Desde su ausencia inicua a tientas
Desde su ausencia inicua a tientas,
desde su ramaje calenturiento, repiquetea
vertiginosa en su ebullición la desventurada
figura del conjuro que te aclama a la argumentación.
Tu nube de celuloide vetusta, bajo la risa azogada
de la intuición de la noche que saben lo que yo fui,
lo que no soy desde la comparsa de la eminente
lejanía.
Océanos de osamentas como vértigos de olores
siderales;
como continentes de alas cerebrales que percuden
triunfos fatigados,
como marzos adivinatorios saciados por inviernos en
sus análisis psicológicos.
Un mañana social entre hogueras caducas emocionalmente
matrimoniales; catafalco aeróbico con conocimiento de
estímulos
del amor viral en compulsión recreada bajo el sorbo
psicópata
de laberintos desengranados;
biberones de llamas frías de cada instante poco antes
de su
infeliz verdad, sujeta de la cintura al beso
debilitado del siempre.
De la esquina triangulada del tiempo emerjo con sináptico
apego;
el urbano egoísmo junta sus vértices trizados y su
empatía bruna
alimenta errabundamente su fetichista corazón…
Ivette Mendoza Fajardo