Soles taciturnos
de organigramas audaces
abarquillan
magazines de tristezas,
obligan
sensualidad al fauno
maullador
comprimiendo designaciones
privilegiadas,
desmoronando distancias
resabiadas
cuando empañan los espejos
empíricos
que cesan de escalonar sobre
resquebrajosas vocales que te
extorsionan
y te fustigan y te hechizan y
te halagan luego porque
yo he tenido un manantial
milagroso dentro el alma
para salivar invicta frente a
la aurora onírica del engaño
para diluir transacciones
acéfalas combadas en el tiempo
para tornarme espectro
arrastrando tu barca de obediencia
para empaparme en el hielo no
avillanado del mundo
para escuchar dentelladas
contritas sobre el perdón orgásmico
no para embadurnarse de
castaños instantes
ni para diluir letras
amaneradas en el regazo del silencio
tampoco el afán proyecta el
fuego averrugado de la muerte
¿El oprobio que examina mi fe
en vaguedades atrofiadas?
¡Ah eutanasia de la nada que
asga la espada!
Sabia percusión de astro
roto que se alimenta
del pan que finge su gloria…
Ivette Mendoza Fajardo
de organigramas audaces abarquillan
magazines de tristezas, obligan
sensualidad al fauno maullador
comprimiendo designaciones privilegiadas,
desmoronando distancias resabiadas
cuando empañan los espejos empíricos
que cesan de escalonar sobre
resquebrajosas vocales que te extorsionan
y te fustigan y te hechizan y te halagan luego porque
yo he tenido un manantial milagroso dentro el alma
para salivar invicta frente a la aurora onírica del engaño
para tornarme espectro arrastrando tu barca de obediencia
para empaparme en el hielo no avillanado del mundo
para escuchar dentelladas contritas sobre el perdón orgásmico
no para embadurnarse de castaños instantes
ni para diluir letras amaneradas en el regazo del silencio
tampoco el afán proyecta el fuego averrugado de la muerte
¿El oprobio que examina mi fe en vaguedades atrofiadas?
¡Ah eutanasia de la nada que asga la espada!
Sabia percusión de astro roto que se alimenta
del pan que finge su gloria…
Ivette Mendoza Fajardo