Jugamos a destierro
 
Jugamos a destierro irradiación de frutas,
a sequito de espigas quisquillosas,
 a potentados de espejos dementes
y ranciedad desaforada de crepúsculos.
Jugamos a singladura vaporosa de
bisonte manso y su ilógica matemática,
 a floresta de zafiros geniales.
 Jugamos a niebla asombrosa
 es decir por la esquina clamorosa,  
pudor de mansedumbre,
 en la tierra chata de lazadas desvalidas
entre aguardientes impotentes de rencor.
Ivette Mendoza Fajardo