Transformación de éxtasis paradisíaco
Nieve índigo, nirvana en su carmesí
clemencia
Mis ojos parpadean como aves de
topacio
Transpiran al pensamiento en su
decorado abstracto
Como vestirse con la luz. Unidos por
una casta sombra
El alma se pierde en un horizonte, hasta
su matriz celestial
En su eterna convivencia. Aun en su áurica
aridez
Cuerpo en las penumbras; ha llegado
el fuego a sofocarte
Y contamos con la prisa de la
memoria
Eterna, extasiada en los azahares
del presente
El sol, el mar, el aire y fuego en
su cima y sus mullidas alturas
La mustia soledad que en su dolor escarnece
Todo sueño tiene flor y fruto,
un sueño que revivir
Ivette Mendoza