizar si
vacía el alma
de sonido, de viento y
brújula, de fotones y mieses,
se reconforta en la histeria
del manuscrito.
Qué vacío el abofeteo que da
la soledad soberbia,
hacia la exaltada calistenia
de los segundos.
Ivette Mendoza Fajardo