A lo que pronto me debo preparar:
Aunque en mi mundo me siento amada,
tú con tu poco impulso, ni los
besos resucitan.
Cuando tiendes abrazarme, son
maromas
en desaciertos complicadamente
entrelazadas.
Llegó por ti el instante más
oscuro y gris que
en mutuo acuerdo como dos
enamorados
entregamos lo que nos mantenía
despiertos
a la hora prometida. Dilapidar
fuerzas de:
¿Cuál antojo, cuál razón, cual
retraso sin razón?
Si no es para siempre la hebra
que nos une.
El juramente vino desde
nuestros semblantes,
no acariciar la gata sumisa,
no a tu deseo que se enerva.
Nuestros cuerpos siguen en la pausa
del laberinto.
Ivette Mendoza