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jueves, 4 de agosto de 2016

Lenguaje enternecido





Lenguaje enternecido de tus labios,
mañanas vivas del verano

brotan como alamedas bifurcadas

en comas literarias, del crepúsculo
y sus murmullos.

Y su peso, y su color, sin aromas

aferrados al torrente, huyendo de la roca

y la simulada semejanza donde llega la hazaña,  

huella inmóvil del amor a la hora imprecisa

y el tiempo sin razón, no se ocupa de mí.

Barca doncella, mar que no vuelve atrás,

recordando el idioma.

Corona del primer otoño y la solución de siempre,
arco de la entretención.

Almanaque rajante en la primera arremetida,
hace al llanto triunfador,

tierra morada de la sonrisa mutilada,

gracias por haberme desafiado,

yo fui una de esas que nunca

había subido la colina de la campana mentolada.
Ivette Mendoza


 


Noche de escultura




Noche de escultura romántica, tu mirada.
Mi cuerpo, intangible, apropiado en su gesto,
bajo él existe trementina, la herradura móvil,
se yergue más acá salitre de añejas voces,
trocada y anegada en la mies del mundo
y con un vago olor a manzanilla te encuentra,

en la mitad del frio.

Plegaria prodigiosa,

etiquetada emancipación del alma
que me impulsa a otorgar.

Ivette Mendoza