Rocío de la madrugada, imponderable
para cultivar ternura: tan sólo lluvia
al corazón, que duerme en la rosa.
Como fruto del amor que aún tiene
la existencia de la materia en su magia.
Claridad de la dulce mirada que llega
de una sola vez y para siempre. Ansias,
de tenerte, de saciar la sed de los siglos
al corazón, que duerme en la rosa.
Como fruto del amor que aún tiene
la existencia de la materia en su magia.
Claridad de la dulce mirada que llega
de una sola vez y para siempre. Ansias,
de tenerte, de saciar la sed de los siglos
tomando de la brisa amores de la
vida.
Ivette Mendoza