Probábamos la soledad
Probábamos la soledad,
elixir amargo
que el destino importuno derramaba
por aquellos confines seductores.
El descanso leve como un ángel entristecido.
Cuchicheaba el sol en una floresta de olvido.
En un huerto del infinito
¡Ah la manzana, tan perspicaz latía!
de un astro turbado con hábil denuedo.
Ivette Mendoza Fajardo