Yo recordaba las constelaciones de las palabras,
Algunas opacas, brillantes, rimadas, opuestas.
Indagaba en ellas lo que de lejos no entendía,
Lo que jamás se pudo escribir y transcribir
Un signo, el significado de sus pericias, la hebra
Sinalefada que la transportan de lleno a la vida,
Tan pequeño el tiempo de sentirlas.
Cuánto se descubren y cuanto se pierden
Siempre han hecho lo que han querido.
Con sed de garganta van asegurando sus pasos
O imaginadas se convierten en cuerpos silentes,
Algunas opacas, brillantes, rimadas, opuestas.
Indagaba en ellas lo que de lejos no entendía,
Lo que jamás se pudo escribir y transcribir
Un signo, el significado de sus pericias, la hebra
Sinalefada que la transportan de lleno a la vida,
Tan pequeño el tiempo de sentirlas.
Cuánto se descubren y cuanto se pierden
Siempre han hecho lo que han querido.
Con sed de garganta van asegurando sus pasos
O imaginadas se convierten en cuerpos silentes,
A veces el miedo algo les enseña y la sigue
Pero las sigue sin ser agudas, graves, esdrújulas,
Inseguras e insatisfechas hacia el impulso
De tentaciones y olvidan su música y sus funciones.
Algo milagroso entre medio del diccionario,
Nunca pierden su adorno onomatopéyico y van a
Dar al paraíso del vocabulario,
Si esto no me gustara, de inmediato se los hago saber.
He pasado repasando el abecedario que prende su
Llama en el vacío y les confieso que las silabas y las palabras
Llevan calor pero no frio.
Y para concluir, les digo, que así un tanto raras,
Se han dado a conocer.
Ivette Mendoza