El enebro irresoluto del débil martillo
y su mollera cruda
Blando y blanco desenfundando su sable
pendenciero
Sócrates lo arremete en juego de
tablillas en un taco a taco
Agregándose Gueguense deslenguado en
una bolsita de milagros
Como vienes y te posas en medio de mi
insomnio cruel e ilícito jugador
¡Síndrome de mis ayes! Patín de la abadía
de su danza encabritada
Luego te faltara un premio de mi
vida en la ducha cuarentena
Con mi falta de temor el muslo
resiste su valentía en gota de papel
Derramo mis lágrimas en un casco de
arena del canelón incivilizado
Estrellándose sobre sí mismo y decayó
contigo y conmigo al nacer
Veinte fuertes espigas yertas, doble sobre sencillo desabrochando el tacto
Aparecen para darnos una apuesta luminosa, cien sufijos agotados
¿Cómo viene mi alma en medio de la
oscuridad? Se extingue cabal
El problema es que he besado los
labios de Píndaro y su hueso roto
Su estado de aflicción marca los días
en su bingo dudoso de espuma
Recordatorio en la pared de universo
mulato de inviernos y solsticios
Me hace deambular en el cielo impío,
recuperando la simplicidad del día.