Cadencia entre pechos reflexivos
Cadencia entre pechos reflexivos, los ayes en la cara,
y un epígrafe que solloza en las borrascas
―al no ser elemento consentido caprichoso ―,
la mano atormentada del miedo
exprime el
silencio y sus vertientes entusiasmadas
de percibirse y retocarse en el vacío, cuando existe
―si no la trivialidad del desmigado pretérito ―,
lo nivela, dejándolo desperdigado…
Lo minúsculo que lo trascribe,
enmarca ―con semblante solidario al dígito,
que a su elíptica forma subversiva la disipa…
Y en lo inmortal, o mortal vagabundea
―con su músculo de infinito tenso y desarropado
de la sagrada y facunda luz que: ¡la circunda …!
Ivette Mendoza Fajardo