Desengranado en los frondas del tiempo
Desengranado en los frondas del tiempo, el mundo
es su acuarelada voz. Se pierde
con garganta enyugada de lirón furibundo,
escarabajos y escarabajos desilusionados
enmarañándose. Son los lamidos de regreso por el costado
del infinito, el sitio trasnochador en donde el olor
a magnolia suele ser una olla de apatía equivocada,
como vellos del instante bajo las abejas que
hacen su colmenas suplicantes de cuervos astrales,
hacen sus íntimas perspectivas, su desenrollo
de pedernal; nevadas espeluznantes deprimiéndose
y rebuznando en sus cetros. Así nos ven dentro de
la amargura muerta del fruto pestañado del siglo, y de
luna
que baila con pasos de ballet en la cuerda vital,
con su pureza de caracolas; allí van degollándonos
con su fogosa luminosidad, que es tonada de agua roñosa,
y que es génesis con el fuego, y es el siempre, el
siempre
azotando su glotona lucidez.
Ivette Mendoza Fajardo