La mente se hace música después de una lágrima
La mente se hace música después de una lágrima,
subrepticia en el festín de los pensamientos.
Acaricia en la doncellez de almas,
dibuja círculos de fuego como interpelando dudas
en la noche encadenada de Ulises.
Inventa en los andamios de la añoranza,
entre los olvidos de la epidermis
acalorada por esos gestos cabriolados.
Busca en el aplauso
la solemnidad lluviosa de la pasión.
Ivette Mendoza Fajardo